Samir Amin, economista egipcio de 86 años de edad falleció la tarde del domingo, víctima de un tumor cerebral.
Lunes 13 de agosto de 2018
El teórico y economista Samir Amin siempre se reivindicó comunista. Crítico de la Unión Soviética y del estalinismo, para él este no era el socialismo por el que había que luchar.
Autor de numerosos libros que cuestionan el subdesarrollo y el funcionamiento de la economía mundial capitalista, Samir Amin fue también profesor de las universidades de Poitiers, Dakar y París. Desde ahí abordó estudios sobre política, estadística y economía, volviéndose una referencia para discutir desde el marxismo sobre las Relaciones Internacionales y la globalización capitalista.
Samir Amin desarrolló un extenso estudio sobre la mundialización. Para él este es un fenómeno tan antiguo como la humanidad, sin embargo, en las antiguas sociedades la mundialización ofrecía oportunidades para las regiones menos avanzadas de alcanzar a las demás. Por el contrario, la mundialización moderna, asociada al capitalismo, es polarizante por naturaleza. Es decir que la lógica de expansión mundial del capitalismo produce en sí misma una desigualdad creciente entre los socios del sistema.
Amin fue uno de los teóricos que resistieron la avanzada ideológica burguesa luego de la caída del muro de Berlín. Comenzó militando en el Partico Comunista, se acercó luego al maoísmo para terminar siendo un analista crítico de la realidad contemporánea. Así escribía Samir Amin sobre los nuevos tiempos que se abrían luego del desmoronamiento del bloque soviético y cuando se buscaba imponer la idea de que “no había alternativa” ya al capitalismo:
El principio mismo de la democracia se basa en la posibilidad de tomar decisiones alternativas. Ya no es necesaria la democracia, ya que la ideología hizo aceptable la idea de que ’no hay alternativa’. La adhesión a un principio meta-social de racionalidad superior permite la eliminación de la necesidad y la posibilidad de elegir.
El llamado principio de la racionalidad de los "mercados" cumple exactamente esta función en la ideología del capitalismo obsoleto. La práctica democrática queda así vaciada de todo contenido en la medida en que se abre a lo que he llamado "democracia de baja intensidad", es decir, a bufonadas electorales donde los desfiles de majorettes toman el lugar de los programas, a la sociedad del espectáculo. Deslegitimada por estas prácticas, la política se deshace, comienza a desviarse y pierde su poder potencial para dar sentido y coherencia a proyectos sociales alternativos.
Un interesante autor que las nuevas generaciones tenemos que leer con ojo crítico para pensar en cómo funciona el sistema mundial capitalista, a qué realidad nos arroja y cómo podemos hacerle frente pues no es “la única alternativa”.