×
×
Red Internacional
lid bot

¿Día de las infancias? Feliz día nada. Rompan todo

La crisis económica y social, devela lo irracional del sistema, miles de niñxs y adolescentes tienen hambre. Hay que tomar medidas de fondo y dar vuelta todo, ya no hay lugar para lxs tibios.

Viernes 19 de agosto de 2022 17:08

Los últimos días una niña de 11 años murió, en la Ciudad más rica del país, por desnutrición, luego de que se dieran a conocer datos alarmantes, por un lado, el número de la inflación de julio, el más alto en 20 años, y por otro que, en Argentina, un millón de niñas, niños y adolescentes saltean un plato de comida por falta de dinero en sus hogares.

Lejos de ser solo números, son la expresión matemática de la situación por la que atraviesan miles de familias en el país. El encarecimiento de la vida tiene consecuencias directas en el acceso a derechos básicos humanos y universales, como tener un plato de comida en la mesa.

La Mala Alimentación

La alimentación es fundamental para el desarrollo cognitivo y la adquisición de capacidades que nos permitan interactuar con el entorno. Si un niñx, está mal alimentado tiene menos chances de crecer adecuadamente, viéndose afectada su capacidad de aprender. Comer mal y/o inadecuadamente afecta al cerebro, produce somnolencia, tardanza en el desarrollo de habilidades motoras, trastornos conductuales, entre otras patologías físicas y psíquicas.

Vemos en los medios como funcionarios nacionales, provinciales y de la ciudad, tanto del Frente de Todos como de Juntos por el cambio, se pasean hablando de la importancia de la educación pretendiendo sumar más días de clases, sin embargo, no se hacen cargo que hambrean a lxs niñxs, y que muchxs de ellxs no finalizan sus estudios por la desidia del estado.

La mala alimentación, y malnutrición, perjudica seriamente a niños y niñas, y conlleva graves consecuencias a lo largo de la vida, teniendo en cuenta que la infancia es una etapa crucial para el desarrollo físico, emocional e intelectual.

Cuando se habla de malnutrición no solo se hace referencia a la desnutrición, sino también a la obesidad y el sobrepeso por la ingesta de alimentos con altos contenidos de grasas saturadas, que son más baratos y fáciles de conseguir.

La inseguridad alimentaria - disponibilidad o habilidad para adquirir alimentos limitadas o inciertas - se encuentra constituida por 4 dimensiones y su causa principal es la falta de recursos económicos:

• Cuantitativa: no tener acceso a suficientes alimentos.
• Cualitativa: no acceder a una dieta variada y de calidad
• Psicológica: ansiedad por la carencia de alimentos y la experiencia subjetiva de tener hambre.
• Social: la obtención de alimentos de manera social y culturalmente aceptables.

Numerosos estudios dan cuenta de la indiscutible, y terrible, relación entre pobreza y desnutrición.

El hambre es mundial

A las consecuencias económicas derivadas de la pandemia, se le suman los efectos producto de la guerra entre Rusia y Ucrania; mayor inflación producto del alza de los precios de los alimentos y de la energía, problemas en el comercio internacional y las cadenas de abastecimiento y, por último, incertidumbre en los mercados financieros. Sin embargo, es la clase trabajadora la que recibe el mayor impacto de esta situación.

Los gobiernos eligieron favorecer a las grandes corporaciones, quienes continúan incrementando sus ganancias, y hacen recaer sobre lxs trabajadores los efectos de la crisis mundial.

Son los hogares trabajadores los que se ven obligados a reducir sus raciones de comida, saltearlas, o bajar la calidad de lo que consumen, ya que sus salarios no son suficientes para cubrir su subsistencia.

Organismos internacionales, como la FAO o UNICEF, vienen alertando de lo alarmante de la situación; en Latinoamérica, por ejemplo 4 de cada 10 sufrieron inseguridad alimentaria en el 2021.

