CRISIS SANITARIA Y RECONVERSION. Filial de CMPC anunció fabricación automatizada de mascarillas quirúrgicas para la crisis sanitaria

La inversión de la multinacional equivale a un millón de dólares, con el cual inicia la importación de dos máquinas para la fabricación de mascarillas quirúrgicas que operarán en la comuna de Puente Alto en Chile y en Sao Paulo, Brasil.

Softys es la filial de productos de higiene de la CMPC que opera en ocho países, y pese a que sale con una propuesta para aportar soluciones en la pandemia, hace menos de dos semanas sus mismos trabajadores denunciaron falta de sanitización y amenazas de despidos para quienes exigían medidas de higiene y seguridad.

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Esta empresa fue la misma que el 2015 protagonizó el escándalo de colusión del papel higiénico junto a SCA, donde obtuvo ganancias que bordeaban 458 millones de dólares. En ese entonces su condena fue irrisoria; una compensación al consumidor de siete mil pesos y clases de ética para los responsables ¿Será que estas clases de ética hicieron buenos a nuestros empresarios del “cartel del confort”?

Más allá de la colusión de precios, los empresarios responden a su modo ante la emergencia con este tipo de medidas. Otra de las grandes que donará o reconvertirá una parte de su producción es la CCU haciendo alcohol gel, o Caffarena que está elaborando sus propias mascarillas

A nivel de gremios empresariales en medio de la pandemia han creado un fondo de emergencia de los principales magnates del país como los Luksic, los Matte (CMPC), los Angelini, los Ibáñez, etc., con el que quieren recaudar un fondo superior a los 50 mil millones de pesos destinados a la compra de insumos médicos, test diagnósticos, equipamiento, etc., aparecen en la Teletón, mientras por debajo corren los despidos, la negligencia en salud y seguridad, el dictamen de la Dirección del trabajo y el proyecto, ya aprobado (5El Partido Comunista votó hasta con la UDI ley contra las y los trabajadores), de “Protección” al empleo de Piñera y las AFP’s que acaban de robarnos masivamente.

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Por su parte, Softys, la filial de la CMPC, emprende la reconversión como una "solución" ante un problema grave de insumos de mascarillas, pero invierte menos del 1% de las ganancias que obtuvo tras la colusión del 2015 que afectó a toda la población con un artículo de primera necesidad.

Además la multinacional viene de un jugoso 2018 en el cual, tras la intensificación de la producción de celulosa en 1.029.000 toneladas en Guaiba II, Brasil y, por ende, el incremento de la explotación de las trabajadoras y los trabajadores (que probablemente no vieron estos frutos en sus condiciones o salarios), obtuvo ganancias generales de 502 millones de dólares (Utilidades de CMPC suben 386%25 a US$ 502 millones en 2018). Estas ganancias siguen alimentando el crecimiento del imperio de la celulosa pues ha sido invertido en ampliaciones de su área productiva: entrando al negocio de bolsas de papel para el retail en Chile, la compra de una máquina de papel Tissue en Argentina e inversiones forestales en Brasil (CMPC invertirá US$ 500 millones este año y entra a negocio de bolsas de papel para retail).

Con esto queda explícito que sí existen los recursos para enfrentar la pandemia no sólo monetarios sino también para la reconversión de parte de la industria,que si podrian integrarse en un verdadero plan de emergencia sanitaria que priorice las vidas humanas y no las cifras económicas.

En este marco, la exigencia de un impuesto a las grandes fortunas para inyectar de recursos al sistema de salud público es perfectamente posible, pero la voz mayoritaria del pueblo trabajador, está vetada en el congreso y el Estado, y silenciada en la gran mayoría de los puestos de trabajo por el inmovilismo de las direcciones de la CUT y la mesa social más el corporativismo de los dirigentes de los grandes sindicatos.

Pero Chile viene de un escenario en el que se despertó explosivamente con la absoluta convicción de cambiar el pacto social vigente, por lo que estos gestos de caridad empresarial son tan frágiles y tan irrisorios en comparación a sus utilidades, que sólo confirman la urgencia de proteger nuestras vidas ante que sus ganancias, y abre expectativas sobre lo que es posible lograr con unidad y lucha si la clase dominante y sus representantes políticos no tienen un plan b y la crisis empeora; como ocurre en las fábricas bajo control y gestión obreras en Argentina que se han reconvertido produciendo insumos sanitarios para la comunidad.

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Es aún una incógnita lo que se avecina en Chile, pero de que tenemos recursos y alternativas para derrotar la pandemia, las tenemos de sobra. A pesar del temor a la cesantía que desea imponer la clase empresarial debemos cuidarnos entre nosotros, educarnos, ser solidarios y hacer los esfuerzos que sean necesarios para crear comités de salud, o de emergencia en cada lugar de trabajo, en cada villa o población, medidas mucho más efectivas que la cuarentena parcelada sin goce de sueldo que desea aplicar el gobierno sobre la comuna de Puente Alto, una comuna popular, que ha sobresalido lamentablemente por graves y ejemplificadores casos como el hogar de ancianos, la casa evangélica, y la muerte del joven trabajador Francis con tan solo 34 años.