Con la vuelta a la presencialidad escolar se evidenció aún más cómo miles de chicas y chicos dejaron de ir a la escuela. Según el Ministerio de Educación, a mediados de 2020 un millón de estudiantes habían perdido el vínculo escolar. La responsabilidad estatal detrás de las cifras.

María Díaz Reck Docente y congresal de Suteba La Plata
Miércoles 4 de agosto de 2021 22:34
Esta semana se hizo conocida una "fake news" del gerente de Toyota:“No conseguimos jóvenes con secundario completo”, anunció. Con un gran cinismo, estos capitalistas que buscan explotar jóvenes para abultar sus ganancias y llevarlas al exterior, mientras se ajustan los recursos del Estado para educación, ahora aparecen “preocupados”.
En Argentina, en la juventud, la desocupación trepa al 17 % en los varones que tienen hasta 29 años y casi al 25 % en las mujeres en ese mismo rango etario. A pesar de los trabajos precarios que les ofrecen, la mayoría de esos jóvenes busca trabajo, como confirman las encuestas del propio Indec. La realidad desmiente al gerente de Toyota. Porque hay miles de jóvenes que tienen el secundario completo y aún así, no consiguen trabajo o, si lo consiguen, es a costa de “ más y mejor” precarización.
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Expulsión escolar y expulsión laboral
Así como hay miles de jóvenes sin trabajo, hay miles de jóvenes “ sin escuela”.
La precarización educativa, que viene sufriendo la escuela pública gobierno tras gobierno, se profundizó en el marco de la pandemia.
“Antes de la pandemia, sabíamos que solo la mitad de los adolescentes que ingresaban a la escuela secundaria lograban terminarla. De esos egresados, solo el 27 % lo hace en la edad esperada: el resto, repite al menos una vez. Otro 15 % obtendrá su título más tarde, a partir de programas de terminalidad educativa para jóvenes y adultos” , expresa en una nota publicada en Clarín Iván Matovich, quien es coordinador del Programa de Educación de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).
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Asimismo, los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) junto a Unicef y el Ministerio de Trabajo de la Nación, anunciaron cifras alarmantes: el 16% de los niños, niñas y adolescentes de entre 13 y 17 años que viven en nuestro país, realiza tareas orientadas al mercado y, de ese total, la mitad comenzó a hacerlo durante el período de aislamiento obligatorio instalado en 2020. En ellos el abandono de la escuela es tres veces mayor que entre quienes no trabajan. En 2019 sólo el 43 % de los jóvenes de los hogares con menores ingresos terminó la secundaria.
Las y los trabajadores de la educación vemos diariamente los dramas cotidianos de chicos y chicas que no pueden sostener la continuidad pedagógica porque tienen que salir a changuear, a cartonear, son madres y padres adolescentes, y una inmensa mayoría no tiene conectividad ni insumos para poder estudiar. Un sistema expulsivo los arroja fuera de la escuela.
A confesión de partes...
En junio de este año, el ministro de educación Trotta anunció el Plan Egresar, destinado a 400.000 estudiantes que no pudieron terminar el secundario.
En la presentación de esta iniciativa, el mismo ministro señaló: “Nosotros no creemos que haya jóvenes que abandonan la escuela, sino que sufren la realidad de expulsión del sistema educativo”. Cinismo es poco.
No invirtieron un centavo en conectividad, dispositivos para docentes y estudiantes e infraestructura de las escuelas, que siguen cayéndose a pedazos. Todos estos meses se ahorraron millones, sin actos públicos, y ahora van ofreciendo a cuentagotas, pero no hay creación de cargos.
La profundización de la desigualdad educativa no es una consecuencia natural de la pandemia. Hay una decisión política del gobierno de Fernandez, Kicillof, y todos los gobernadores, donde su prioridad pasa por rendir cuentas a Georgieva y el FMI, beneficiar a los especuladores, banqueros, y a las patronales como... Toyota.
En lo que va del 2021 el gobierno gastó más de $215 mil millones en pago de deuda, esto significa 60 veces más para la deuda que para las becas Progresar.
Para que no siga profundizando esta catástrofe educativa, es urgente que se destine presupuesto a educación, sobre la base del no pago de la deuda, impuesto a los bancos y grandes fortunas.
Mención aparte amerita el rol de las conducciones sindicales, con la Ctera y Baradel a la cabeza. Su política consiste en profundizar su integración al gobierno. No han llamado a una asamblea ni una medida de lucha en lo que va de la pandemia.
Como venimos planteando desde las seccionales Multicolor de Suteba, hacen falta dispositivos y conectividad gratuita para todos alumnos y docentes, creación de cargos y actos públicos masivos, ningún docente sin cargo, ningún estudiante sin docente!
Y como propone Nicolás del Caño desde el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad, para enfrentar la desocupación y las interminables jornadas que hacen muchos trabajadores hay que repartir el trabajo entre todas las manos disponibles, reducir la jornada laboral a 6 hs, 5 días a la semana, con un salario como mínimo equivalente a lo que se necesita para vivir.