En estas semanas, Esquel se ha convertido en una ciudad superpoblada de fuerzas de seguridad. Sin embargo, detrás se esconde una larga tradición: los poderes que sostienen a los dueños de la tierra.
Viernes 22 de septiembre de 2017
Cuando uno va llegando a Esquel, lo primero que encuentra es una pieza de artillería que lo apunta. Detrás, un logo se destaca en una fachada: “C3”. El lema que marca el ingreso al predio dice “Regimiento de Caballería de Exploración 3”, pero es conocido como “El 3 de Fierro” desde hace más de un siglo.
Se trata del heredero del famoso regimiento que liderara el general Conrado Villegas, principal lugarteniente del general Roca. Cuenta la historia que en su primer informe al Congreso como flamante ministro de Guerra, en 1878, Roca explicaría el principal objetivo de su gestión: “Es necesario ir directamente a buscar al indio en su guarida, para someterlo o expulsarlo, oponiendo enseguida, no una zanja abierta en la tierra por la mano del hombre, sino la grande e insuperable barrera del río Negro, desde el océano hasta los Andes”. De paso criticaba la “tibieza” de la zanja de Alsina.
Un año más tarde comenzaría lo que definiría como “Campaña del Desierto”. Más de 6.000 soldados, en 5 divisiones provistas con el mejor armamento de la época. “Una cruzada del patriotismo contra la barbarie” diría Roca a sus soldados. En realidad, la urgencia tenía una fuerte motivación económica: la necesidad de los estancieros británicos y argentinos de nuevas tierras ante la naciente industria frigorífica y la disputa de territorios con el Estado chileno.
Roca dejaría rápidamente el campo de batalla para volver al despacho. Conrado Villegas sería su reemplazante al mando del Ejército invasor. La resistencia de los pueblos mapuche, tehuelche, ranquel, sería durísima, asumiendo distintas estrategias. Sin embargo, en mayo de 1883 el general Villegas informaba a Roca: "En el territorio comprendido entre los ríos Neuquén, Limay, Cordillera de los Andes y Lago Nahuel Huapi; no ha quedado un solo indio, todos han sido arrojados a occidente".
El comandante Manuel Pardo, en su libro “El malón blanco”, relataría de manera fantasiosa y exagerada las “hazañas” de Villegas y sus hombres. Pardo dejaría el Ejército para convertirse en redactor del diario La Nación. Todo un símbolo.
Aquel regimiento, con más de 600 caballos tordillos aportados por los estancieros bonaerenses, fue conocido en la historia como “El 3 de fierro”. Luego de “fundar” varias ciudades, en 1964 se asentó en Esquel. Los que lo conocen, por dentro, dicen que todavía guarda orgulloso esa tradición de Roca y Villegas. Que en su interior hay un gran salón con una especie de altar, vitrinas y “recuerdos” de aquel genocidio contra los pueblos originarios.
El C3 fue, qué paradoja, el lugar elegido en marzo de 2014 por César Milani para ejercer su primera defensa contra la acusación, finalmente comprobada, de participar en delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. Había venido a conocer la recién inaugurada “Sección Adelantada de Inteligencia de Montaña” de ese regimiento.
La misma historia
La historia de la comarca de Los Alerces conocería otras historias de saqueo y represión a los pueblos originarios. La más recordada sería el desalojo de Nahuelpán, en 1937. Con el mismo discurso mentiroso y racista de sus antecesores (“la falta de hábitos de trabajo de los ocupantes de esas tierras”), 500 familias serían despojadas de sus tierras por policías y fuerzas de choques de los estancieros, liderados por los hermanos Amaya.
Así, los hombres y mujeres de esas comunidades, terminarían alambrando las tierras de las que eran despojados, arriando el ganado que les habían robado, limpiando los cascos de las estancias construidos sobre las ruinas de sus rukas.
El decreto de los gobernantes, el martillo de los jueces, el fusil del Ejército y las fuerzas de seguridad, fueron seleccionando a los dueños de la tierra y a todos los que se revelaran contra ese destino. Desde Argentine Southern Land Company Limited, formada 5 años después de aquella ofensiva del general Villegas y su “3 de Fierro”. Hasta la Compañía de Tierras del Sud del Grupo Benetton, custodiada por los escuadrones de Gendarmería Nacional y la Policía de Chubut. Las represiones a las comunidades de Vuelta del Río o la Pu Lof en Resistencia de Cushamen son testimonios de esa historia.
Los herederos
Cuando uno va llegando a Esquel, lo primero que encuentra es una pieza de artillería que lo apunta. Sigue por Avenida Alvear y cruza la Unidad Penal 14. A su lado comienza el ancho predio del Escuadrón 36 de Gendarmería. Un poco más allá, la comisaría 1ª, que en su recepción luce el cuadro “Conquista del Desierto” del pintor Juan Manuel Blane.
En estos días, esa presencia se hace más notable. El Ministerio de Seguridad ha convertido Esquel en un centro de operaciones. Prefectos, policías federales, grupos de operaciones especiales y refuerzos de policías provinciales y gendarmes llegados de otras provincias. De uniforme o de civil. Con su mirada vigilante en la calle, preparados para responder a las órdenes de Otranto y Bullrich. “Mulos de Benetton” les gritaban el día del “rastrillaje” a la Pu Lof en Resistencia.
“Indios de mierda, vamos a matar a uno” escucharon los jóvenes mapuches el mediodía del 1° de agosto, mientras los gendarmes cruzaban tranquera y alambrados para cazarlos. El mismo grito racista, de guerra, de los hombres de Villegas. Desde ese día falta Santiago.