El acuerdo fue firmado en Qatar tras largos meses de negociaciones y establece un lento proceso de retiro de las tropas estadounidenses.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Domingo 1ro de marzo de 2020 11:50
Luego de 18 años desde la invasión de EEUU a Afganistán, poco después del mayor ataque perpetrado en suelo norteamericano propiciado por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001, los Talibán y EEUU llegan a firmar un “acuerdo de Paz”.
La guerra en Afganistán es el conflicto militar más largo que atravesó el país del norte a un costo de 2 billones de dólares, que dejó 3500 soldados estadounidenses muertos y decenas de miles de afganos asesinados y heridos en país más pobre de Asia Central. La invasión estadounidense contra el gobierno de los Talibán que supuestamente protegían a miembros de Al Qaeda, profundizó las contradicciones internas -étnicas, tribales y políticas- en una guerra aberrante que desangró al país. Estados Unidos se retiraría sin lograr su objetivo principal: derrotar a Al Qaeda, a los Taliban y establecer un sistema político estable “democrático-liberal” acorde a sus intereses geopolíticos.
Para el presidente Trump “la Paz” en Afganistán es una prioridad para cumplir sus promesas de la campaña, pero en perspectiva hacia las elecciones del 2020 que elegirán al próximo jefe de la Casa Blanca. Trump no está interesado en una “paz real” sino en ubicarse como un estadista que resuelve conflictos geopolíticos. La retirada de tropas, es presentada como un triunfo de su política internacional, pero en realidad esconde la impotencia militar y política de EEUU contra un grupo que resistió un larga guerra asimétrica.
Un acuerdo frágil
El acuerdo firmado en la capital de Qatar, Doha, luego de iniciadas las negociaciones en 2018 entre representantes de EEUU y los Talibán, excluye al gobierno afgano actual, que goza del respaldo de Estados Unidos, con lo cuál no hay ninguna garantía de que pueda cumplirse. El mismo establece la retirada de las 12.000 tropas estadounidenses que aún están en Afganistán si el grupo islamista rompe sus lazos con “grupos terroristas internacionales” como Al Qaeda o Estado Islámico. También deberán liberar alrededor de mil de prisioneros afganos y esperan que el Gobierno de Kabul haga lo propio con 5.000 de sus milicianos talibanes.
La retirada de las tropas estadounidenses está atada a un calendario condicional. La primera fase unos 5.000 abandonarán Afganistán en 135 días. El resto completarán la segunda fase luego de 14 meses que dependerá de que los talibanes cumplan con el acuerdo. En el apogeo de la guerra, más de 100.000 tropas estadounidenses ocuparon Afganistán, al igual que decenas de miles de alrededor de 40 naciones en la coalición de la OTAN liderada por Estados Unidos que forman parte de la misión para entrenar, asesorar y asistir al ejército regular afgano.
El acuerdo firmado el sábado también depende de las “otras negociaciones” que son aún más difíciles: entre los talibanes y el gobierno afgano. Los funcionarios estadounidenses especulan con esas conversaciones se alcance un acuerdo para compartir el poder y un duradero “alto el fuego”, ideas que vienen discutiendo hace años y aún no encuentran cause. Estas negociaciones pendientes dejan en la incertidumbre total a una población que teme que vuelva el régimen islámico brutal de los talibanes.
El Secretario de Estado Mike Pompeo dijo durante la ceremonia en Doha que "El futuro de Afganistán es que los afganos lo determinen", y con optimismo agregó que "El acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes crea las condiciones para que los afganos hagan exactamente eso". Pero también planteó que “Este acuerdo va a probar la sinceridad de los talibanes”, tras advertirles que “no canten victoria”.
Una facción dominante de los talibanes, la red Haqqani, todavía figura como una organización terrorista por emprender una campaña de atentados suicidas en ciudades afganas. El líder de la red, Sirajuddin Haqqani, es el subdirector y comandante militar de los talibanes y escribió una carta abierta publicada en New York Times donde dice que es un “desafío poner en práctica nuestro acuerdo con los Estados Unidos" y agregó que "se ha creado un cierto grado de confianza a través de nuestras conversaciones con los estadounidenses en Doha, Qatar, pero así como Estados Unidos no confía en nosotros por completo, nosotros también estamos muy lejos de confiar plenamente en ellos.”
Donald Trump, dijo antes de la firma del acuerdo que "Si los talibanes y el gobierno de Afganistán cumplen con estos compromisos, tendremos un camino poderoso para poner fin a la guerra en Afganistán y llevar a nuestras tropas a casa”. Por otro lado, su secretario de Defensa, Mark Esper, que llegó a la capital afgana para mantener conversaciones con el gobierno afgano, declaró que “No dudaremos en anular el acuerdo” en caso de incumplimiento talibán.
Por su parte, los funcionarios afganos expresaron una cautelosa esperanza sobre el acuerdo. En la reunión de Kabul, el presidente Ashraf Ghani pidió un minuto de silencio para los asesinados en los últimos 18 años y dijo: "Hoy puede ser un día para superar el pasado". Detrás de la esperanza hay una red de contradicciones.
Durante el último año, luego de iniciadas las negociaciones, los talibanes tuvieron sus mayores avances en el teatro de operaciones conquistando al menos la mitad del país, dejando un costo altísimo de vidas humanas y golpeando la economía, lo que marca una enorme dificultad e incertidumbre sobre si estarán dispuestos a sostener el acuerdo. Sólo en el último trimestre de 2019, los talibanes llevaron a cabo 8.204 ataques, el número más alto en ese período en la última década. Estados Unidos arrojó 7.423 bombas y misiles durante el año, un récord desde que la Fuerza Aérea comenzó a registrar los datos en 2006. En los últimos cinco años 50.000 soldados afganos perdieron la vida, y se cree que la misma cifra de parte de los talibán.
Por otro lado, el escepticismo atraviesa la población que teme por la vuelta del “Gobierno islámico” talibán que prohibía la televisión, la música, ejercía una opresión total sobre las mujeres, destrucción del sistema educativo, etc. Pero sobre todo porque la “Pax Americana” sólo trajo más guerra y un sistema “democrático-liberal” que no resolvió ninguno de los problemas sociales que atraviesa el país más pobre de la región. Y un sistema que hoy atraviesa un momento de débil equilibrio que podría ser aprovechado por los talibán luego de las últimas elecciones donde Ghani ganó bajo la sospecha de fraude y su rival Abdullah Abdullah amenaza con construir un "gobierno alternativo" mientras los Taliban tampoco no lo reconocen.
Por su parte, China, Irán y Rusia, que tienen grandes intereses en que se logre este "acuerdo", fueron dejados a un lado de las negociaciones de Doha, desde hace tiempo mantienen contacto con los Taliban e iniciaron sus propias ruedas de negociaciones. La retirada de las tropas estadounidenses sería un gran avance para los planes regionales de estos tres países.
Trump ha prometido “Paz en Afganistán”, pero tres sucesivos presidentes estadounidenses han hecho la misma promesa y fracasado rotundamente. Cada uno de ellos metió sus narices en los asuntos de Afganistán para evitar la caída de la hegemonía norteamericana en el plano internacional y fortalecerse internamente. Una política imperialista agresiva que ha provocado incalculables daños al país y una violación sistemática de los derechos humanos por parte de las tropas de ocupación.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.