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ECOLOGÍA Y MARXISMO. Marx, Engels y el “Químico Rojo”: El legado olvidado de Carl Schorlemmer

Gracias a los nuevos estudios sobre las Obras Completas de Marx-Engels se puede reconocer hoy la gran influencia del destacado químico alemán sobre los padres del socialismo científico.

Sábado 6 de mayo de 2017

Una base para la vida y otra para la ciencia es, a priori, una mentira.
Karl Marx

En las últimas décadas del siglo XX, una idea peculiar se apoderó en sectores de la academia. Esta sostenía que Karl Marx y Frederick Engels, quienes trabajaron en armonía por cuarenta años, lejos de ser los más cercanos camaradas y colaboradores, discrepaban sobre cuestiones fundamentales de la teoría y la práctica.

Sus supuestos desacuerdos se referían a la naturaleza y a las ciencias naturales. Por ejemplo, Paul Thomas diferencia "el bien conocido interés de Engels por las ciencias naturales" con "la falta de interés de Marx", sugiriendo que "Marx y Engels estaban separados por un abismo conceptual que podría haber resistido todos los intentos por ocultarlo". De igual forma, Terrence Ball razona que "la idea (posteriormente expuesta por Engels) de que la naturaleza existe de manera independiente y previa a los intentos del hombre por trasformarla, es absolutamente ajena al humanismo de Marx". En la visión de Ball, las distorsiones de Engels de la filosofía marxista son directamente responsables de "algunos de los rasgos más represivos de la práctica Soviética". En una visión aún más extrema, Terrell Carver y otros insisten en que Marx no era marxista, que el marxismo fue una doctrina inventada por Engels, cuyo materialismo científico era contrario al humanismo liberal de Marx.

Desde una perspectiva un poco diferente, Theodor Adorno, Alfred Schmidt, y otros asociados a la Escuela de Frankfurt y el marxismo occidental han argumentado que el materialismo histórico se aplica solamente a la sociedad humana, por lo que los esfuerzos de Engels para adaptarlo a las ciencias naturales en su trabajo inconcluso Dialéctica de la Naturaleza, eran distorsiones intelectuales que iban contra el método marxista.

Los defensores de Engels han respondido que Marx y Engels tenían una división del trabajo, en la cual Engels estudiaba ciencia y Marx no lo hacía, pero un creciente cuerpo de investigación muestra que esta respuesta cede demasiado terreno al alegato anti-Engels. Como escribe Kohei Saito, la división del trabajo es una ilusión: "A pesar de que Engels es más conocido por sus escritos sobre ciencias naturales... Marx era un estudioso igualmente agudo en muchos de los mismos temas".

Nuevos estudios de los cuadernos de Marx, que por mucho tiempo no estuvieron disponibles, están siendo publicados en la masiva Marx-Engels-Gesamtausgabe (Obras Completas de Marx-Engels). Éstos refutan decisivamente las aseveraciones de que Marx no estaba interesado en las ciencias naturales o que las consideraba irrelevantes para sus políticas.

“Los cuadernos de Marx nos permiten ver claramente sus intereses y preocupaciones antes y después de la publicación del primer volumen de El Capital en 1867, y las direcciones que podría haber tomado a través de su investigación intensiva en disciplinas como biología, química, geología y mineralogía, mucho de lo cual él no fue totalmente capaz de integrar en El Capital. Mientras el gran proyecto de El Capital permanecería inconcluso, en los quince últimos años de su vida Marx completó un enorme número de cuadernos con fragmentos y extractos. De hecho, un tercio de sus cuadernos corresponde a este período y casi la mitad de ellos tienen que ver con las ciencias naturales. La intensidad y el alcance de los estudios científicos de Marx es asombrosa”. (Saito)

A medida que este material se vuelve disponible para el estudio, puede arrojar nueva luz sobre el rol de Carl Schorlemmer, un científico profesional cuyas importantes contribuciones al desarrollo del socialismo científico han sido injustamente ignoradas. La mayoría de los relatos sobre la vida de Marx y Engels, si es que mencionan a Schorlemmer, lo hacen sólo como un amigo, sin reconocer su influencia sobre sus estudios de las ciencias naturales. Es tiempo de restablecer esta figura descuidada a su legítimo lugar en la tradición marxista (y engelsiana).

