La peor temporada de incendios en Europa, la peor ola de calor y cifras récord de inflación. La guerra de Ucrania se extiende y sus consecuencias son cada vez más devastadoras.
Viernes 22 de julio de 2022 13:01
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Foto: Bombero apagando un incendio en los suburbios de Atenas. EFE
Olas de calor más tempranas y con temperaturas más elevadas ya son la norma en todo el mundo. Europa registra récords de temperatura desde hace varios días. Gran Bretaña superó por primera vez los 40 °C, y hemos visto imágenes del asfalto derretido e inmuebles en llamas. Portugal se acercó esta semana al récord europeo de 48.8°C, registrado en la isla italiana de Sicilia el año pasado. La ola de calor, a su vez, promueve incendios MUY difíciles de controlar. En el Estado español ya van más de 70.000 hectáreas quemadas, 20.000 en Francia, 100.000 en Grecia, 30.000 en Portugal.
Este martes las cifras oficiales del Ministerio de Sanidad español registraban 510 fallecidos durante los siete días previos como consecuencia de la ola de calor. La primera ola de calor de junio puso fin a la vida de 830 personas. Suman en un mes, más de 1200 fallecidos como consecuencia del calentamiento global. Personas mayores en viviendas sin equipos de refrigeración y trabajadores en condiciones precarias son los principales afectados. Los bomberos y brigadistas también sufren la precariedad, la subcontratación, la temporalidad y la falta de recursos al mismo tiempo que arriesgan sus vidas contra los incendios. Los montes, abandonados por el despoblamiento y la falta de personal que los limpie de hierbas secas, son un polvorín. Las muertes de trabajadores como consecuencia del desprecio patronal y gubernamental han inundado las redes de indignación. Varias veces víctimas del capital: como consecuencia de la precariedad laboral y la no aplicación de protocolos, así como del calentamiento global, subproducto a su vez de la irracionalidad capitalista.
Al mismo tiempo, en el contexto de la guerra de Ucrania y la crisis energética, la UE acaba de dar su bendición a la vuelta a los combustibles fósiles más contaminantes para la fabricación de energía. Alemania ya ha anunciado el regreso a la quema de carbón. Y es muy probable que el resto de los países le sigan. Muy lejos de la tan proclamada transición energética, ante la posible escasez de gas en el invierno, todos los países buscan proveerse de petróleo y gas. El Banco de España declaraba la semana pasada que “el refino de petróleo dispara sus márgenes de beneficio”, elevando un 45% su rentabilidad, el contexto es “de fuertes aumentos del precio del crudo, que estas empresas habrían trasladado en gran medida a sus precios de venta”.
Y esto se suma a la grave crisis inflacionaria. Las medidas del Banco Central Europeo, de elevar las tasas de interés, no cambian la tendencia de las tendencias inflacionarias más fuertes desde hace por lo menor cuarenta años. Y los que siguen pagando son los trabajadores, los sectores populares, que ven caer sus salarios mientras se les exige “sacrificios” y “restringir el consumo” de energía.
Lo que estamos viendo es que la guerra, la inflación y la crisis climática se realimentan, producto de un sistema capitalistas que pone todos sus recursos en función de las ganancias de un puñado de grandes empresas, mientras la mayoría de la población paga sus consecuencias.
Y ante esta tremenda crisis, ¿qué hacen los gobiernos? Sus medidas frente a esta crisis son irrisorias. Algo que está agravando el malestar social, y profundizando crisis políticas, como ya se ha visto en Reino Unido y en Italia, con la caída de Johnson y Draghi. Ante la ola de calor no han tomando ni una medida urgente, como sería una reducción drástica del horario laboral para todos los empleos de riesgo, como limpiadores de la vía pública, trabajadores de la construcción o la logística, obligados a trabajar con altísimas temperaturas. Tampoco han declarado una emergencia energética, para que toda la población pueda contar con refrigeración en sus casas. Ni se toman las medidas necesarias para prevenir incendios, ni se aumentan las plantillas y recursos para combatirlos. Contrasta con la rapidez para seguir aumentando presupuestos militares, enviar armas a Ucrania y poner en disposición todo el aparato militar de la OTAN.
Respecto a la inflación, tampoco tomarán una medida de fondo. Mientras el BCE aumenta las tasas de interés, no se tocan las ganancias de los bancos ni de los especuladores que ganan con el aumento de precios. Reivindicaciones como el aumento de salarios de acuerdo con la inflación, el control de precios y la expropiación de las empresas eléctricas son más que necesarias frente a la crisis actual.
Las huelgas obreras que empiezan multiplicarse en Europa muestran un camino que hay que desarrollar y profundizar. Pero, para eso, hace falta exigir que las organizaciones obreras rompan con sus pactos con los gobiernos y las patronales, para desarrollar planes de lucha que liguen la lucha contra la inflación a la movilización contra el aumento de la maquinaria de guerra. Solo la lucha independiente de la clase trabajadora en todos los países, contra nuestros respectivos gobiernos imperialistas, podrá empezar a plantear una salida a esta situación que anuncia una degradación histórica de nuestras condiciones de vida y que ya está generando redobladas condiciones de expoliación imperialista y hambrunas en el resto del mundo.