Salimos a las calles nuevamente, hermanadas en un grito de fuerza que señala que de los femicidios y de la precarización del trabajo y de la vida de las mujeres: el Estado es responsable.
Miércoles 3 de marzo de 2021 15:27
Este 8 de Marzo nos encuentra una vez más frente a grandes batallas. A lo largo y ancho del país estaremos movilizadas para mostrar nuevamente que no nos resignamos a esperar las migajas de un Estado que ya demostró ser el responsable de la violencia machista, los femicidios y la enorme desigualdad en la que vivimos las mujeres.
Nos encontraremos en las calles, atravesando aun la enorme bronca por los recientes femicidios de Úrsula, Guadalupe, Ivana, y la indignación con la que recibimos la noticia en Tucumán de que el gobernador Manzur aceptó la renuncia del juez Pisa evitándole el juicio político que le correspondía por el femicidio de la docente Paola Tacacho. El juez tenía 7 pedidos de juicio político, todos fueron desestimados.
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Con esta impunidad acciona el feudal régimen tucumano. Tal es así que se cumplieron 15 años del femicidio de Paulina Lebbos y en medio de especulaciones de la justicia de que prescriba el homicidio, finalmente se imputó a Sergio Kaleñuk quien se desempeñaba en aquel momento como subsecretario de José Alperovich. El femicidio de Paulina, puso al descubierto en la provincia un gran entramado de encubrimientos entre funcionarios del gobierno, la policía y los hijos del poder.
Que el Estado es responsable no es una abstracción
El problema no radica en "su ausencia", sino en la presencia indisimulable de los intereses que sostiene y defiende. El Estado capitalista patriarcal legitima, justifica y reproduce la violencia machista, a través del gobierno, la Justicia, el parlamento, sus fuerzas armadas y represivas.
Ante los femicidios, el Estado nos enseña a golpear las puertas de sus instituciones: la Justicia, la Policía; pero si hay algo que nos ha quedado claro sobre todo en los últimos días, es la brutal responsabilidad del Estado: porque los femicidas pertenecen a las fuerzas represivas del mismo , o porque la Justicia desestima las denuncias y revictimiza a las víctimas, amparando a los femicidas, o porque los programas que surgen por parte del Gobierno se ven impotentes a la hora de dar soluciones vitales, materiales, para las que se necesita un presupuesto destinado a modificar en los hechos la vida de las mujeres. Nada se modificó en términos concretos en la vida de miles y miles de mujeres. En Tucumán se sancionó en 2016 la Ley de Emergencia en Violencia contra las Mujeres, a la cual en años no se le asignó presupuesto alguno.
Durante muchos años se difundió la idea de que las mujeres teníamos que dirigir nuestras demandas hacia las Instituciones del Estado para poder concretarlas. La creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, muestra la impotencia de esa estrategia asumida por sectores del feminismo, ya que las medidas concretas contra las femicidios no se toman. Además esta estrategia, nos quita el poder y la potencia transformadora que ya demostramos las mujeres históricamente cuando nos revelamos contra la opresión.
En este marco, en los últimos días, se puso en el centro el debate sobre una reforma judicial feminista, y se prepara en muchos sectores del feminismo como la consigna más destacada para las movilizaciones del 8 de marzo. Pero ¿ que haya más juezas, que se establezca la paridad de género en el personal del Poder Judicial, que se hagan más cursos de capacitación con perspectiva de género, es suficiente?. Esas son las propuestas de ministras, funcionarias, sindicalistas y referentes feministas.
Por estas fechas también, el presidente Alberto Fernández inauguró el año legislativo con la apertura de las sesiones. Se refirió escuetamente a la violencia de género, destacando la aplicación de la Ley Micaela, y el Plan nacional de Acción contra las violencias anunciando para 2020-2021, pero no dio precisiones al respecto. Anunció la creación de 14 refugios, ecuación que deja afuera a unas 9 provincias. Al parecer el ajuste también tiene perspectiva de género.
Habló también de la ya mencionada reforma del Poder Judicial señalando que las instituciones de la Justicia “no ven” la magnitud del problema. Nos preguntamos entonces: ¿Es posible una reforma feminista del Poder Judicial sin atacar los privilegios de esa casta aristocrática que el pueblo trabajador nunca pudo elegir, pero que decide diariamente sobre la vida de millones?.
Pensar que una reforma judicial que incluya más cursos como los que ya existen, desde la sanción de la Ley Micaela, va a ser suficiente para transformar esa institución en una institución feminista, deja de lado que cualquiera sea el signo político de los jueces, se trata de una casta cuyas decisiones están reguladas por las normas que sostienen los privilegios de unos pocos contra la falta de privilegios de las masas trabajadoras. Un reducido grupo de la Justicia, que integra la Corte Suprema, decide el destino de millones de personas que ni siquiera los elegimos.
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Mientras el Estado capitalista reproduce y legitima la opresión patriarcal contra las mujeres, es garante de que la violencia siga ocurriendo sin que ninguna institución de este podrido régimen político haga nada para evitar que esa violencia llegue a convertirse en letal y tengamos otro femicidio que sumar a las aborrecibles estadísticas.