Químico y camarada

Carl Schorlemmer nación en 1834 en Darmstadt, en la región del Rin-Meno de lo que ahora es Alemania. Hijo de un carpintero, estudió farmacia en el colegio técnico de Darmstadt y química en la Universidad de Giessen. En 1859 fue contratado como asistente del profesor de química Henry Roscoe en el Colegio Owens de Manchester, donde vivió el resto de su vida.

Schorlemmer fue uno de los más dotados y respetados químicos de su tiempo. En su primera década en Manchester publicó más de dos docenas de trabajos científicos, la mayoría de ellos estudios innovadores de la química de los hidrocarburos. Fue elegido fellow de la Real Sociedad en 1871, y designado en la primera cátedra de química orgánica de Inglaterra, en el Colegio Owens, en 1874. Sirvió como vicepresidente de la sección química de la Acedemia Británica en la década de 1880, y cuando recibió un doctorado honoris causa de la Universidad de Glasgow en 1888, el presentador lo describió como "uno de los escritores vivos más grandes y una de las mayores autoridades en química orgánica". Después de su muerte, el Colegio Owens gastó 4800 libras -equivalente a un millón de la actualidad- para construir y equipar el Laboratorio Memorial de Schorlemmer, la primera instalación en Inglaterra dedicada íntegramente a la química orgánica.

Y él era un comunista.

Frederick Engels vivió en Manchester de 1850 a 1870, trabajando en una compañía textil propiedad a medias de su padre. Él odiaba el trabajo, pero vivir en la primera gran ciudad industrial del mundo le daba la oportunidad de aprender de primera mano sobre la clase obrera inglesa e irlandesa, guiado por su esposa, Mary Burns, y sobre el desarrollo del capitalismo industrial. Probablemente fue este último estudio el que lo condujo a la taberna Thatched House, donde jóvenes científicos alemanes empleados en las industrias químicas en auge en los alrededores de Manchester, se reunían periódicamente para discutir sobre ciencia, negocios e industria y, como es inevitable en un grupo de expatriados, sobre política alemana. En uno de esos encuentros, probablemente en 1865, Engels conoció a Carl Schorlemmer, "uno de los mejores compañeros que he conocido por mucho tiempo", según lo describió a Marx.

Schorlemmer se volvió ráidamente uno de los amigos más cercanos de Engels en Manchester, y fue bienvenido en el círculo familiar de Marx en Londres. Su sentido del humor hizo que Marx lo apodara "Jollymeier", sobrenombre que se mantuvo por el resto de su vida. Era un visitante frecuente en las casas de las familias Marx y Engels, y pasó la mayor parte de sus vacaciones de verano con ellos en Londres o en la playa. Acompañó a Engels en visitas a Estados Unidos y Canadá en 1888 y a Noruega en 1890.

En su relato del funeral de Marx en 1883, Engels escribió que "las ciencias naturales estaban representadas por dos celebridades de primera clase, el profesor de zoología Ray Lankester y el profesor de química Schorlemmer, ambos miembros de la Real Sociedad de Londres.” En una carta a Eduard Bernstein, Engels describió a Schorlemmer como “luego de Marx, sin lugar a dudas el hombre más eminente en el partido socialista europeo”.

Marx, Engels y Schorlemmer eran de esta forma más que amigos – ellos compartían un compromiso político y una visión social. Engels más tarde recordó que, cuando se conocieron, el químico ya era "un comunista completo" y lo había sido durante varios años: "todo lo que tenía que aprender de nosotros eran los fundamentos económicos de una convicción que hace mucho tiempo había ganado". Como parte de este proceso de enseñanza, Engels compartió con él las copia de prueba del primer volumen de El Capital, antes de que la obra maestra de Marx fuera publicada.

Schorlemmer se unió a la Asociación Internacional de Trabajadores (la Primera Internacional) y al Partido Socialdemócrata Alemán. Cuando la policía parecía estar abriendo las cartas de Marx y Engels, él permitió que su domicilio fuera usado para su correspondencia y paquetes, y durante sus viajes a conferencias científicas en el continente, ayudó a fortalecer los vínculos con otros socialistas. En una de esas visitas, en 1883, la policía lo detuvo y registró la casa de su familia, porque su presencia en el funeral de Marx había sido mencionada en la prensa socialista. Se sospechaba (y probablemente se cierto) que introducía de contrabando en Alemania literatura socialista prohibida.

