Mientras se intensifica la movilización de los agricultores, el gobierno comienza a inquietarse. Frente a la ira legítima que organizaciones como la Federación Nacional de Sindicatos Agricultores (-FNSEA-, organización dirigida por empresarios del agrobusiness) intentan canalizar, el movimiento sindical tiene un papel que desempeñar para encontrar otra salida. El nuevo primer ministro Gabriel Attal anunció medidas para responder a la crisis y que están lejos de resolver los problemas estructurales de los pequeños agricultores. El movimiento continuará.
Domingo 28 de enero de 2024 14:41
Desde hace varios meses, Europa asiste a importantes movilizaciones de agricultores en Alemania, España, Polonia, Rumanía e incluso Países Bajos. En Francia, el enojo de sectores del mundo agrícola ha aparecido en la escena política en los últimos días.
La movilización de los agricultores comenzó a finales de 2023 para protestar contra los retrasos en el pago de las ayudas de la PAC. Esta acción se extendió por toda Francia, y miles de municipios vieron las manifestaciones de agricultores. Esta primera fase de la movilización dio lugar luego a acciones más ofensivas, con la región de Toulouse como epicentro.
Así, la ciudad vio cientos de vehículos agrícolas realizando operaciones de caracol y una concentración conjunta en el centro de la ciudad el 22 de noviembre de 2023. Dos meses después, el martes 16 de enero de 2024, una manifestación reunió a 1.000 agricultores y 400 tractores en Toulouse, con una concentración en la Place du Capitole y un vertido de residuos. Esta fecha fue el punto de partida de una tendencia hacia la radicalización del movimiento que luego continuó con, durante varios días, acciones y huelgas llevadas a cabo en todo el territorio.
Los motivos del enfado son múltiples y se refieren a diversas reivindicaciones específicas según el sector de actividad. Sin embargo, en general, encontramos demandas para el mantenimiento de las subvenciones al GNR (diésel , cuya eliminación está escalonada entre 2024 y 2030 para los sectores agrícola y de obras públicas, contra normas administrativas y contra medidas ecológicas (obligaciones de dejar porciones de tierra en barbecho, restricciones al acceso al agua). Por parte de los ganaderos, surgen demandas de una mejor compensación por los problemas de salud que afectan a las explotaciones ganaderas (gripe aviar, MHE para el ganado). Por último, muchos manifestantes denuncian la "competencia desleal" de productos que se desvían de las normas medioambientales de la Unión Europea.
Si el movimiento se centra en diversas cuestiones que afectan a la vida del agricultor, encuentra su origen en un hartazgo generalizado de los pequeños agricultores, que exigen “poder vivir dignamente de su trabajo”. Aunque los agricultores trabajan una media de 54 horas a la semana, muchos dicen que ya no pueden vivir con dignidad. Una gran parte de los 400.000 agricultores franceses sufren una precariedad importante: el 25% de los agricultores viven por debajo del umbral de pobreza, una cifra que “ha ido aumentando en los últimos años, pasando del 13% en 2006 al 25% en 2015”, como se señala el "Informe Solidarité Paysans" (Informe Solidaridad Campesina. NdT)
Estas dificultades financieras pueden explicarse, por un lado, por el coste excesivamente elevado de la maquinaria y las infraestructuras, las materias primas y la energía, que empuja a muchos de ellos a un enorme endeudamiento. Al mismo tiempo, los precios de venta se ven comprimidos por la gran distribución y la industria alimentaria, que imponen sus precios de compra con descuento. Los agricultores tienen así una tasa de exceso de mortalidad por suicidio del 30% en comparación con el resto de la población. Una situación que, sin embargo, no afecta por igual a todos los agricultores, ya que se trata principalmente de pequeños agricultores (menos de 50 hectáreas) y de agricultores que trabajan solos, como señala la MSA (mutual social agrícola. NdeT.)
