Se acerca un nuevo 8M, este año más que nunca hace falta un gran movimiento de mujeres con las trabajadoras al frente para tirar abajo la precariedad laboral que nos condena a sufrir una larga cadena de violencias.
Lunes 22 de febrero de 2021
Se acerca un nuevo 8M y este año las mujeres tenemos claro que sobran los motivos para llenar las calles y pelear contra un sistema patriarcal, que es estructural, que nos mata y que ejerce multitud de violencias contra nosotras. Toda una cadena de agravios que sufrimos la gran mayoría de las mujeres, las trabajadoras, las migrantes y las jóvenes frente a la actual crisis.
2020 ha sido el año de la pandemia y muchas de nosotras hemos estado en primera línea sufriendo las consecuencias de la crisis desatada por la Covid que se ha expresado a todos los niveles: sanitario, económico y social.
La crisis para las mujeres ha traído más paro y más precariedad
Como ya ocurrió en 2008 la crisis desatada por la pandemia ha traído altas tasas de paro y precariedad. En 2020 la tasa de paro aumento entre nosotras casi 2,5 puntos, hasta llegar al 18,33% actual -la tasa de paro entre los hombres es del 14,17%-. Actualmente en el Estado español hay 3.964.353 de parados, de los cuales 2.273.375 son mujeres. La situación para las más jóvenes es aún peor, para las menores de 25 años la tasa de paro asciende hasta el 41,6%. La tasa de paro en esta franja de edad pasó de marzo a diciembre del 33,5% al 41,6%. El aumento del paro se destaca en sectores de ocupación altamente feminizada, como el trabajo de servicios, hostelería o comercio; todos representados en un 80% o más por mujeres. Esto explica el enorme incremento del paro entre las mujeres.
Si nos centramos en los expedientes de regulación de empleo, el 86% de la población afectada por ERTE trabaja en el sector servicios, uno de los más precarizados y de los más feminizados. Sin embargo, según datos de julio, de los 3 millones de personas afectadas por ERTE en ese momento, tan solo el 51% eran mujeres.
Las mujeres también somos mayoría en tareas laborales esenciales en los hospitales, de la limpieza, servicios sociales y de cuidados. Pero es en estas mismas tareas donde más se ha recortado en derechos laborales y aumentado la precariedad, dejando a las mujeres expuestas al contagio y a mayor explotación. La debilidad de los servicio públicos y la precariedad que viven sus trabajadoras han sido expuestas durante la crisis; una consecuencia tras años de políticas de abandono dirigidas a profundizar un proceso privatizador de la sanidad que viene siendo posible gracias a leyes como la 15/97 que contaron con el apoyo del PSOE.
Este último año, cuando las consecuencias de la crisis han recaído sobre los trabajadores, los migrantes y a juventud, somos de nuevo las mujeres las que sufrimos las peores consecuencias. Sin embargo, esta desigualdad no es nueva, sino que se apoya en el modelo laboral español configurado desde hace décadas por los gobiernos del PP y del PSOE después de las reformas laborales, especialmente para las mujeres y la juventud. Las brechas en la ocupación ya existían desde hace mucho tiempo, lo mismo que el volumen de la tasa de temporalidad, representada en más de un 70% por mujeres. Esto condena a la pobreza a las mujeres para toda la vida, porque estas múltiples brechas sancionarán también a sus pensiones.
La violencia económica estructural que sufrimos especialmente las mujeres de la clase trabajadora, genera paro y pobreza femenina y posibilita y refuerza la dependencia económica existente de las mujeres en el seno de la familia patriarcal y es la responsable de que las mujeres en situaciones precarias que sufren violencia machista no tengan más alternativa que seguir soportándola, sin contar con alternativas de viviendas y trabajos, llevando a situaciones que muchas veces terminan en feminicidios.
La lucha contra todas las violencias machistas tiene que estar estrechamente ligada a la lucha contra la violencia de la precariedad, de la explotación que sufren las trabajadoras del hogar, de la hostelería, de la sanidad... O la violencia del racismo institucional y patriarcal que sufren las temporeras de la fruta o las trabajadoras del hogar.
A las trabajadoras más precarias nos sobran los motivos para luchar, ya que cargamos con una doble jornada laboral, temporalidad, desempleo y la pérdida histórica de derechos laborales, producto de las reformas laborales del PP y el PSOE, que este gobierno de coalición no se propone derogar, sino profundizar en medio de esta crisis.
Las trabajadoras precarias vamos a pelear por derogación de las reformas laborales y el fin de las externalizaciones, por la derogación de la ley de extranjería y de las leyes que abrieron la puerta a la privatización de la sanidad.
Tras las elecciones en Catalunya, se sigue mostrando cómo la extrema derecha está avanzando con su discurso racista, tránsfobo y machista; por otro lado, el Gobierno PSOE-UP se posiciona en defensa de la monarquía y contra las masivas movilizaciones de la juventud en defensa de la libertad de expresión.
La convocatoria de huelga general este 8M en algunos lugares como Catalunya y Andalucía, y las movilizaciones y acciones en otras, tienen que ayudar empezar a organizar una fuerza social que con las trabajadoras al frente y en alianza con la juventud, migrantes y todxs los trabajadorxs, que conquiste de nuevo las calles como hicimos en los últimos años, para que ni esta crisis ni la represión recaiga sobre nosotras.