Pero la contribución más duradera de Schorlemmer fue ayudar a Marx y Engels a comprender los últimos desarrollos en las ciencias naturales. "Un químico me ha explicado recientemente el experimento de Tyndall con la luz", fue la primera mención de Engels a Marx sobre su nuevo amigo. Seguirían muchas más explicaciones de los últimos avances en la ciencia.

Desafortunadamente, su relación está mayormente indocumentada. Durante los primeros cinco años de su amistad, Schorlemmer y Engels vivieron en Manchester, por lo que no hay cartas entre ellos. Después de que Engels se trasladó a Londres en 1870, "la mayor parte de nuestra animada correspondencia se refería a las ciencias y los asuntos del partido", pero ninguno de esos intercambios ha sobrevivido. Así que debemos depender de las cartas entre Marx y Engels para una imagen valiosa, si bien incompleta, de su larga colaboración con el hombre que ha sido llamado el "químico rojo".

Dialéctica y ciencia

La investigación de Marx para El Capital incluyó un cuidadoso estudio del trabajo de Justus von Liebig sobre la química agrícola, que describió como "más importante para este tema que todos los economistas reunidos". John Bellamy Foster ha demostrado que esta investigación fue central para el desarrollo del concepto de Marx de una "ruptura metabólica" entre la sociedad capitalista y la naturaleza. Poco después de que el primer volumen de El Capital se publicara en 1867, Marx le pidió a Schorlemmer, a quien aún no había conocido, ayuda para continuar con esos estudios. Habiendo "tomado un gusto extraordinario al compendio de Schorlemmer", es decir, la traducción alemana de Schorlemmer y la revisión del libro de texto corto de Roscoe sobre Química, Marx escribió a Engels:

“Quisiera que Schorlemmer me indicara cuál es el último y mejor libro (alemán) sobre química agrícola. Además, ¿cuál es el estado actual de la disputa entre quienes sostienen los fertilizantes minerales y quienes apoyan los fertilizantes nitrogenados? (Desde la última vez que le di un vistazo al tema, todo tipo de cosas nuevas han aparecido en Alemania.) ¿Sabe algo acerca de los alemanes que de manera más reciente han escrito en contra de la teoría del agotamiento del suelo de Liebig? ¿Conoce la teoría aluvional del agrónomo de Munich Fraas (profesor de la Universidad de Munich)? Para el capítulo sobre la renta de la tierra tendré que ser consciente del estado último de esta pregunta, al menos hasta cierto punto. Dado que Schorlemmer es un experto en este tema, debe ser capaz de dar información”.

¡Nadie podría razonablemente describir al autor de esa carta como quien exhibe "falta de preocupación" por la ciencia!

Esta petición particular de información científica no fue compensada -la respuesta de Schorlemmer contenía poco que fuera nuevo para Marx- pero fue un comienzo. Marx se reunió con Schorlemmer en 1868, cuando éste visitó Londres para presentar un artículo sobre química orgánica a la Real Sociedad, y posteriormente le dirigió sus preguntas directamente. En 1870, por ejemplo, pidió la opinión de Schorlemmer sobre un artículo en el periódico La Marseillaise sobre la posibilidad de fabricar algodón-pólvora (nitrato de celulosa) con fines militares y mineros.

Schorlemmer no era sólo una fuente de hechos. Marx y Engels aprendieron rápidamente que los intereses y la experiencia de su amigo iban mucho más allá de su investigación pionera en hidrocarburos. "Aparte de esta, su especialidad... él también dedicó una gran atención a lo que se llama química teórica, es decir, a las leyes básicas de esta ciencia, y la forma en que encaja con las ciencias relacionadas, es decir, la física y la fisiología," escribió Engels en un tributo conmemorativo. "Él era particularmente capaz en este campo. Probablemente fue el único científico importante de su época que no despreció aprender de Hegel".

Podemos ver este aspecto de Schorlemmer en mayo de 1873, cuando Engels escribió a Marx, que visitaba Manchester, pidiendo por comentarios sobre algunos "puntos dialécticos sobre las ciencias naturales" que se le habían ocurrido.