Los datos de la situación de las niñeces e infancias son escalofriantes:

• 149 millones de niños padecen de retraso en el crecimiento, o son demasiado pequeños para su edad.
• 50 millones de niños sufren de malnutrición con riesgo de vida, o son demasiado delgados para su estatura.
• 340 millones de niños –es decir, 1 de cada 2– sufren carencias de vitaminas y nutrientes esenciales, como la vitamina A y el hierro.
• 40 millones de niños tienen sobrepeso o son obesos.

Sin embargo, los gobiernos dejan que estxs niñxs y adolescentes padezcan situaciones de hambre, hasta la muerte, mientras las empresas alimentarias multiplican sus ingresos a costa de nuestra sangre.

¿Políticas públicas para quién?

En nuestro país, las empresas alimenticias, lejos de verse afectadas por la crisis, son las que reportaron ganancias multimillonarias. Solo en el segundo trimestre de 2022, el emporio de Molinos Río de la Plata presentó un balance en el que acepta haber obtenido ganancias por más de 5 mil millones de pesos.

Si bien la normativa nacional, es explícita en lo que debe garantizar el estado en materia de protección de la infancia, el Gobierno Nacional, y los distintos gobiernos provinciales, privilegian sus negociados y los de las empresas privadas.

Como denunciaron lxs trabajadores de Arcor, “el gobierno nacional, en sintonía con el empresariado, y la llamada oposición, quieren que seamos lxs de abajo quienes paguemos la deuda con el FMI, a costa de mayor pobreza para generaciones enteras. Una deuda ilegitima generada por el gobierno macrista, que ha sido usufructuada solo por banqueros y grandes empresarios, quienes han multiplicado sus fortunas fugándose miles de millones de dólares. Los mismos empresarios que han duplicado o triplicado sus ganancias aumentando los precios, incluso durante la pandemia”.

Mientras, que para las familias más pobres las políticas son de persecución, control, ajuste y quita de subsidios, tal como anunció el Ministro de Economía, Sergio Massa, y como replican Larreta en la Ciudad de Buenos Aires o Kicillof en la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, nada los conmueve, ni la noticia de la muerte de una niña de 11 años por desnutrición, en la ciudad más rica del país.

Las políticas destinadas a la asistencia alimentaria, no solo son insuficientes, sino que son de un nivel de cinismo perverso para todos aquellos que padecen necesidades concretas.

Trabajadores de un comedor bonaerense, nos relataban que “no le entregan alimentos a las familias que el comedor no va a usar, para que no se acostumbren”, o que “lxs pibes entran al dispositivo a sacar comida para sus hermanos porque las viandas que dan no alcanzan para toda la familia”.

Luchar por lo imposible, porque lo posible se agotó

La situación es acuciante y no da para más. Cada vez es más imprescindible pensar una alternativa que pueda incidir en la realidad para transformarla.

Las condiciones de vida que nos imponen son inhumanas, con jornadas laborales extenuantes, que incluyen 3 o 4 trabajos para, ni siquiera alcanzar a cubrir la canasta básica.

¿Qué desafío tenemos lxs trabajadorxs de las infancias frente a esto? Se nos impone la tarea de debatir salidas necesarias y organizarnos junto a las familias con las que intervenimos a diario.

¿Se pueden generar medidas para que trabajemos todxs? si, trabajando 6 horas, 5 días a la semana, repartiendo las horas entre ocupados y desocupados, con salarios iguales a la canasta familiar.

¿Qué pasaría si la economía estuviera planificada por lxs trabajadorxs en función de los intereses de las grandes mayorías y sus familias? ¿Si la producción de bienes y servicios estaría puesta al servicio de la clase y no en función del excedente, por ejemplo de alimentos para exportaciones? ¿Es poco realista / absurdo/ utópico pensar en una sociedad donde todxs accedan a cubrir sus necesidades básicas? No, absurdo es que en un país que produce alimentos para más de 450 millones de personas, lxs pibxs se mueran por hambre.

Hay que darlo vuelta todo, para que nuestros pibes puedan comer, y en nuestra alma deje de llover.