Una relectura a la luz de la crisis mundial y en Argentina, del Programa de Transición de León Trotsky, pensado para períodos de crisis, como el que se estaba atravesando en vísperas de la Segunda guerra mundial, y con el fin de articular las necesidades urgentes de la clase trabajadora con su tarea de hacerse del poder político y avanzar en la revolución socialista ante sistema capitalista incapaz de responder a dichas necesidades.
Miércoles 13 de mayo de 2020
Durante estas últimas semanas de pandemia, la aparición de una crisis económica de grandes proporciones fue anunciada por distintos medios de comunicación, economistas e intelectuales de todos los colores políticos. En función de esta realidad, los empresarios se proponen avanzar sobre las condiciones de vida de la clase obrera.
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Luego de 30 años de avance neoliberal, marcado por la derrota de los procesos revolucionarios de fines de siglo y la caída de los estados obreros, a partir del 2008 se empieza a resquebrajar la crisis de subjetividad de la clase trabajadora, aunque se mantiene una crisis de dirección, donde la cabeza de los principales sindicatos y organizaciones de masas está en manos de corrientes burguesas o conciliadoras, enemigas de la organización y la defensa contra estos ataques. Incluso en algunos casos, como en Argentina, defienden directamente el planteo flexibilizador del capital. Junto a los partidos del régimen, buscan presentar como inevitable que los trabajadores paguemos los costos de esta crisis.
Pero... ¿Es inevitable? ¿Cuales son las alternativas que se pueden pensar en esta crisis? Es claro que no es uno de los mejores momentos para el capitalismo, para no decir que es de los peores. La pregunta vuelve a ser: ¿Quién va a terminar pagando la crisis? ¿Qué plan le contraponemos a su argumento? Recuperaremos un planteo de Trotsky en el “Programa de Transición” sobre el secreto comercial y el control obrero de la industria para desbaratar esta farsa y “exponerla ante los ojos de la clase trabajadora”, y al mismo tiempo analizaremos los argumentos del capital para justificar el ataque a nuestras condiciones de vida.
El planteo de los empresarios: ante la crisis económica, sostener la ganancia para evitar peores escenarios
Según todos los sectores del gran capital, la única forma de que los trabajadores no sean despedidos masivamente es otorgándole ciertas “facilidades” a los empresarios para preservar sus ganancias intactas ante este escenario de crisis mundial. Dentro de ellas, la facilidad de suspender, rebajar el salario y recibir subsidios millonarios, etc. Una defensa de su afán de lucro obviamente en detrimento de las condiciones de vida de millones de trabajadores que le están poniendo el hombro a la crisis. “Por lo menos van a tener ingresos y se va a preservar la fuente de trabajo”, se justificaba Héctor Daer de la CGT en Argentina
Un ejemplo muy claro es el acuerdo que firmo el gobierno con la CGT y la UIA, Trata de un precedente flexibilizador de las condiciones de trabajo, con rebajas salariales Justifican este acuerdo argumentando que evitaría los despidos masivos ya que según ellos las empresas no pueden pagar, al igual que se justificaban las leyes flexibilizadoras de los 90 como una forma de “preservar el trabajo”.
A pesar de un DNU anti-despidos, como afirmó el Observatorio de Despidos durante la Pandemia, desde el inicio de la cuarentena a la actualidad ya son 2,6 millones de trabajadores afectados por recortes, suspensiones y despidos.
El fundamento de este acuerdo de entrega era esperable: hay una crisis mundial en curso, que se profundizó estos últimos meses con el coronavirus.