“El objeto de la ciencia: la materia en movimiento, los cuerpos. Los cuerpos no pueden separarse del movimiento, sus formas y tipos sólo pueden aprehenderse en movimiento; no se puede decir nada de cuerpos separados del movimiento, separados de toda relación con otros cuerpos. Sólo en movimiento el cuerpo revela lo que es. De ahí que la ciencia natural obtenga conocimiento sobre los cuerpos examinándolos en su relación mutua, en movimiento. La cognición de las diversas formas de movimiento es la cognición de los cuerpos. La investigación de estas diversas formas de movimiento es, pues, el principal objeto de las ciencias naturales.

1. La forma más simple de movimiento es cambiar de lugar (en el tiempo, para hacerle un favor al viejo Hegel) – el movimiento mecánico.

a) No hay tal cosa como el movimiento de un solo cuerpo, pero relativamente hablando se puede hablar de un cuerpo que cae en tales términos. Movimiento hacia un centro común a muchos cuerpos. Sin embargo, tan pronto como un solo cuerpo se mueve en una dirección que no sea hacia el centro, las leyes de la caída todavía se aplican, es cierto, pero se modifican

b) en las leyes de las trayectorias y conducen directamente a la interacción de muchos cuerpos -planetarios, etc., movimiento, astronomía, equilibrio- temporaria o aparentemente al movimiento mismo. El resultado real de este tipo de movimiento, sin embargo, es siempre el contacto de los cuerpos móviles; ellos caen uno en el otro.

c) Mecánica de contacto -los cuerpos en contacto. Mecánica ordinaria, palancas, planos inclinados, etc. Pero esto no agota los efectos del contacto. El contacto se manifiesta directamente en dos formas: fricción e impacto. Es una característica de ambos que, en ciertos grados de intensidad y bajo ciertas condiciones, dan lugar a nuevos efectos, ya no de carácter meramente mecánico: calor, luz, electricidad, magnetismo.

2. La física propiamente dicha, la ciencia de estas formas de movimiento, establece el hecho de que después de investigar cada forma de movimiento por separado, se fusionan unas con otras bajo ciertas condiciones, y finalmente descubre que dado un cierto grado de intensidad, que varía para diferentes cuerpos móviles, todos producen efectos que trascienden la física; cambios en la estructura interna de los cuerpos-efectos químicos.

3. Química. En el caso de las formas de movimiento precedentes era más o menos indiferente si los cuerpos bajo investigación eran animados o inanimados. De hecho, los objetos inanimados revelaron la naturaleza de los fenómenos involucrados en su mayor pureza. La química, por otro lado, sólo puede descubrir la naturaleza química de los cuerpos más importantes mediante el uso de sustancias derivadas del proceso de la vida. Su tarea principal es, cada vez más, la de producir estas sustancias en forma sintética. Forma la transición a la ciencia de los organismos, pero el punto dialéctico de la transición sólo puede construirse cuando la química ha efectuado la transición real o está a punto de hacerlo.

4. Organismo -por ahora no me atrevo a ninguna especulación dialéctica sobre el tema”.

Engels llegó a la conclusión de que "puesto que estás en el centro mismo de las ciencias naturales" -una referencia jocosa al hecho de que Marx permanecía temporalmente en la pensión donde vivía Schorlemmer- estaría en la mejor posición para juzgar si estos pensamientos tenían sentido.

Éstos eran realmente puntos dialécticos. Toda la materia está en movimiento constante. Bajo ciertas condiciones, el cambio en el lugar o el tiempo se convierte en cambio cualitativo: la energía mecánica se transforma en calor, luz, electricidad o magnetismo. Los cambios físicos a su vez producen cambios químicos, y los cambios químicos dan lugar a organismos vivos. En cada "punto dialéctico de transición" surge algo completamente nuevo.

