Un nuevo fenómeno en las redes sociales que consiste en denuncias públicas anónimas problematizan nuevamente la necesidad de establecer protocolos contra el acoso, la violencia machista y la discriminación.
Martes 5 de septiembre de 2017
Desde hace algunos años hasta la fecha ha surgido un nuevo fenómeno en las redes sociales, desde páginas virtuales de “confesiones” hasta de denuncias públicas. Este tipo de plataformas consisten en que cualquier persona (aunque va dirigido a los estudiantes) pueda enviar mensajes manteniendo el anonimato, los cuales posteriormente son publicados en estas páginas por sus administradores y en ocasiones viralizados por quienes visitan la pagina.
Los mensajes que aparecen van desde declaraciones de amor hasta mensajes violentos y sexistas, pero particularmente en el último periodo se ha integrado una nueva forma de “denuncia” anónima por situaciones de violencia machista. En concreto, se publican mensajes con las iniciales de la persona que está siendo denunciada, la cual fácilmente es identificada, ya que, además mencionan la carrera que está estudiando y características físicas.
Actualmente es algo muy progresivo que mujeres y diversidad sexual puedan denunciar la violencia que viven cotidianamente en la Universidad, lugares de trabajo y en la calle (acoso). Sin embargo esto se torna una herramienta de doble filo, debido a que cualquiera puede enviar un mensaje (incluso de infundada procedencia) y no hay espacio para algún tipo de defensa o investigación seria. Simplemente se torna un ambiente hostil y de repudio a quien está siendo denunciado/a. En otras palabras, cualquiera puede denunciar y ser denunciado, así sea verdad o mentira, encuentra un límite en la ’funa’ sin investigación ni responsabilidad.
La necesidad de un protocolo en contra del acoso y la discriminación
Estos fenómenos que surgen en lugares de estudio vuelven a abrir el cuestionamiento y la necesidad de crear protocolos en contra del acoso y la discriminación. Se torna urgente que al mismo tiempo vuelvan a funcionar las Secretarías de Género y Sexualidades junto a Comisiones de Género con la finalidad de llevar estas situaciones de manera mucho más responsable y seria buscando además darle una salida a corto y largo plazo superando la mera “denuncia”.
En el caso de la Universidad de Tarapacá y sus autoridades, siguen sin hacerse cargo de estas situaciones. Durante años cientos de estudiantes han sido víctimas de distintas expresiones de violencia y no han tenido ningún tipo de solución. No existen en la actualidad protocolos de prevención ni acción y esto genera un problema que necesita ser resuelto en la brevedad. Sabemos además que estos protocolos no vendrán de parte de las autoridades, pues incluso el director de asuntos estudiantiles de la UTA dijo de manera explícita que un protocolo era innecesario.
Es imperante volver a levantar la lucha y auto-organización de las secretarías y comisiones de género y sexualidades empujando a que estas funcionen de manera autónoma, recibiendo financiamiento el financiamiento correspondiente, sin el autoritarismo universitario, pues las universidades deben hacerse cargo de esta problemática, fortaleciendo además la participación de docentes y funcionarios/as creando comisiones tri-estamentales que lleven a cabo las investigaciones pertinentes en los casos de denuncia.