Las elecciones gallegas del 12 de Julio aportaron una amarga “certeza”, la reedición de la mayoría absoluta para el PPdG; una gran “sorpresa”, la subida histórica del BNG, y un “secreto a voces”, el hundimiento total del neorreformismo, con Galicia en Común (Podemos, IU y Anova) sin obtener ninguna representación.
Lunes 13 de julio de 2020
En cuanto a los datos de participación, todavía tenemos que tomarlos con cautela, ya que faltan por contabilizar los votos de las personas emigradas, que suelen tener una participación mucho menor, por lo que los datos de participación con respecto a todas las personas con derecho a voto, no solamente los que residen en Galicia puede que ofrezcan un resultado menor que el 58,88 % que ahora conocemos. Sin contar con los votos del extranjero en las elecciones del 2016 un 63,75 % de la población en Galicia realizó su derecho al voto, lo que acabó siendo un 53,63 % contabilizando los votos de la emigración. Así, podemos decir que, al menos, la participación ha bajado en Galicia alrededor de 5 puntos.
En gran medida esto es así debido a la situación de pandemia en la que vivimos, con un rebrote que ha hecho confinar A Mariña, lo que ha desembocado en un aumento de la abstención mayor en las ciudades gallegas, donde hay más población y riesgo de contagio, y también más votantes de izquierdas. Así la abstención aumentó de entre 4,26 puntos en Santiago de Compostela hasta 7,62 puntos en Ourense.
El Partido Popular de Galicia reeditó sus 41 escaños, muy por encima de los 38 necesarios para la mayoría absoluta, a la espera del voto en el exterior que puede darle un escaño más, y obtuvo el 47,98 % de los votos. El BNG obtuvo un 23,8 % de los votos, su segundo mejor porcentaje de voto en la historia, y 19 escaños el mejor resultado en representación electoral del BNG en su historia. El PSdG, se quedó en 19,38 % y 15 escaños, un resultado mediocre con tan sólo un escaño más que los anteriores comicios.
La Coalición Galicia en Común, con presencia de Podemos, Izquierda Unida y Anova, además de algunas “mareas locales”, no llegó al 5 % necesario para obtener representación electoral, quedándose en un 3,98 %. Un desplome espectacular considerando que en las elecciones del 2016 había conseguido ser segunda fuerza en votos e igualar al PSOE con 14 escaños. Así, se cierra el ciclo del metabolismo rápido del neorreformismo gallego, que surgió arrollador, creció rápido, se adaptó rápido al Régimen y renunció a su limitado programa reformista a un ritmo acelerado, hasta morir de una forma igual de espectacular, víctima del desencanto de su base electoral.
La extrema derecha de Vox también se quedó fuera con un 2 % de los votos, un resultado muy similar al de Euskadi, donde sí que consiguió un escaño al no tener la barrera del 5 % del voto en su sistema electoral. Partidos como Marea Galeguista o Ciudadanos, que pretendían obtener representación en estos comicios se quedaron también fuera con un porcentaje de voto muy bajo, inferior al 1 %.
Después de la victoria de Feijóo, la noticia de peso en estas elecciones es el enorme auge del BNG, con su candidata Ana Pontón a la cabeza. Desde nuestro punto de vista, el auge del BNG responde a dos elementos contradictorios. Por una parte, el electorado más de izquierda, que primero abandonó el PSOE y el BNG por sus corruptelas y por ser “vieja política”, ilusionado del nuevo proyecto neorreformista hace 4 años, se ha visto decepcionado por la moderación y la renuncia de principios. De esta forma para esta parte del electorado el BNG, con fuerza en el movimiento obrero controlando la principal central sindical, la CIG, representa una “vuelta a lo social”, con muchas comillas, donde la lucha obrera y social puede llegar a tener más peso. El BNG es así visto como un partido programáticamente más íntegro. Además, se considera que desde el punto de vista nacional, ha sido capaz de “conseguir más para Galicia”, mediante su apoyo al gobierno central.
Pero, por otra parte, el BNG también ha sido capaz de capturar a sectores de centro, clases medias y pequeños propietarios, que ven con buenos ojos la idea de que el BNG pueda obtener una financiación más favorable para Galicia presionando al gobierno central, pueda bajar los impuestos a las empresas que realizan su actividad en Galicia, rebajar el precio de la electricidad para empresas electrointensivas, “defendiendo” así puestos de trabajo como los de Alcoa. Entre otras medidas que alejan al BNG de su ideario de los inicios más anticapitalista, para llevarlo a un frentepopulismo nacionalista, con posiciones similares a ERC en su programa económico, pero conservando elementos más combativos y de lucha social, como hace Bildu en Euskadi en la actualidad.
Ante el fracaso rotundo del neorreformismo españolista representado por Podemos, IU y Anova, y el crecimiento de la versión soberanista de un proyecto igualmente neorreformista que representa el BNG, es necesario avanzar en la construcción de una alternativa política anticapitalista y revolucionaria de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.