Desde comienzos del siglo XX el gobierno de México y el de los Estados Unidos han intercambiado mano de obra mediante acuerdos bilaterales, en un principio con la propaganda de que el mexicano en aquel país gozaría de cierta legalidad, beneficios, buenos salarios y demás falsas promesas.
daniel sputnik @daniel_sputnik
Lunes 13 de febrero de 2017
El próximo 20 de febrero se cumplirá el primer mes de Trump al frente de la presidencia de Estados Unidos. En estos pocos días en el poder, el mandatario, con fama de ser xenófobo -entre otras desvirtudes-, ha comenzado la oleada de deportaciones de personas de diferentes nacionalidades, entre ellas hispanos.
Pero esta situación no es nueva. Desde comienzos del siglo XX el gobierno de México y el de los Estados Unidos han intercambiado mano de obra mediante acuerdos bilaterales, en un principio con la propaganda de que el mexicano en aquel país gozaría de cierta legalidad, beneficios, buenos salarios y demás falsas promesas que solo ocultarían una ya desde entonces constante: la explotación y discriminación de los mexicanos que trabajaban en los EU.
Leer: Trump amenaza con nuevas medidas de seguridad tras el revés judicial
Como es costumbre en los hechos más importantes, desde iniciado el siglo XX, unos de los grandes testigos y cronistas de los sucesos importantes a nivel mundial son los fotógrafos, quienes con cámara en mano no dudan en retratar las injusticias y desigualdades. Un claro ejemplo es Dorothea Lange, quien en la década de los 30 comenzó a capturar imágenes de los migrantes mexicanos.
La gran depresión económica en la cual estaba sumergida el “país imperio” obligó a gran cantidad de agricultores de todos los EU a mover su producción agrícola al estado de California en donde, aprovechándose de los migrantes mexicanos y valiéndose desde ya entonces precarización del trabajo, sólo les ofrecían salarios bajos y jornadas extenuantes.
Lange, mediante retratos en blanco y negro - debido a la época- no sólo nos mostraría las miradas y rostros llenos de cansancio de la clase explotada, sino también levantaría testimonios del racismo y malos tratos que representaban el putrefacto sistema capitalista y valores de la América para los americanos, que si bien nunca se han ido Trump hoy en día se esfuerza totalmente por recuperar a toda costa.
Pasados algunos años y relativamente recuperada la estabilidad de los mercados económicos Yanquis, estos se ven sumergidos en un conflicto más, la Segunda guerra mundial comienza y miles de jóvenes son enviados a las trincheras; los braceros recuperan gran importancia para la industria estadounidense y una segunda oleada llega, esta vez los exámenes médicos y filtros para poder acceder a dicho programa se vuelven cada vez más difíciles.
La Unión Binacional de Ex Braceros, en sus archivos ha dado a conocer alguna serie de fotografías, que pese al anonimato de sus autores son piezas invaluables de la historia de la clase obrera internacional, en donde los grandes empresarios siempre han explotado a los trabajadores, hombres, mujeres y jóvenes, que dejaban sus hogares en busca de mejores condiciones de vida.
Para la década de los 60 se estrena en México la película El bracero del año una deficiente comedia que trata de simplificar la situación de los migrantes, enfocándose en un humor absurdo, básico y lo peor de todo, mofándose de la situación de los desplazados; convirtiendo un cazo de explotación, hacinamiento y atropello de los derechos humanos en una cinta de adoctrinamiento y normalización de la opresión de los EU hacia sus países satélites.
Al paso de las décadas este fenómeno se ha agudizado cada vez más, ahora mujeres y hombres de toda Centroamérica pasan por México con la esperanza de cruzar nuestra frontera norte y mejorar sus condiciones de vida, esta vez en uno de los países responsables de la precaria situación de toda centro y sur américa.
Fotógrafos como Moyses Zuñiga han dedicado su vida a capturar el paso de estas personas; con un estilo impecable donde sin preocuparse demasiado por la composición da toda una cátedra de fotoperiodismo, siempre retratando a los jóvenes y preocupados soñadores tratando de abordar a “La Bestia”.
La peruana Leslie Searles hace los mismo en cuanto a preservar para la historia el peligroso viaje hacia el imperio yanqui; ella, obsesionada con la fotografía en blanco y negro y tomas nocturnas, es capaz de adentrarnos en la soledad del largo y frío viaje; en ocasiones no descarta el levantar fotos de las personas que en su intento por cruzar pierden la vida en el camino, llenándonos la mente con esa incertidumbre que debe ser el verse obligado a salir de tu lugar de origen, solo y en busca de oportunidades.
Crimen organizado, sicarios e invisibilidad es como Fabio Cuttica describe a su propia obra, fotos en HDR y con poca luz describen a la perfección el hacinamiento de los migrante, como los cárteles coludidos con el gobierno mexicano extorsionan a los desplazados e incluso los asesinan; en contraste también retrata las expresiones de solidaridad de personas locales.
Criminalización y explotación de la clase trabajadora, falta de recursos debido a la ambición de grandes empresarios y a los gobierno que les sirven, son algunos aspectos que rodean el viaje de mujeres y hombres que deben arriesgar sus vidas para intentar acceder a oportunidades que jamás han tenido en sus lugares de origen, sumado a los riesgos que se corren en el camino por la descomposición social. Una muestra más de la decadencia, escasez y desigualdad que provoca este cada vez más pútrido sistema capitalista.