Las ferias populares son parte de la experiencia de supervivencia a las crisis. Trabajadores ocupados y desocupados, activos y pasivos, mujeres, jóvenes y migrantes nutren la experiencia de autoorganizarse para conquistar derechos. Frente al avance en la regimentación del gobierno de Llaryora, reclaman por la autogestión de esos espacios que supieron construir.

Laura Vilches Concejala PTS - FIT Córdoba. Legisladora provincial PTS-FIT (mandato cumplido) | @VilchesLaura
Lunes 23 de noviembre de 2020
Las ferias populares van creciendo al calor de cada crisis. Tienen alguna reminiscencia de aquellos lejanos “clubes del trueque” que conocimos bajo la crisis del 2001.
Allí se ofrece de todo un poco, desde ropa usada que se alterna en “los tablones” junto a algunas prendas nuevas compradas en la feria de saldos o en viajes a “La Salada” (cuando ASPO y DISPO eran siglas desconocidas), hasta calzado también en aquellas condiciones. Se puede encontrar desde relojes, bijouterie, carteras, bolsos, vajilla, comida al paso, especias, juguetes (nuevos o usados); hasta artesanías o manualidades con las que se busca sobrevivir. También hay repuestos y herramientas usadas. En una feria popular, todo es pasible de ser cambalacheado o vendido a precios accesibles.
La mayoría de quienes pueblan las ferias populares son mujeres, muchas de ellas, amas de casa, trabajadoras domésticas, jubiladas. Pero también hay trabajadores y trabajadoras precarias, como quienes trabajan en las empresas tercerizadas de limpieza que no viven con salarios de 15 mil pesos y buscan hacer un extra los fines de semana, como te contamos acá.
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A medida que la desocupación avanza y las condiciones de vida se degradan producto de la crisis, las ferias populares se desarrollan y crecen. Según el relevamiento del municipio a mediados de este año, existen en la ciudad 21 ferias populares. Sin embargo, con el tiempo y sobre todo en plena cuarentena, se fueron extendiendo, ocuparon plazas y pasajes en distintos barrios de la ciudad.
Esto pegó un salto en los últimos 5 años. Si bien hay ferias que tienen varias décadas (como la de barrio San Vicente o Villa Libertador), una de las más grandes como “Las Heras”, viene de haber resistido varios intentos de desalojo infructuosos por gobiernos que quisieron esconder la pobreza "bajo la alfombra".
Autogestión popular vs “limpieza y orden” (burgués)
Bajo la gestión del PJ cordobés recién asumido y con la cuarentena jugándoles a favor, lograron el cometido de “vaciar” las plazas y parques para “restituirles funciones”; a la par, presentaron a las ferias populares como “paseos lindos, limpios y ordenados”.
Ahora, las ferias se despliegan sobre las calles de la ciudad, no importa si el asfalto levanta 50° de temperatura en el verano o si llueve y hay viento. A partir del ASPO, los feriantes se quedaron sin ningún tipo de sustento y tras aguantar meses, se vieron en situación desesperante. Emergieron las protestas.
El municipio comenzó a rehabilitar su funcionamiento (en las calles) pero con la excusa de la pandemia y las autorizaciones del COE y sus protocolos, fue aumentando su injerencia y la regimentación, a partir de “ponerles infraestructura” (así llaman los funcionarios a un gazebo que se llueve y vuela con el viento).
Contra toda dinámica de autogestión y autoorganización de las ferias populares, el gobierno de LLaryora y sus funcionarios, pretenden “poner orden”: no es otra cosa que meter a sus punteros y punteras para garantizar la subordinación a las políticas de miseria del municipio. Esto viene generando un enorme descontento que, se sumado al deterioro económico creciente, llevó a las y los feriantes a buscar apoyo en distintos sectores sociales y políticos.
Una experiencia con los “poderosos”
Tras golpear las puertas de concejales del peronismo cordobés o los radicales, se acercaron a la banca del Frente de izquierda para que intercediéramos frente al Concejo Deliberante y representantes de las distintas ferias pudieran dar cuenta de su situación en la Comisión de Desarrollo Social.
La respuesta del oficialismo no se hizo esperar: luego de las trabas burocráticas, vinieron los aprietes y las amenazas. El bastardeo y el desprecio a estas mujeres llegó con las promesas de migajas. Con la insistencia aparecieron algunos bolsones de comida o ayudas económicas a cuentagotas. La situación es acuciante para muchas de ellas que solicitan asistencia frente a la urgencia de remedios, comida o ayudas económicas que les permitan pagar el alquiler.
