Más de 50 organizaciones, como la CONFECH, NO+AFP o la Coordinadora Feminista 8M adhieren a la convocatoria. Sin embargo, resalta que no se haya llamado a una paralización unificada que la permitiera.
Martes 27 de agosto de 2019
La jornada se convoca en apoyo al proyecto de ley de 40 horas presentado por las diputadas Vallejo y Cariola del partido comunista, cuyo debate se ha tomado todos los espacios de discusión, llegando incluso a espacios de farándula como los matinales. Es un hecho que la rebaja de horas de jornada laboral se ha tomado la agenda política, muy a pesar del gobierno de Piñera.
El proyecto de 40 horas corre en carriles opuestos a la reforma laboral del gobierno, que desesperadamente le ha hecho correcciones y enmiendas para ganarse la aprobación ciudadana, siendo su contenido más reciente la promesa de un horario promedio de 41 horas semanales con flexibilización laboral. Como se ha discutido y expuesto en abundancia, las 41 horas promedio que ofrece el gobierno son una falacia. Es necesario enfrentar la trampa y demagogia del gobierno, cuyo caballito de batalla es la flexibilización laboral “a favor” de los trabajadores.
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¿Cómo enfrentar la reforma del gobierno?
El apoyo a la rebaja de horas, naturalmente, es transversal entre los sectores de la sociedad. Si nos detenemos a ver a los convocantes, que superan las 50 organizaciones, podemos encontrar organismos que dirigen amplios sectores: NO+AFP, CONFECH, la CUT, el Colegio de Profesores, la Coordinadora Feminista 8M, por nombrar algunas. Capacidad de movilizar sectores hay de sobra: mínimamente, las organizaciones deben preparar la jornada de forma activa, para que sea una movilización masiva, convocando asambleas en lugares de trabajo y estudio. Que no sea sólamente un hito.
Si el ánimo de las grandes centrales y agrupaciones sociales no es el de preparar activamente en cada uno de los lugares que dirigen, será una muestra de desconfianza en la fuerza que nosotros tenemos como clase trabajadora. Fuerza que, por ejemplo, se demostró en el paro de 50 días del profesorado, incluso con la directiva nacional en contra de sostener el mismo.
Si confiamos plenamente en el potencial que podemos desplegar, lograr la rebaja no solo es posible, sino que se puede pelear por muchísimo más: combatir la cesantía mediante la repartición de horas entre ocupados y desocupados, terminar con el subcontrato heredado del código laboral de la dictadura, o el salario mínimo acorde a la canasta familiar.