Parece un remake peronista de la teoría del derrame que, como si de liberales estuviéramos hablando, pregonan por la libertad del capital para someter el precio de los salarios a su “productividad” y donde luego, las subas salariales llegarán “naturalmente”, cuando el capitalista se enriquezca. Esta es una teoría económica que fue utilizada para llevar adelante políticas pro-empresariales en las últimas décadas del siglo XX, donde nos decían que si los ricos se hacían más ricos nos iba a llegar el “derrame” de los sectores burgueses más concentrados, enriqueciendo al resto de las capas de la sociedad. Un verso ya conocido, que muestra su inconsistencia cuando en los últimos años se ha aumentado la brecha entre el 10% más rico de la población respecto al 10% más pobre, donde el 1% de la población más rica concentra las mismas riquezas que la mitad de la población más pobre
En síntesis: el gran capital junto a éstos sectores del peronismo, al no poner en cuestión la ganancia empresarial, terminan siendo otra cara del ajuste de los patrones. Primero cuidar sus ganancias y luego los trabajadores esperamos la “bondad” patronal para que nos llegue una porción de la torta (o en este caso, para no quedarnos en la calle).
El debate que quieren imponer es cuánto se les debe rebajar el salario a los trabajadores, pero… ¿Por qué no quieren discutir cuánto debemos rebajar la ganancia empresaria? ¿Cómo podemos desbaratar este fundamento que presentan como “lógico”?
El planteo de Trotsky: El fin del secreto comercial
Uno de los puntos más importantes del “Programa de transición” al cual nos queremos referir es es la consigna del fin del secreto comercial y control obrero sobre la industria. En este, el revolucionario ruso discutía que uno de los mayores obstáculos para una planificación de la economía era esta modalidad “secreta”, justificada por las “exigencias de la competencia” pero que, según Trotsky, son, en realidad, un complot directo contra la sociedad.
Dice en este apartado: “Los obreros no tienen menos derechos que los capitalistas a conocer los ‘secretos’ de la empresa, de los trusts, de las ramas de las industrias, de toda la economía nacional en su conjunto. Los bancos, la industria pesada y los transportes centralizados deben ser los primeros sometidos a observación. Las primeras tareas del control obrero consisten en aclarar cuáles son las ganancias y gastos de la sociedad, empezando por las empresas individuales, dilucidar qué parte de la renta nacional se apropian los capitalistas individuales y los explotadores en su conjunto, desenmascarar los acuerdos de pasillo y las estafas de los bancos y trusts; revelar, finalmente, ante la sociedad el derroche espantoso de trabajo humano que resulta de la anarquía del capitalismo y de la exclusiva persecución de la ganancia.”
Es decir: evidenciar cuál es la brecha entre los costos necesarios para la reinversión, mantenimiento, etc., y por otro lado, mostrar la ganancia que se llevan los Paolo Rocca, Pérez Companc, Galperín, los grandes empresarios, terratenientes y bancos, dejando al desnudo el carácter reaccionario que tiene la economía orientada por el lucro individual del capitalista de forma anárquica y derrochadora. Si tan en crisis están, que se abran los libros de contabilidad y que muestren, por ejemplo, porqué Techint, que está en manos de uno de los empresarios más ricos del mundo y en complicidad con el gobierno, decide dejar 1500 familias en la calle, ya que “no puede hacerse cargo del pago de salarios”. O por que los salarios no aumentan de la mano de la ganancia de las empresas. Esto explica aún más porqué la ganancia capitalista de estos sectores parece ser un secreto que evitan, bajo cualquier punto de vista, discutir.
Trotsky explica cómo esta consigna, acoplada al conjunto de programa, tienen un carácter transicional que busca unir las demandas más elementales para hacer frente a la crisis, con la necesidad de llevar adelante los objetivos últimos: las tareas socialistas, las que cuestionan el principio de la propiedad privada de los medios de producción y llevan a la conclusión de que los trabajadores necesitan hacerse del poder político. Cumpliendo el rol de “puente” entre la consciencia de millones de trabajadores que aún no dejaron de tener expectativa con este régimen social, y un sistema que cada vez muestra más que nada favorable tiene para ofrecerle a las mayorías.
Las masas trabajadoras, como dice Trotsky, no tienen menos derecho para conocer estos costos y poder decidir democráticamente qué se hace con este gran caudal de recursos producidos por la sociedad, sobretodo si se trata de un escenario donde esa ganancia se contrapone a la vida de millones de personas.
Aquí vemos un aspecto que le da vigencia a este texto escrito hace más de 80 años. Un planteo que deja en jaque al capital y que lleva a que la clase trabajadora ponga sobre la mesa las contradicciones entre un plan serio ante la crisis y los límites de la propiedad privada. Sería intolerable que estos límites, ante las urgencias de la población que exige, además de alimento y servicios esenciales, más barbijos, respiradores, insumos para los test, nos imponga que haya fábricas sin producir, desocupación, y miseria generalizada.
El hecho de poner en evidencia esto, permite pelear por elevar las aspiraciones de la clase obrera y que sea más factible comenzar a plantear la urgencia de una escala móvil del salario, para evitar la pauperización de las condiciones de vida de la población, a la cual nos llevará seguramente una inflación brutal y los ataques al salario. Sumado a una escala móvil de las horas de trabajo, dividiéndola entre ocupados y desocupados, para enfrentar la desocupación que aumentó un 900%, entre otras medidas, para afectar la ganancia capitalista como puede ser el impuesto a las grandes fortunas presentado por el Frente de Izquierda, que tanto el peronismo como el macrismo parecen haberse puesto de acuerdo para evitar tratarlo en el Congreso. Con este impuesto, se podrían conseguir los recursos para efectivizar un salario de cuarentena para todos los trabajadores, pero por el contrario, la salida que Alberto Fernández, la UIA y la CGT le dieron a la situación fue aceptar la rebaja salarial, mientras en lo que va de enero a Marzo se acumuló un 7,8% de inflación.
Más aún en situaciones excepcionales como las grandes crisis o pandemias, se pone en evidencia la necesidad de una planificación económica de la sociedad.
Además de evidenciar los déficit del modo de producción capitalista, habilita el surgimiento del control obrero para planificar la economía. La administración consciente de los recursos, produciendo lo necesario para enfrentar la pandemia, así como la centralización de los sistemas privado y públicos de salud, la reconversión de la industria como ya han hecho incluso, hasta empresas y gobiernos capitalistas en algunos países, etc.
El involucramiento democrático de las masas trabajadoras y explotadas en pensar hacia dónde serán dirigidos esos recursos, siembra el germen de otro tipo de poder, basado en la autoorganización de la población y una economía planificada para el bienestar de las mayorías.
Así Trotsky nos plantea cómo unir estas condiciones objetivas de la crisis capitalista, con la condiciones subjetivas y de dirección de la clase trabajadora. En vísperas de una crisis que más temprano que tarde traerá nuevos procesos de lucha de clases y giros bruscos en la subjetividad de millones de trabajadores, tenemos la necesidad de pelear las direcciones del movimiento obrero y recuperar estas conclusiones que serán más que importantes en momentos mas álgidos. Y empezar ahora mismo a poner en cuestión a las actuales direcciones que buscan depositar confianza en el Estado burgués con sus respectivos partidos vendiéndole “pescado podrido”, como ya comenzaron a hacer ahora con las luchas que empiezan a surgir; desde los trabajadores despedidos de Penta, Techint, hasta los jóvenes precarizados que están empezando a salir a luchar por sus condiciones de trabajo. Peleando para que la experiencia de la clase obrera con este régimen y este sistema habilite el surgimiento de una dirección política revolucionaria y con la premisa de que es necesario otro orden social
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Desde ya el Programa de Transición, aborda muchas otras discusiones que son fundamentales para comprender la crisis del presente. Por lo cual vamos a seguir desarrollando el resto de los puntos programáticos en otros artículos del Dossier, así como también recomendamos seguir el Campus Virtual de La izquierda Diario. Si bien analizaremos por separado cada punto, el programa es una unidad integral que encadena cada una de sus consignas con el objetivo final que es la revolución socialista, con la toma del poder por parte de los trabajadores