Sin embargo, estas mujeres tienen algo muy claro y es que quieren que las dejen trabajar. No quieren los restos que se le caen de la mesa a los funcionarios del estado después de su repartija. Quieren que las dejen trabajar.
Muchas de ellas vienen de haber votado al peronismo (a nivel nacional, provincial y municipal) y esta situación acelera la experiencia con los partidos patronales mientras conocen también, por primera vez, a la izquierda.
Contrario a la división que les "recomiendan" los funcionarios para que "mantengan lejos a los abogados y a la izquierda”, las feriantes son parte de las nutridas columnas que acompañan la lucha de las y los trabajadores de limpieza por un salario digno y contra los despidos discriminatorios.
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Contra el ninguneo y menosprecio de los funcionarios del PJ, ellas van entendiendo que lo que consiguen en resultado de su propia organización, de elegir delegados que respeten las decisiones de sus compañeros y compañeras para plantarse ante las condiciones que les quiere imponer el municipio.
La banca del PTS-FIT está a total disposición para ayudarlas en la exigencia al estado, pero nunca reemplazando su acción colectiva, su toma de conciencia, sus conclusiones políticas. Es decir, no actuamos “consiguiendo” ni “gestionando” nada en su nombre sino acompañando su experiencia, compartiendo lecciones de otras luchas, retomando las tradiciones de autoorganización y democracia de base, de independencia política de los partidos patronales, de unidad de la clase trabajadora para ponerlas a disposición de su propia pelea.
Como ellas mismas señalan, el PJ y sus concejales “nos dan bolsones y pretenden que cerremos la boca, que nos callemos los atropellos; ustedes no nos dan bolsones sino que nos dan herramientas para que nosotras mismas podamos conseguirlos”.
No hay nada más cierto y valioso que estas primeras conclusiones, que alejan la práctica y el rol de las bancas del PTS y La Red de toda forma clientelar de la política capitalista.
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Tradición comunitaria y solidaridad de clase
Porque tampoco se está inventando allí nada: como herencia de otros momentos de crisis y de luchas, las ferias populares hay mucha vida y trabajo comunitario, de contención entre personas que se han quedado solas, que encuentran lazos de solidaridad en esos espacios que se vuelven una familia. Es la solidaridad y la unidad de la clase trabajadora que se hace carne en esas ferias populares.
A partir de haberse sumado a la Red de Trabajadorxs Precarixs e Informales y participar de acciones junto a otros sectores como el de limpieza, han aprendido o consolidado métodos y modos de acción para no deberle nada a los partidos patronales que siempre buscan cooptar y burocratizar a quienes luchan.
Es el caso de la feria de Ferroviarios. Allí se asentaron aquellos trabajadores que quedaron excluídos del ordenadito “Paseo Las Heras”: son 325 trabajadores y trabajadoras que se mudaron allí porque no fueron “validados” por el municipio para quedarse en el acotado espacio que les asignaron.
Allí, cada feriante aporta un alimento no perecedero o algún objeto para armar “canastas” o “bolsones” que cada día se sortean o asignan a quienes más lo necesitan. Así ocurrió con quienes se contagiaron de COVID-19 y no pudieron feriar, o con una de las mujeres que por quedarse feriar un día de lluvia para hacer unos pesos, contrajo una neumonía y tuvo que ser internada.
El ejemplo de esta iniciativa lo tomaron de la juventud precarizada de La Red, que días atrás organizó una enorme rifa solidaria para recaudar fondos y armar bolsones para quienes fueron despedidos en la limpieza y luchan por su reincorporación.
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Estas experiencias de trabajadores y trabajadoras que han perdido el trabajo recientemente o tienen con salarios de pobreza como en la limpieza, gastonómicos, call center son parte de esa clase obrera reafirma sus aspiraciones a una vida mejor, a trabajo con derechos, a salarios dignos o a una vivienda como en Guernica, y que no acepta la miseria que los gobiernos quieren imponer con sus planes a la medida del FMI y los acreedores internacionales.
Las bancas del PTS-Frente de Izquierda, puestas a disposición de quienes pelean contra el ajuste como las y los feriantes; son herramientas de organización en el camino de transformarlo todo con la fuerza poderosa de explotados y oprimidos. Hacia allí se dirigen nuestros esfuerzos, para que un "nuevo orden" surja desde abajo.

Laura Vilches
Concejala PTS - FIT Córdoba. Legisladora provincial (mandato cumplido) PTS-FIT Córdoba. Docente. Miembro de la dirección nacional del PTS y de la Agrupación de Mujeres "Pan y Rosas".