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Las mujeres trabajadoras nos señalan el camino
Es ese mismo Estado, el que mantiene en la desigualdad, la precariedad y la pobreza a la inmesa mayoría de las mujeres trabajadoras. El sector docente, tiene en su composición un 87% de mujeres, que fueron quienes sostuvieron el cursado virtual durante la pandemia, que además se hicieron cargo de las tareas domésticas, y que son ellas quienes saben más que nadie que la crisis dejo a cientos de niños y adolescentes sin acceso a la educación. Son ellas a las que pretenden obligar a volver a las aulas con sueldos por debajo de la línea de pobreza, sin vacunas previamente y con las escuelas que se caen a pedazos, sin ninguna condición sanitaria. Ellas se encuentran en este contexto en las calles, organizadas para luchar y llevando a cabo manifestaciones multitudinarias y paros con 100% de adherencia en las escuelas.
Las mujeres de la primera línea, del sector salud, para ellas no hay vacunas vip, y son quienes que estuvieron en la trinchera desde el inicio de la pandemia, exponiendo sus propias vidas, denunciando la falta de insumos, de materiales de bio seguridad y sobre todo en esta provincia amenazadas y señaladas por el gobierno de Manzur y la ministra Rossana Chahla, soportando persecuciones y despidos ante cada denuncia realizada con respecto a las condiciones sanitarias de hospitales, a sus condiciones laborales y las muertes de personal sanitario durante la pandemia.
Con la fuerza de la Marea Verde
A más de un mes de la reglamentación de la ley del Aborto, los ataques por via judicial de gobernadores antiderechos y de organizaciones clericales no se hicieron esperar. En Tucumán son harto conocidos los lazos que el gobernador mantiene con la Iglesia y que la provincia se caracterizó por no implementar efectivamente ninguna ley en términos de Salud sexual de las mujeres. A la vez que sigue siendo nula la implementación de la ESI en las escuelas, siendo Tucumán una de las provincias con las tasas más altas de embarazo adolescente.
Sabemos que la implementación efectiva de la IVE hoy solo depende de un 0 800 que depende de Nación y que con suerte nos derivaran a alguno de los pocos centros de salud que cuente con un profesional que realice la práctica.
La aplicación de la IVE presenta grandes obstáculos y dilaciones, ante esto se hace sumamente necesario mantener la organización de esa enorme marea verde que con su fuerza posibilitó conquistar la Ley.
Entonces ¿por qué nos movilizamos este 8 de marzo en Tucumán?
Porque nos llena de bronca saber que cada día perdemos a una de nosotras y el gobierno no es capaz de destinar un solo peso para la ley en emergencia en violencia contra las mujeres. Porque nos indigna la impunidad del régimen que condena a mujeres como Belén pero es capaz de perdonar a jueces como Pisa. Porque nos falta Paola, nos falta Úrsula, nos falta Paulina y es por ellas y todas las que no están que tenemos que levantar nuestro puño.
Por la lucha que llevan adelante las docentes y las enfermeras, las médicas y todo el personal sanitario que ya marcaron el camino y es por esto que inundaremos las calles levantando su bandera.
Porque son las mujeres quienes no se resignaron a vivir sin un techo para sus hijos y salieron a pelear por tierra y vivienda durante el 2020.
Porque estamos hartas de ser las que tienen los peores trabajos, las que tienen el sueldo más bajo, las que tienen que callar. Porque no vamos a permitir que el ajuste y la crisis sigan precarizando cada vez más nuestras vidas.
Es en las calles, donde la marea verde conquistó el derecho a decidir y es ahí donde tenemos que demostrar que no vamos a parar hasta que este derecho se garantice en cada hospital del país. Tenemos el desafío de poner en pie una enorme movilización para el próximo 8 de marzo que exija la implementación de IVE Y sea parte de la campaña para que Iglesias y Estado sean, definitivamente, asunto separado.
El Estado y los gobiernos pretenden siempre sacar rédito de la institucionalización donde en nombre de la confianza, los reclamos de las mujeres siempre quedan relegados en los pasillos de los ministerios, mientras se intenta quitarle al movimiento de mujeres el filo de la organización y movilización. Pero sabemos que de los femicidios y de la precarización en el trabajo y en la vida, el Estado es responsable y no alcanzan las reformas superficiales!.
Nuestro feminismo es aquel que pelea por una ley de emergencia para la atención de las víctimas de violencia de género, como la que presentaron los diputados Myriam Bregman y Nicolás del Caño del Frente de Izquierda desde hace más de seis años; pero a la vez es el que combate con la fuerza de las mujeres trabajadoras, las que luchan por tierra y vivienda, las jóvenes precarizadas y estudiantes, contra el Estado capitalista patriarcal y su régimen social de explotación y opresión.
Porque el patriarcado no cayó con la aprobación de una ley, sobran las razones para ganar las calles una vez. Este 8 de marzo te invitamos a marchar con Pan y Rosas en Tucumán y en todo el país, copemos las calles para que se exprese nuestra fuerza en el grito de Ni Una Menos.