El nuevo acercamiento hacia Estados Unidos y la Alianza del Pacífico reabre la discusión sobre el rol de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial.
Sábado 9 de julio de 2016 12:18
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) fueron creados en la época de la segunda posguerra cuando Estados Unidos emerge como gran ganador y se instaura como potencia hegemónica mundial. En el año 1944 se firmaron los llamados “Acuerdos de Bretton Woods”, que dieron origen a ambas instituciones, y tenían como objetivo la creación de un nuevo sistema monetario internacional centrado en el dólar [1].
Con la firma de esos Acuerdos se buscaba evitar el surgimiento de una serie de “devaluaciones competitivas” entre los países dominantes con el fin de ganar mercados en el periodo de posguerra; ese tipo de políticas habían puesto en jaque el sistema monetario del “patrón oro” desencadenando a la crisis norteamericana de 1929. En 1944 se reunieron representantes de 44 países mayormente capitalistas en el complejo hotelero de Bretton Woods y votaron la instauración de un esquema de tipo de cambio fijo en relación al dólar (lo que se conoció como “patrón dólar”), el cual por su parte mantendría una paridad fija con el oro respaldada por las tenencias de metal en poder estadounidense, que por entonces tenía el 80% del total mundial tras haber ganado en la Segunda Guerra.
De esa forma Estados Unidos pasaba en los hechos a controlar la política monetaria del resto de los países del globo, y el funcionamiento del FMI y el BM garantizarían la existencia de los mecanismos necesarios para ello. Para mantener la paridad con el dólar los demás países debían ser superavitarios en su balance exterior (por ejemplo, exportar más de lo que importaban) mientras que Estados Unidos podía ser claramente deficitario ya que era el único emisor de la moneda reconocida como reserva internacional.
Para que los países deficitarios pudieran aumentar sus “reservas internacionales” y mantener la paridad fija, el FMI ponía a disposición prestamos “en moneda internacional”. Esa ayuda estaba a su vez ligada a la participación de cada país en términos de las cuotas de capital inicial otorgadas dentro del organismo asignadas al momento su creación, las cuales obviamente dejaban en desventaja a los países chicos, y a la supervisión de parte del FMI de las políticas que implementaría el país de allí en adelante. Así, lejos de simplemente garantizar la estabilidad internacional evitando devaluaciones competitivas, se consolidaba el marco de dominación financiera global de Estados Unidos.
A comienzos de los años 70’ culminó el esquema de monedas atadas al dólar con una paridad fija y a su vez el dólar dejó de referenciarse en el oro; Estados Unidos había tenido gastos crecientes a consecuencia de la Guerra Fría (y en particular durante la Guerra de Vietnam) y no podía mantener la equivalencia con el metal. Sin embargo, la moneda norteamericana mantuvo su posición como “reserva internacional de valor” sostenida en la confianza de sus poseedores, tal y como lo conocemos hasta nuestros días.
La salida del “patrón dólar” y la adopción de tipos de cambios flexibles hacia 1973 tampoco fue la panacea para la estabilidad económica internacional. Ese periodo además coincidió con el despunte del precio del petróleo comandado por la OPEP que decidió dejar de exportar combustible a los países que habían apoyado a Israel en el enfrentamiento que mantenía con Siria y Egipto, e incluía a Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental. La abultada liquidez “internacional” originada entonces en los “petrodólares” (es decir, los dólares obtenidos por la venta de petróleo) sirvió para alimentar grandes flujos de capitales privados a escala internacional. Ese financiamiento “barato” se dirigió entonces hacia los “países emergentes”: los latinoamericanos que mayormente tenían gobiernos militares y las economías asiáticas.
Ese período de elevado endeudamiento y desarrollo de los mercados financieros internacionales (que desplazaron la importancia de los préstamos de organismos hacia un esquema de libre mercado cada vez más complejo, como lo conocemos hoy día) culminó en los años 80’ desencadenando en América Latina la llamada “crisis de deuda”, los default sucesivos ocasionados por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y en Europa ante las nuevas condiciones de menor liquidez global.
Entonces el FMI heredó un nuevo papel ante los problemas de deuda de países emergentes y ante las crisis financieras internacionales. Para que los países pudieran refinanciar la deuda externa, tomada por privados pero que sus gobiernos habían estatizado, el Fondo imponía programas económicos al cumplimiento de los cuales condicionaba la liberación de nuevos préstamos. Programas neoliberales fuertemente antipopulares, basados en la reducción del déficit fiscal y el control de la inflación, según las fórmulas establecidas en el denominado “Consenso de Washington” firmado en 1989 y que enunciaba una serie de políticas pro-mercado que aplicarían los países de la región durante la década del 90’. Recordemos en 1995 se creó la OMC, destinada también a defender políticas de liberalización y apertura comercial en todos los países miembro.
En cuanto a la administración de crisis financieras globales, el FMI, el BM y otras organizaciones (como las llamadas “Normas de Basilea” I, II y III, que son recomendaciones para legislar la operatoria de los bancos discutidas en el marco del G-10) plantean la necesidad de establecer nuevos esquemas de regulación financiera y crear una arquitectura financiera internacional con mayores niveles de supervisión de las prácticas de agentes privadas y bancos, pero con escasas consecuencias en la práctica, y tal como dejan ver las sucesivas crisis financieras de los últimos años.
Las funciones que históricamente tuvieron los organismos internacionales como el FMI, el BM y la OMC, para citar los casos más conocidos de andamiajes institucionales creados bajo la excusa de garantizar la estabilidad internacional, tendieron en realidad a fortalecer un esquema de dominación política y económica detentado hegemónicamente por Estados Unidos y el dólar. El acercamiento de Argentina nuevamente hacia las “relaciones carnales” con el país del norte, como se ve con la firma de la Alianza Pacífico, lamentablemente solo contribuye a reforzar la condición de Argentina como país dependiente y atrasado.
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Notas
[1] Durante las negociaciones de Bretton Woods se consideró la necesidad de crear un tercer organismo internacional para las cuestiones comerciales, pero no hubo acuerdo con Estados Unidos. Posteriormente en 1948 se firmó el “Acuerdo General de Aranceles y Comercio” (GATT por sus siglas en inglés) que estableció el marco para la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario