El intelectual norteamericano, fallecido el 17 de febrero pasado, se hizo reconocido internacionalmente en 1983 con su obra The Case for Animal Rights (Una defensa del derecho de los animales).
Miércoles 22 de febrero de 2017 15:34
Tom Regan fue una de las figuras más importantes e influyentes en la causa por los derechos de los animales en el pensamiento occidental, sentando importantes bases teóricas y abriendo el debate a nivel mundial. Pero además de ser filósofo y un reconocido profesor universitario de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU), también fue un incansable activista. Su filosofía tuvo gran influencia fuera de la academia y permitió pensar a los animales desde otro ángulo.
Su libro más importante es The Case for Animal Rights, publicado en 1983, en una época donde el activismo animalista estaba consolidándose en pleno siglo XX. Este libro no ha sido aun traducido al español, pero su título significa La causa por los derechos animales o Una defensa del derecho animal, en el sentido de que “case” implica “defensa argumentada”. Este libro, junto a “Liberación Animal” de Peter Singer, publicado tiempo antes, generan las bases para un debate impostergable y un nuevo campo teórico, además de ser fundamento para cambios en el estatus legal de los animales.
Tal como señala el filósofo español Oscar Horta, el objetivo de Regan es “construir una teoría propia que dé cuenta de nuestras obligaciones morales (hacia los animales). Su idea es que una vez que hayamos asumido la validez general de esta teoría, habremos de comprobar qué es lo que esta nos dice cuando nos preguntamos si la discriminación de los animales no humanos se encuentra justificada. En ese momento, tendremos que concluir cuáles son las repercusiones prácticas que de ello se derivan”.
The Case for Animal Rights es una defensa de la posibilidad del derecho aplicado a los animales no humanos, en una época donde esto era ridiculizado. Para Regan no se trataba simplemente de tomar el lenguaje del derecho y trasladarlo a los animales, como una forma de mostrar una injusticia o hacer un uso político espontáneo, como por ejemplo sucede en la teoría de Peter Singer, quien solo lo ve como una herramienta útil pero no centra su eje allí.
Regan sostenía que existen una serie de derechos básicos que no deben ser violados y que los derechos animales no son una mera analogía de los derechos humanos aplicados a animales. Al contrario, pueden encontrarse bases fuertes para sustentarlos.
Un argumento muy utilizado para negar derechos a los animales es que no pueden tener responsabilidades, más allá de que puede ser moralmente cuestionable el maltrato o la crueldad. Es decir, que a los animales “no les corresponde derechos” sino que solo se puede aplicar el derecho en humanos; y, en última instancia, abogar por un “buen trato” a los animales.
Pero, frente a esta objeción, Regan señalaba que si observamos bien, muchos humanos justamente son protegidos por el derecho mediante garantías fundamentales (derecho a la vida, a la integridad física, a la no-tortura, a la libertad, etc.) aunque no sean capaces de asumir responsabilidades, tal como sucede con los recién nacidos y los menores de edad, las personas con capacidades diferentes o los ancianos. Es decir, gozar de un derecho fundamental no implica siempre ejercer una responsabilidad, un derecho es algo que “le corresponde a alguien” por sí mismo y limita lo que los demás son libres de hacer con él. Así, explica, “los demás no son libres de desfigurar mi cuerpo, negarme la libertad o quitarme la vida a su antojo. Su libertad termina donde mis derechos empiezan”. En este sentido, hay que hacer un análisis más profundo y ver qué comparten animales humanos y no humanos para poder hablar de “derechos fundamentales”. Así, postula que el derecho corresponde si un ser es “sujeto de una vida”, al que define con una serie de características: tener deseos, memoria, sentimientos, intereses, conciencia, capacidad de actuar o seguir objetivos, y una existencia individual, más allá de ser útil a los intereses de otro ser. Estas características no son exclusivas de los humanos, porque no somos animales excepcionales, tal como estudios científicos recientes del campo de la etología también sostienen.
Regan intenta dar una base teórica sólida al derecho animal y en sentido estricto, en muchos aspectos es más radical que el mismo Peter Singer. Su defensa implica que la mayoría de los usos que hacemos de los animales es injustificable.
Regan no siempre fue un defensor de los animales. Antes, incluso, trabajó como carnicero. En una entrevista cuenta: “Desearía poder decir que desde siempre, pero tristemente eso no es verdad. Durante al menos la mitad de mi vida no he tenido conciencia animal, como yo la llamo. Excepto hacia los animales con los que he compartido mi vida, los demás animales podrían muy bien haber sido bloques de madera. Quiero decir, antes en mi vida incluso trabajé como carnicero. Y también como carpintero. Por lo tanto, como digo, los otros animales eran para mí como fueron los bloques de madera con los que trabajé como carpintero”.
Derecho animal en Argentina: ¿cosas, seres sintientes o sujetos?
La legislación argentina aun sostiene una visión contradictoria de los animales. Por un lado, en el Código Civil, los animales aparecen como “bien mueble”, es decir, como objetos que pertenecen a propietarios particulares o colectivos. Pero, por otro, en el Código Penal, bajo la ley 14.346 sancionada en 1954, son posicionados como seres sintientes que deben ser protegidos de actos de crueldad.
No obstante, la declaración de la orangutana Sandra como “sujeto no humano” en 2014 por la justicia tras la presentación de un habeas corpus, sienta un antecedente importante. Exige que mejoren sus condiciones de vida tras 30 años de cautiverio y deje de ser exhibida en el Zoo de Buenos Aires como objeto de su propiedad. Esto repercute en otros casos similares que se están judicializando y pone en la mira de los activistas toda la industria del entretenimiento con animales, como otros zoológicos y los oceanarios Mundo Marino y Mar del Plata Aquarium; donde animales complejos y de gran inteligencia son sometidos a una existencia de confinamiento, estrés, baja calidad de vida, etc. con el solo objetivo de satisfacer un mercado. Con el cambio de visión sobre los animales, estas y otras prácticas de opresión comienzan a verse como injustificadas.
Además, en 2016 la Universidad de Buenos Aires inauguró la cátedra de Derecho Animal, haciéndose eco de un reclamo largamente sostenido dentro y fuera de la comunidad académica.