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Red Internacional
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Rosario. Estudiar, trabajar y luchar

Relato de la vida de muchos de los jóvenes que acceden a los institutos terciarios. Reproducimos testimonio de una de ellas:

Merida Osorio @MeridaOsorio1

Jueves 7 de julio de 2016

Foto: Julian Miconi

El día comienza muy temprano, y termina muy tarde. En el transcurso de quince horas hay que trabajar, estudiar y cursar. Solo restan seis para dormir. Muchos somos parte del proceso que se abrió desde principios de año por más presupuesto para la educación. El esfuerzo vale la pena, conseguimos en Rosario, hace pocos días, que el gobierno de la provincia de Santa Fe anuncie el presupuesto para el edificio único del Instituto 16.

La mayoría se levanta muy temprano para ir a trabajar. Con algunas horas extenuantes arriba, tomamos impulso y vamos a cursar. La pregunta cotidiana en nuestros grupos de whatsapp: “¿quién lleva mate?”. Es que hay que mantener de alguna forma la atención en esas cinco horas de salón, casi siempre, helado.

Algunos son obreros metalúrgicos, trabajadores de call center, niñeras, empleados de comercio, madres y padres. La mayoría queremos ser docentes, son muy pocos los que cursan porque solo les atrae el contenido específico de la carrera. Leemos en el colectivo, en el bar o la biblioteca entre materia y materia. Los fines de semana son oro y cuestan amistades, salidas y mucho esfuerzo. En el transcurso del año vemos abandonar a compañeros que no pueden pagar el colectivo o que no tienen dónde dejar a sus hijos.

Queremos recibirnos porque nuestras jornadas laborales son agotadoras. Sin embargo sabemos, por lo que cuentan nuestros docentes ¬¬-que en muchos casos también son nuestros compañeros- que las jornadas que nos esperan, cuando tengamos que ir de escuela en escuela para llegar a fin de mes, serán también extenuantes.

Esa realidad -futura- se combina con la convicción que desde ese lugar algunas cosas se pueden transformar. Y en mayor o menor medida comenzamos ese camino desde que estudiamos. Nos organizamos enfrentando gestiones cómplices del ministerio de educación. En muchos casos, sin tan si quiera centro de estudiantes conformado. El enemigo principal: el gobierno de la provincia que decide priorizar la educación privada y los intereses de las grandes empresas. El ejemplo más visible se reduce a una cuenta fácil: con cobrarle impuestos a las grandes fortunas, como el Casino o General Motors se financiaría un boleto gratuito para toda la comunidad educativa. Pero no. Esto se concibe como un “gasto”.

Ya lo conocemos, es el gobierno que en 2014 nos quiso imponer una reforma curricular que degradaba cada día más nuestra educación imponiendo en la educación superior la famosa materia “cuerpo y movimiento”. Pretendían que seamos nosotros, los futuros docentes, los que paguemos la crisis social que hay en las aulas. En la carrera de Historia gracias a nuestra organización no lo permitimos, hicimos hasta congresos educativos provinciales para organizarnos.

Con organización democrática es posible obtener conquistas

Desde la juventud del PTS hemos propuesto en cada una de las asambleas que arrancaron a principio de año, cómo seguir. La acción de Pellegrini y Entre Ríos, la Marcha Educativa que reunió a más de 4 mil estudiantes secundarios, universitarios y terciarios y la necesidad de discutir en asambleas con cada uno de nuestros compañeros las mejores alternativas para seguir en defensa de la educación pública.

En el transcurso algunas agrupaciones planteaban que no había que seguir haciendo acciones porque “siempre el movimiento decae”, recuerdo ese debate en una asamblea de 200 personas en el Normal nro 1. También apuntaron a acallar la voz de los que queríamos discutir democráticamente (y no en una mesa chica) cómo trazábamos nuestro plan de lucha. No lo lograron y aquellas predicciones cayeron por su propio peso. Mejor dicho, por el peso de los estudiantes movilizados, que ofensivamente queremos ir contra éste gobierno que se dice socialista pero “invierte” 450 millones en un aeropuerto en el que circulan puñado de personas por día, mientras que nos niegan el boleto educativo y los edificios.

A diferencia de las Federaciones universitarias donde pesan las decisiones solo de corrientes políticas y no lo que considere el conjunto de los estudiantes en asamblea, nosotros desde la Coordinadora de Terciarios estamos trazando otro camino: el de la auto organización. Discutiendo primero con nuestros compañeros de curso, en asambleas, en cuerpo de delegados y luego llevando los mandatos a las reuniones. Esta es la manera de garantizar que nadie tome decisiones unilaterales sin representación. Esta es la manera en que los de arriba nos ven fuertes y tiemblan. Porque saben que no hay forma de parar a los estudiantes movilizados que discuten en las aulas y en las calles. Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo.

En la última reunión de Coordinadora propusimos armar un petitorio y juntar firmas para solicitar una audiencia con Lifschitz y Balagué. Ayer nos recibieron Irene López, directora del Área de Desarrollo Curricular y Federico Paggi, Secretario de Política Educativa, reunión en la que informamos lo discutido: si no comienzan las obras que necesitamos en el segundo cuatrimestre, iremos a medidas más duras, pero no obtuvimos ninguna respuesta concreta.

Queremos transformar nuestra vida

A veces nos preguntan, “¿cómo hacen ustedes para laburar, estudiar y militar?”. Es la convicción y la bronca lo que nos mueve. También el deseo de transformar nuestra vida en algo mejor. El dolor de espalda se convierte en necesidad de no ver ningún asiento vacío. El dolor de cabeza se diluye cuando nos encontramos en los cursos y nos abrazamos al ver que nuestra fuerza hizo que el edificio único del 16, que hace 39 años esperan varias generaciones de docentes, se empezará a construir.

El ajuste llega al aula y sabemos que nuestra pelea no es coorporativa. Va de la mano de esos trabajadores que logran su reinstalación en un call center y supermercados -por los que la mayoría de nosotros pasó.

Sabemos que la pelea por la educación pública es también la pelea para enfrentar el ajuste y unir las demandas de los de abajo, los estudiantes, los docentes y los trabajadores. Roles que a veces se encarnan en una sola persona.

Rendimos, estudiamos, trabajamos y nos organizamos. En nuestro camino están las enseñanzas del rosariazo. No nos resignamos. No somos escépticos. Saltaremos las piedras que haga falta, pero no bajaremos los brazos. La vida de explotación y opresión que nos condena al ajuste, nos produce rechazo.