El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y los ministros de Educación y del Interior, en representación del gobierno nacional, firmaron un convenio “para la implementación de un software que posibilita garantizar la identidad de los estudiantes al momento de ser evaluados a distancia”. Un peligroso precedente para avanzar en la vigilancia y el control, no sólo de la universidad.
Sol Bajar @Sol_Bajar
Viernes 17 de julio de 2020 15:41
Imagen explicativa del Software Respondus, promocionada por la propia marca
Hay cosas que no salen en los medios, como las reuniones del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que reúne a los decanos de todo el país, y que esta semana, en un tuit, en menos de 280 caracteres, contó que mantuvo un encuentro virtual con el Ministro de Educación Nicolás Trotta y el Ministro del Interior, Wado de Pedro.
En esa reunión virtual, contaron, aprobaron un convenio “para la implementación de un software que posibilita garantizar la identidad de los estudiantes al momento de ser evaluados a distancia”.
En cierto sentido, puede sonar lógico: si uno va a estudiar una carrera, tiene que constatar que es uno mismo el que está rindiendo un examen… Pero resulta que este software, este soporte informático supervisor de exámenes, tiene antecedentes que ya resultan preocupantes y que vienen siendo denunciados por docentes y estudiantes de varias universidades.
El antecedente más reciente es el de la Universidad Nacional de Córdoba, donde comenzó a implementarse el Software Respondus, que ya cuenta con denuncias estudiantiles en varios países (Australia, California y Holanda, entre otros) por violar la privacidad y la intimidad de la comunidad educativa.
Santiago Benítez, investigador del CONICET y miembro de la sección de Ciencia y Tecnología de La Izquierda Diario, habló con #SeTeníaQueDecir sobre el funcionamiento que ya tiene este soporte en la Universidad Nacional de Córdoba, que hace poco se convirtió en la primera en el país en utilizar este método, en medio de la pandemia.
Como señala Santiago, la educación remota no requiere renunciar a los derechos de libertad y privacidad, pero softwares como Respondus son denunciados por vigilar a los estudiantes durante los exámenes tomando el control total de la computadora y transmitiendo información a un sistema remoto que determina qué tan “sospechoso” fue el proceso del examen. Cuando el estudiante termina el examen puede volver a usar su computadora “normalmente”.
Pero Santiago advierte que el debate involucra varios aspectos más: desde la vulneración del derecho de los estudiantes, a la privacidad; al acceso a la educación superior, porque estos softwares no funcionan en cualquier dispositivo, sino solamente en algunas computadoras; el rol de los docentes, porque deberían convertirse en vigiladores de la identidad y de la actividad de los estudiantes; y la misma naturaleza de los exámenes, basados en el cuestionado método de la memorización.
Pero además, Santiago cuenta que para poder rendir un exámen, los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba tienen que acordar con la empresa una licencia (escrita en Inglés) de uso del software y de los datos que recaba, y que en caso de no estar de acuerdo, no podrían rendir; es decir que de implementarse, se estaría coartando el derecho a la educación pública.
Es muy grave. Y como denuncia Agostina Nejamkin, del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UBA y de la Juventud del PTS en el Frente de Izquierda, el convenio firmado por el CIN con el gobierno nacional afecta desde el destino del Presupuesto universitario hasta la protección del derecho a la educación pública.
Reunión virtual del CIN con funcionarios del gobierno nacional
En el marco del desfinanciamiento y de los bajos salarios docentes (que en la mayoría de los casos trabajan ad honorem), solamente en la Universidad Nacional de Córdoba el rector Hugo Juri (UCR) gastó 1.272.012 de pesos en pagar la licencia del Software Respondus.
Para el ministro Wado de Pedro, sin embargo, lo importante es que “esta validación de identidad, apoyada en el Registro Nacional de las Personas, nos da una fidelidad del 99,9 por ciento con una simple foto”. Todo un dato.
Javier Jorge, docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Córdoba, contaba en una entrevista en La Izquierda Diario que las características de este software se asemejan mucho a los que se usan las empresas para monitorear el teletrabajo, violando la intimidad. Ayer en el Senado, el ministro de Trabajo Moroni, al exponer sobre este tema, lo reconoció abiertamente.
La situación de pandemia y aislamiento ya están generando suficiente estrés, al que se suman los métodos que denuncian los estudiantes: vigilancia y control. De prosperar estos métodos, todos los estudiantes pueden ser culpables “hasta que el algoritmo pruebe su inocencia”. Una inversión de la carga de la prueba. Y un grave precedente.