Mientras que desde principios de semana el movimiento campesino está extendido por todo el territorio, el primer ministro Gabriel Attal viajó este último viernes a Alto Garona, sur del país, para anunciar medidas destinadas a calmar la ira. Acompañado por Marc Fesneau y Christophe Béchu (ministros de agricultura y medio ambiente respectivamente), el jefe de Gobierno intentó congraciarse con los agricultores. "Hay una ira sana, pero no hay violencia que la justifique", insistió, señalando en particular el incendio de una agencia MSA por parte de los agricultores. Una retórica que pretende empezar a dividir al movimiento, entre un ala "radical" y una "responsable", esto podría augurar una reanudación de la represión si la movilización continúa. Pero la verdadera división radica en los intereses contrapuestos que hay entre los empresarios del agrobusinees y los pequeños productores.
Colère des #agriculteurs ce soir dans le centre de Guingamp suite aux annonces de Gabriel Attal. (L'Écho de l'Armor et de l'Argoat) #AgriculteursEnColere #AgriculteurEnColere pic.twitter.com/GjUFLyX7CO
— Anonyme Citoyen (@AnonymeCitoyen) January 26, 2024
Enfado de los agricultores luego de los anuncios del primer ministro Gabriel Attal.
Bajo gran presión, Gabriel Attal insistió en redactar su discurso para mostrar la supuesta sensibilización del gobierno. Apoyándose en un escritorio con forma de fardo de paja, dijo: “decidimos poner la agricultura por encima de todo, ese es el significado de nuestra presencia aquí ”. Antes de añadir “estar allí” para abrir “un nuevo capítulo para la agricultura francesa” en este “día de inicio”. Fórmulas que pretenden camuflar el vacío de las medidas propuestas por el Gobierno que presentó con tres pilares: “actuar para defender las rentas”; “simplificar y facilitar la vida de los agricultores" y “preparar el futuro de nuestra agricultura”.
El gobierno busca ahuyentar a los agricultores con medidas cosméticas
En concreto, el gobierno afirmó tomar “diez medidas inmediatas de simplificación”, por decreto, a partir de este último sábado. Entre ellos, el plazo excepcional para las autorizaciones de retención de agua, reducido a dos meses en lugar de cuatro; los recursos "simplificados" o incluso la creación de una "presunción de urgencia" para acelerar los plazos; o la limitación de los controles administrativos; etc. medidas de “simplificación” que, como admite Gabriel Attal, constituyen medidas de “sentido común” y no cambiarán la vida de los pequeños agricultores.
La otra medida propuesta por Attal es el establecimiento de “tres sanciones muy duras” contra las empresas que no respeten la Ley Egalim (una ley francesa por la cual distintas entidades, además de las estatales, pueden elaborar costes de producción y el productor es libre de optar por los más apropiados. NdT.) Al afirmar que esto era un “enorme progreso”, el Primer Ministro también dijo: "Soy bastante lúcido: en las negociaciones comerciales, el agricultor no está suficientemente protegido", afirmó. Las llamó "deficiencias" que deberían subsanarse "fortaleciendo los controles" y ejerciendo "máxima presión en las negociaciones". Una ilusión ya que los grandes patrones de la distribución, en una posición de fuerza frente a los pequeños operadores, están destinados a eludir estas normas limitadas.
En realidad, el anuncio sorpresa es la anulación del aumento del impuesto sobre el diésel de uso fuera de carretera (GNR). Desde principios de 2024, el GNR tributa a 24,81 céntimos de euro por litro, lo que representa un superávit de 2,85 céntimos respecto al año pasado. En debate en el Gobierno, la anulación de esta subida de impuestos constituye la medida emblemática, al mismo tiempo que el anticipo al fisco. “Para el verano, cuando reciba su combustible, la deducción se hará inmediatamente y el Estado compensará al distribuidor por la deducción. Es una medida de simplificación y flujo de caja, explicó Attal.