Si, como dicen algunos críticos, Marx rechazaba la aplicación de la dialéctica a la naturaleza no humana, es probable que Engels hubiera esperado y recibido críticas agudas, pues Marx nunca se mostró reacio a discutir. Pero Marx no objetó, ni asumió que su propia comprensión de la dialéctica lo calificara para juzgar los pensamientos de Engels sobre las ciencias naturales. En lugar de eso, respondió que había aprendido mucho de la carta de Engels ("me instruyó de una gran manera"), pero que "no se atrevería a juzgar hasta que tuviera tiempo de reflexionar sobre el asunto y consultar a las ’autoridades’". Las "autoridades", por supuesto, significaba Carl Schorlemmer. En estas cuestiones Marx se sometía a un profesional. Su carta concluye: "Schorlemmer leyó su carta y dice que está esencialmente de acuerdo con usted, pero se reserva su juicio sobre los detalles".

Devolvió la carta de Engels con notas marginales añadidas por el químico. Al lado del punto 1, sobre la investigación de la materia en movimiento siendo el principal objeto de las ciencias naturales, Schorlemmer escribió: "Muy bien; Mi propia opinión. C.S."Al lado de la discusión sobre el movimiento mecánico: "¡Exacto!". Al lado del párrafo sobre el cambio químico que conduce a la vida: "¡Ése es el punto!" Y junto al comentario de Engels de que no especularía sobre los organismos por ahora, Schorlemmer estuvo a la altura de su apodo Jollymeier al garabatear "Ni tampoco yo C.S.".

Los tres socialistas discutieron extensamente estos y otros temas relacionados durante sus frecuentes visitas a los hogares de cada uno. Los "puntos dialécticos" de Engels, en forma más desarrollada y detallada, son temas clave de sus dos grandes proyectos de la década de 1870: los borradores incompletos y las notas publicadas mucho después de su muerte como Dialéctica de la Naturaleza y la muy influyente La Revolución en la Ciencia de Herr Eugen Dühring (más conocido como Anti-Dühring), escrito y publicado en 1876-78, que lidia extensamente con la dialéctica y las ciencias naturales. Aunque las contribuciones de Schorlemmer a esas obras no fueron reconocidas en el texto -probablemente por preocupación de que su mención en un libro comunista pudiera dañar su carrera o poner en peligro a su familia en Alemania- éstas eran sin duda sustanciales.

Engels escribió más tarde que había leído el Anti-Dühring en voz alta a Marx antes de que fuera publicado, y que Marx estaba de acuerdo con él. Los críticos que citan a Anti-Dühring como ejemplo de los desacuerdos de Marx y Engels han acusado a Engels de mentir sobre este punto. Paul Thomas, por ejemplo, lo llama "una afirmación curiosa, ya que Marx no estaba incapacitado ni postrado en la cama en el momento en que fue escrito, y escuchar un recitado de su pesado contenido habría abrumado la paciencia de Job". Téngase en cuenta, sin embargo, que el Anti-Dühring fue escrito y publicado a lo largo de dos años, y dado lo que sabemos de sus relaciones de trabajo, es probable que Engels y Marx -y Schorlemmer, cuando estaba en Londres- leyeran y discutieron juntos borradores manuscritos. La manera más fácil de hacerlo habría sido que Engels empezara por leer en voz alta.

Nótese también que el propio Marx contribuyó con un capítulo sobre economía en el Anti-Dühring y que en 1880 escribió la introducción a tres capítulos del libro que se publicaron por separado como Socialismo: Utópico y Científico. Es improbable que hubiera hecho algo así por un libro que no hubiera leído, y mucho menos por uno con el que estaba en fundamental desacuerdo.

Este intercambio intelectual de varios años entre Marx, Engels y Schorlemmer no fue unidireccional. La copia de Marx del Tratado de Química de Schorlemmer incluye una nota manuscrita del autor en la portada, reconociendo "muchas correcciones y algunas sugerencias... de la mano de Karl Marx".

En 1885 Schorlemmer le dijo a un reportero de la revista Revue Scientific que "si los químicos logran obtener artificialmente proteínas, será en forma de protoplasma vivo" y que "el enigma de la vida sólo puede resolverse mediante síntesis de proteínas". Este concepto fue tomado prestado directamente del Anti-Dühring. Engels comentó que, al presentar esa especulación como su propia opinión, "Schorlemmer hizo algo audaz, porque si cae de plano, la culpa será suya, mientras que si se vuelve popular, será el primero en darme el crédito".

