La denuncia de un joven profesor de la Sorbona agredido y amenazado por la policía generó indignación en Francia y se viralizó en las redes. Impunidad policial y ‘Estado de emergencia’.
Sábado 24 de septiembre de 2016 15:54
Este viernes por la mañana publicamos en Revolución Permanente el testimonio de un joven profesor agredido por la policía, a lo largo de una violenta detención delante de la estación de trenes de un barrio popular que tuvo lugar el jueves por la noche. Este articulo ha circulado por las redes sociales, siendo compartido 2.000 veces, con cientos de comentarios en la página de Facebook de nuestra web y transmitido por Mediapart y Liberation. Entre los amigos, los compañeros de trabajo, los lectores de Revolución Permanente, o los internautas anónimos, se ha dado una misma reacción: la indignación. Y debajo del artículo publicado, decenas de testimonios de personas que relatan sus propias experiencias con la represión enterradas en la “trivialización” tanto del ‘Estado de emergencia’ como de las violencias policiales. Todas estas reacciones confirman definitivamente que se debe construir un frente de lucha amplio contra este gobierno, contra su estado policial y por la defensa de nuestros derechos democráticos.
Detrás de los insultos y el manoseo no consentido, una guerra contra las clases populares y los derechos democráticos
En realidad, si este artículo ha provocado tanta indignación y se ha viralizado no solo en las redes sociales, sino también en Liberation y Mediapart, es porque se hace eco de un fuerte sentimiento, en medio de un ambiente más general que hemos visto instalarse desde los atentados de Charlie Hebdo, que se ha reforzado después y que ha llegado a su punto álgido con la represión contra la reforma laboral.
Un ambiente donde el gobierno, ya ampliamente deslegitimado, busca reganar credibilidad utilizando todo el arsenal jurídico y policial, del que puede hacer uso el estado francés. Puesta en escena militar, “estamos en guerra”, estado de emergencia, tenencia de armas fuera de servicio, delación de los “elementos radicalizados” en las escuelas; reforzamiento de los efectivos de vigilancia delante de los establecimientos escolares y de las estaciones de trenes… Este ambiente se ha acelerado de nuevo este verano, después del atentado en Niza y de la ofensiva racista y sexista contra el burkini.
La Francia de 2016, es la de la instrumentalización del miedo de los atentados, construyendo su “enemigo interior”, el musulmán o asimilado como tal, el “alborotador”, el militante sindical combativo o el joven de un barrio popular.
De esta forma, con la lectura del testimonio en el que los policías se permiten insultar, amenazar de muerte o de violación, y hacer una analogía entre los habitantes de un barrio periférico escandalizados por una detención violenta y los asesinos de Daesh, ya nadie se sorprende. Ya nadie encuentra “razones” para explicar ese comportamiento de los policías. Esta razón es la razón de Estado, donde como decían los propios policías aquella noche, hay una guerra que se lleva a cabo contra las clases populares, los trabajadores y los jóvenes contestatarios.
Contra el estado de emergencia, contra la impunidad policial, frente unitario de lucha
En un artículo anterior, analizábamos la situación en Francia como dramática, pero promisoria al mismo tiempo. Dramática, no hace falta demostrarlo. Este otoño se desarrolla bajo el signo de la aplicación de la Reforma Laboral, del aumento de la precariedad y de los asesinatos policiales como el de Adam Traoré. Pero promisoria, como han demostrado los 4 meses de movilización contra la reforma laboral, 4 largos meses a pesar de una fuerte represión contra la juventud y el movimiento obrero.
La represión se encuentra con una vanguardia que ha luchado contra el estado de emergencia y la restricción de las libertades democráticas. Pero después de golpear a los estudiantes movilizados, acorralar nuestras manifestaciones, dejar impunes a aquellos que matan en los barrios, las fuerzas policiales se sienten con las alas crecidas.
Sin embargo, el escándalo suscitado por el testimonio del joven profesor de la Sorbona es una nueva prueba de la indignación que suscita este giro autoritario y liberticida del gobierno. En efecto, los testimonios de solidaridad vienen de todas partes: estudiantes y profesores, militantes de todas partes; incluso anónimos relatando su propia experiencia con la policía…
Esta indignación no debe restringirse a este caso, debe multiplicarse, por todos los jóvenes, trabajadores, profesores de la Soborna o de otros lugares, jóvenes de los barrios populares, militantes sindicalistas o defensores de las libertades democráticas. Todos nosotros hacemos frente contra este Estado policial que encierra a nuestros compañeros y asesina a nuestros hermanos y hermanas de clase. Se trata de constituir un frente de lucha unitario amplio para defender nuestros derechos democráticos, para reclamar el fin del estado de emergencia, restablecer nuestro derecho a manifestarnos sin ser acorralados, exigir el fin de la impunidad policial y de la represión sindical, construir un frente para que el miedo cambie de bando.
*Artículo publicado en Rèvolution Permanente el 24-09-2016.
Traduccion: Leire Izargorri
Révolution Permanente
Francia