Ediciones IPS recomienda una de las conferencias de David Riazanov que componen el volumen “Marx y Engels”.
Daniel Lencina @dani.lenci
Viernes 4 de diciembre de 2020 23:46
Ilustración Ana Laura Caruso.
Hoy recomendamos la tercera conferencia del libro Marx y Engels que rastrea los orígenes filosóficos del socialismo científico fundado por Karl Marx. Aunque Friedrich Engels, su compañero y amigo, aparece firmando en común numerosos trabajos, se encarga de decir que el nuevo sistema filosófico corresponde fundamentalmente a Marx.
Antes que nada vale decir que Riazanov avisa al lector que la vida y obra de ambos revolucionarios van a ser examinadas con el mismo método desarrollado por ellos; el materialismo histórico.
Marx y Engels vivían en Renania, que era la provincia más industrializada de Alemania. Los futuros autores del Manifiesto Comunista eran hijos de una época y de un contexto histórico. Por ejemplo, en 1830 Europa atravesaba una crisis revolucionaria que los influenció fuertemente. Hacia 1837 cuando los trabajadores empezaron a afianzar sus primeras organizaciones de lucha y correspondencia, Marx y Engels tenían 19 y 17 años, dos pibes. Dos pibes que se hacían muchas preguntas y empezaron a buscar respuestas profundas a las convulsiones sociales de su época. Gran parte de esas respuestas llegaron del campo de la filosofía.
Dos revoluciones
Antes de avanzar en el plano filosófico vale decir que la vida de Marx y Engels está cruzada por el impacto de dos revoluciones: la Revolución Industrial (1760) y la Revolución Francesa (1789). Mientras que la primera dio origen a la clase obrera moderna, agrupada en grandes fábricas y se dio en Inglaterra, la segunda revolución cortó -literalmente- la cabeza a la era del feudalismo. Los jacobinos franceses, aunque eran el ala izquierda de la burguesía, si bien no eran comunistas, llegaron lo más lejos posible en las condiciones históricas en las que se desempeñaron e inscribieron la divisa de libertad, igualdad y fraternidad.
Entonces, surgió una nueva clase social que antes no existía, la clase obrera, el proletariado y, por otra parte, surgió la república basada en la representación política de la burguesía ascendente francesa, despojada de todo tipo de oscurantismo y superstición feudal. A partir de allí la política tendría sus fundamentos filosóficos en la razón y no en la religión como era en el feudalismo. La propia burguesía revolucionaria se volvió atea, se enfrentó a la iglesia y confiscó parte de sus bienes. Esta clase ya era lo suficientemente fuerte como para tener su propia ideología y prescindir de la religión y la teología. Luego la burguesía ya cómo clase dominante perderá su carácter revolucionario, convirtiéndose de relativamente reaccionaria en absolutamente reaccionaria pero esa transición se dio habiendo creado ya a su propio sepulturero: el proletariado.
Aquí sucedió algo interesante con el filósofo Immanuel Kant (1724 -1804), contemporáneo de la Revolución francesa. Riazanov dice que “la filosofía de Kant, en sus lineamientos fundamentales, fue elaborada antes de la gran Revolución francesa. Al estallar esta, Kant tenía setenta y cinco años, y aunque es verdad que sintió su influencia, no sacó de ella conclusiones radicales. Por tanto, en lo concerniente a la naturaleza, la historia de nuestro planeta, se asimila a la idea de evolución, pero todo su sistema se reduce a la explicación del mundo tal cual es”.
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Por su parte Hegel (1770-1831), al haber atravesado una época de transición entre el viejo mundo feudal y los inicios de la modernidad burguesa, se preocupaba por el mundo “tal cual deviene”. Para Hegel la dialéctica significa que todo cambia, todo fluye y que todo está en movimiento en forma continua. De esta manera, en cada fenómeno que conocemos se produce una lucha de dos principios opuestos, y que el resultado de la lucha de esos dos opuestos serán superados en una nueva estructura, forma o concepto, que a su vez no solo contiene los elementos superados sino que, como está en movimiento, se prepara para un nuevo conflicto. Riazanov lo sintetiza sosteniendo que: “la lucha de las contradicciones, es el origen de todo desarrollo”.
Materialismo e idealismo
Si bien es revolucionario el método dialéctico, la filosofía de Hegel es idealista porque sostiene que hay un principio creador del mundo, ese principio es la idea absoluta. Aquí se asemeja a otros filósofos que sostenían que el mundo fue creado por alguna deidad, de hecho hay tantos dioses como religiones hay. Por ejemplo, hace miles de años, las primeras comunidades humanas daban explicaciones idealistas a los fenómenos naturales. Si veían un relámpago antes de la tormenta, entendían que eran los dioses que martillaban algo en un gran yunque en el cielo y los chispazos metálicos eran la causa de los relámpagos. Explicaciones similares tendrían para las erupciones volcánicas y todas las variaciones climáticas.
Entonces, el idealismo es aquella corriente de la filosofía que sostiene que la idea precede a la materia. Contrariamente al idealismo, surgió el materialismo que sostenía que son los hombres los que crean a los dioses, a través de un órgano material como es el cerebro humano.