Más tarde, mientras preparaba la segunda edición de su libro El Ascenso y Desarrollo de la Química Orgánica, Schorlemmer añadió una cita del Anti-Dühring, dando a Engels el pleno crédito, para explicar cómo la cantidad muta en calidad en los diversos hidrocarburos: "cada nuevo miembro es traído a la existencia con la adición de CH2 a la molécula de la precedente, y este cambio cuantitativo en la molécula produce cada vez un cuerpo cualitativamente diferente".

Después de la muerte de Schorlemmer en 1892, Engels comentó que sería difícil encontrar un biógrafo que pudiera hacer justicia a su vida. Exigiría a alguien "que no sólo fuera químico, sino también socialdemócrata y no sólo socialdemócrata sino también químico y, además, químico que ha estudiado de cerca la historia de su disciplina desde los tiempos de Liebig". Eso, por supuesto, fue una descripción del propio Schorlemmer, un hombre cuyos talentos únicos le permitieron trabajar con Marx y Engels en el desarrollo de un cuerpo de pensamiento que integró ideas de las ciencias sociales y naturales.

Tendiendo puentes sobre el Golfo

En una famosa conferencia en la Universidad de Cambridge en 1959, el novelista y científico británico C. P. Snow denunció la división del mundo académico en "dos culturas", con las ciencias naturales por un lado y las humanidades por el otro, separadas por un "golfo de incomprensión mutua". Mientras cuestionaba a ambas partes, estaba particularmente indignado por la actitud de desprecio arrogante que muchos especialistas en humanidades mostraron hacia la ciencia y los científicos.

En el momento en que Snow hablaba, partes de la izquierda académica en Europa Occidental y América del Norte también fueron infectadas por una versión del virus de las "dos culturas", y la enfermedad se ha extendido y empeorado desde entonces. Cuando un prominente académico de izquierda llama a la ecología "el nuevo opiáceo de las masas", y otro describe el Antropoceno como "el concepto ambientalista más peligroso de nuestros tiempos" -y ninguno parece haber leído la literatura científica pertinente- entonces claramente estamos tratando con prejuicios anticiencia, no con análisis razonado.

Su relación con Carl Schorlemmer demuestra que Karl Marx y Frederick Engels no habrían tenido paciencia con los intentos de construir muros políticos o filosóficos entre las ciencias sociales y las naturales. Como escribieron en 1846, en la primer reseña completamente desarrollada del materialismo histórico: "Sólo conocemos una sola ciencia, el estudio de la historia. Uno puede mirar la historia desde dos lados y dividirla en la historia de la naturaleza y la historia de los hombres. Sin embargo, las dos partes son inseparables; la historia de la naturaleza y la historia de los hombres dependen entre sí mientras exista el hombre".

Cuando Marx y Engels escribieron esas palabras, estaban desarrollando la base filosófica del socialismo científico. Un principio definitorio de esa filosofía era que el pensamiento aislado de la práctica carece de sentido: "El hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la devoción de su pensamiento a las cosas de este mundo material en la práctica". Lo que realmente estaban proponiendo podría ser mejor visto como un conjunto de hipótesis que requerían ser puestas a prueba en el mundo real.

Durante el resto de sus vidas, Marx y Engels pusieron a prueba sus ideas sobre cómo el mundo funciona y cambia, a través de la participación activa en los movimientos obreros y mediante un intenso estudio de la historia, la economía y, crucialmente, las ciencias naturales. Lo hicieron no sólo para satisfacer su curiosidad intelectual, aunque ambos la tuvieron en abundancia, sino porque sabían que era imposible comprender y combatir el capitalismo sin una comprensión profunda y rigurosa del contexto material en el que se había desarrollado y podría cambiar en el futuro. Para ellos y para Carl Schorlemmer, el estudio científico de la naturaleza era inseparable de la lucha por un mundo mejor.

* Ian Angus es el editor de Climate and Capitalism y es autor de A Redder Shade of Green: Intersections of Science and Socialism, próximamente por Monthly Review Press. Este artículo fue publicado por primera vez en Monthly Review en marzo de 2017 y ha sido publicado en La Izquierda Diario con autorización de su autor. Ha sido traducida por Santiago Benítez.


Ian Angus

Ian Angus es editor del periódico “Climate & Capitalism” y autor de “Facing the Anthropocene: Fossil Capitalism and the Crisis of the Earth y A Redder Shade of Green: Intersections of Science and Socialism”.