El 90% de los niños y niñas de entre 5 y 17 años que trabajan, lo hace de manera ilegal, por que la mayoría no cumple con la edad requerida, o porque los trabajos ponen en riesgo la vida de los niños.
Joss Espinosa @Joss_font
Jueves 9 de noviembre de 2017 16:32
Se estima que en México el 8.4% de niños de entre 5 y 17 años se ven obligados a trabajar. Es decir, 2.5 millones de niños laboran en todo el país, de los cuales el 40% no pudo concluir siquiera la primaria.
En la mayoría de los casos, los niños se ven obligados a dejar las escuelas y trabajar para a completar los gastos familiares, ya que en la actualidad es básicamente imposible sostener una familia promedio con un solo salario.
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En sectores como el campo, las condiciones laborales de los jornaleros son muy graves, trabajos peligrosos y a destajo, por tanto no son remunerados por una jornada laboral, o por el tiempo dedicado al trabajo, sino al terminar el trabajo que les es destinado. Por día tienen que llenar entre 300 y 400 cubetas de 20 litros, recibiendo un pago de 200 pesos. Es aquí donde algunos de los jornaleros llevan a sus hijos a trabajar para completar “la cuota”. A demás de que muchas veces los dueños de las tierra los prefieren por la complexión y flexibilidad que tienen los niños.
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En las zonas urbanas, el porcentaje de niños que trabajan es de 6%, mientras que en el campo es del 10% de la población de dicha edad. El 90% de los niños y niñas que trabajan lo hace de manera ilegal, ya que no cumplen con la edad mínima para trabajar, que corresponde a 14 años, o por que directamente son trabajos que ponen en riesgo la salud y el desarrollo de los niños.
¿Que provoca la explotación infantil?
En un país con altos índices de precarización laboral, sumado a los elevados costos de los productos básicos, muchas de las familias necesitan de más de un sueldo para poder sostenerse, por lo que no sólo ambos padres tienen que trabajar, sino que los niños también deben integrarse al campo laboral.
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Esto se combina con las pocas posibilidades de educación que tienen las escuelas, no sólo por el avance en la privatización de la educación, también por que no hay una garantía de que los niños puedan estudiar sin tener que trabajar, con un sistema integral de becas.
La explotación infantil sirve doblemente a los patrones, pues, por su condición de ilegalidad –en la mayoría de ellos- no cuentan con sueldo, prestaciones, y condiciones mínimas de seguridad. Aprovechan su situación para explotarlos aun más.
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Es claro que ningún gobierno garantizará que esta situación cambie, pues mientras se lavan la cara dando políticas públicas por los niños, siguen sentando las bases para que la explotación infantil continúe.