Dentro de la corriente materialista, encontraremos que Feuerbach (1804-1872) “oponía el antiguo principio teológico divino al nuevo principio, el principio antropológico” como lo sintetiza Riazanov, es decir que la filosofía materialista estará centrada en los hombres. Pero el problema en Feuerbach es que habla de los hombres en general, en abstracto. Es decir que, por ejemplo, una reina o una piba que pedalea todo el día en una bicicleta trabajando para Rappi ¿tienen la misma anatomía humana? Sí. Pero, lo que Feuerbach pasaba por alto era la situación social concreta que tenían cada una de ellas. Tampoco tenía en cuenta el tiempo y el espacio donde se desenvuelven las personas. Esto quiere decir que no es lo mismo la humanidad en siglo XXI que en el siglo II antes de Cristo. “Entonces, Marx introduce en la filosofía pasiva de Feuerbach el elemento revolucionario, el elemento de acción. La obra de la filosofía [...] no consiste sólo en explicar el mundo, sino también en transformarlo. La teoría se completa con la práctica; la crítica de la realidad, del mundo que nos rodea, su negación, se completa por el trabajo positivo, por la acción práctica” según lo sintetiza David Riazanov.
Para profundizar sobre este filósofo recomendamos el texto de Friedrich Engels llamado“Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”.
Comunismo
En la filosofía juega un papel fundamental “la pregunta”. Entonces Marx se pregunta ¿quién puede cambiar el mundo? Analizando a todas las clases sociales Marx sostenía, en sus primeras reflexiones, que la única clase social capaz de cambiar el mundo era la clase obrera ¿Por qué? Porque es una clase social privada de toda propiedad y porque sobre ella recaen tanto la explotación económica del trabajo como la opresión política. Solo le faltaba a la clase obrera tener conciencia de su misión histórica, a tal conclusión llegó Marx en 1844 y al año siguiente escribía junto a Engels “La sagrada familia” donde plantearon sus conclusiones.
Por otra parte, allí donde los viejos socialistas utópicos veían en la clase obrera a una clase miserable, Marx y Engels veían a una clase potencialmente revolucionaria. Al respecto es muy recomendable el trabajo de Engels llamado“Del socialismo utópico al socialismo científico”.
En 1845 Karl Marx redacta una serie de tesis de crítica a la obra de Feuerbach. De las once tesis que redacta, la última tesis expresa la conclusión de su nuevo materialismo. En la tesis X sostiene que: “El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad civil; el del nuevo materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada”. Entonces Karl Marx tomó de Hegel la dialéctica despojada de todo tipo de idealismo y de Feuerbach tomó el materialismo despojado de todo tipo de abstracción e introdujo el lado activo, transformador de la acción práctica. Finalmente en su tesis XI dice que: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
En pleno siglo XXI ¿dónde está parada la humanidad? ¿En qué momento del desarrollo del capitalismo nos encontramos? ¿En un movimiento ascendente o descendente, progresivo o regresivo? ¿Es posible imaginarse el fin del mundo pero no el fin del capitalismo?
Solo diremos que aquí la importancia de la filosofía para el marxismo es fundamental a la hora de criticar las “verdades eternas”, como que “siempre hubo ricos y pobres”, o que “el Estado somos todos”, o que la desocupación, el hambre, las guerras, la pandemia y las miserias son “fenómenos naturales”. Pero vale aclarar que Marx pasó de la crítica de la filosofía a la crítica del capitalismo, de la filosofía a la acción política revolucionaria. De hecho una vez descubierto su nuevo punto de vista se dedicó a compartirla con los trabajadores, por ello Engels dice que la clase obrera alemana es la heredera de la filosofía. El propio Marx en las tesis sobre Feuerbach sostenía que el educador necesita ser educado. Ello quiere decir que sin la crítica al orden existente, a través del pensamiento y de la acción, es decir, a través de la lucha de clases, no es posible “des-naturalizar” los males engendrados por el sistema capitalista.
A esta altura del desarrollo tecnológico en el siglo XXI, es posible imaginar un mundo donde la humanidad trabaje cada vez menor cantidad de horas y dedique la mayor parte de su tiempo al ocio productivo, a la creación artística, al deporte, la música y la poesía. Si la sociedad contemporánea fuera comunista, es decir, si los medios de producción, la tierra y la vivienda fueran propiedad comunal y no privada, muchos de los problemas que hoy vemos tendrían solución al alcance de la mano.
Ahora bien, nadie dice que la transición entre el capitalismo y el comunismo entendida como una sociedad sin clases sociales sea fácil. El siglo XX demostró las dificultades para lograrlo y la burguesía mantuvo su dominio sobre el planeta. Por lo tanto, esperamos que el aporte de esta conferencia de David Riazanov pueda servir como introducción para recrear al marxismo como filosofía de la praxis que sea capaz de convertirse en un martillo que rompa las cadenas de la explotación y la opresión y den lugar a una sociedad donde reine la libertad y la abundancia, es decir, el comunismo.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.