Bajo presión de la base, la principal central sindical agropecuaria (FNSEA) y su rama de jóvenes agricultores (JA) llaman a continuar el movimiento
Ante este conjunto de medidas cosméticas, la reacción de los operadores no se hizo esperar. Los agricultores movilizados para bloquear la autopista A13 -que une París con la ciudad portuaria de Caen, en la región de Normandía-, pidieron que el bloqueo se mantenga "al menos durante la próxima noche". En la A1 surgieron tensiones contra los agricultores que querían levantar el bloqueo. En Alto Garona, desde el peaje de Méru, las reacciones han sido las mismas: "Tocó la flauta", afirma Laurent Collet, productor de cereales en el País de Bray: "ni los anuncios sobre el combustible ni los de simplificación de las autoridades administrativas lograron convencerme”.
Si bien un referente del bloqueo de la A64 (autopista de peaje con algunos tramos gratuitos, que enlaza Toulouse con Bayonne. NdT.), Jérôme Bayle destacó los anuncios del gobierno y afirmó que quería levantar el bloqueo de la autopista, por la fuerte presión de la base -las principales organizaciones como la FNSEA y la JA- pidieron continuar movilizados.
"Hemos tomado la decisión de continuar esta movilización", anunció el viernes por la tarde el presidente de la FNSEA, Arnaud Rousseau, en un canal televisivo. "Los anuncios del Primer Ministro no responden a todas las preguntas que nos hacemos", afirmó. "Hay muchas demandas a las que el Primer Ministro no ha respondido". Lo que se ha dicho esta tarde no calma la ira, hay que ir más allá", completó.
Asimismo, los Jóvenes Campesinos llaman también a “mantener la movilización”. Tras ser consultados: "la consigna esta tarde, (...) el llamamiento es mantener la movilización". La portavoz de la Coordinación Rural francesa explicó por su parte que "la ira no se ha calmado, no todos están satisfechos", y denunció las medidas del gobierno: "no son suficientes". Por último, por parte de la Confederación Campesina, Laurence Marandola, denunció también que las medidas son “en gran medida insuficientes” y pidió “permanecer movilizados”. “Seguiremos movilizados. No se trata necesariamente de controles de carreteras, habrá diferentes formas de movilización, en las carreteras, en las rotondas, frente a los supermercados, formas ingeniosas de decirle al gobierno que en gran medida es insuficiente”.
¡Para que se exprese la ira, debemos converger con el movimiento obrero!
Si el curso de las organizaciones sindicales es unánime, no debemos dejarnos engañar: es la ira de la base lo que ha empujado a la dirección a permanecer en el movimiento. Sin embargo, si estas organizaciones pretenden continuar la movilización, es para intentar obtener más medidas igualmente de parciales, que no cuestionen los problemas estructurales de los pequeños agricultores. El programa propuesto por estas organizaciones (las direcciones de FNSEA y su rama juvenil), en particular en un documento presentado el jueves por la tarde, está lejos de cuestionar radicalmente un sistema agrícola que está perdiendo fuerza y que estrangula a los pequeños agricultores, destruye el planeta, todo en beneficio de los grandes capitalistas, del sector agroalimentario y de la gran distribución.
Por esta razón estas organizaciones rechazan cualquier perspectiva de convergencia con el movimiento obrero: sus demandas se limitan a exigir medidas corporativistas limitadas, que mantengan las desigualdades que estructuran el mundo agrícola. Por eso el presidente de la Juventud Campesina salió a cruzar el llamado de la CGT a vincularse con los agricultores en Sud Radio declarando: “nunca nos hemos sumado a los movimientos sociales. Nunca hemos aprovechado otros movimientos sociales para explicar nuestra consternación (…). No estamos en las mismas peleas, no estamos en los mismos temas, no se trata de mezclar temas”. Un rechazo de clase (empresarial, en este caso del agronegocio) para impedir que se defiendan reivindicaciones que conciernen a toda la población, sobre todo los pequeños agricultores, sobre salarios o precios.
La FNSEA no se preocupa por los intereses de los pequeños y medianos agricultores y pretende limitar el movimiento a una zona limitada, incapaz de cambiar la vida de los agricultores pobres. Contra esta política que sirve a quienes se benefician de la concentración de la tierra y de la agroindustria, como el presidente de la FNSEA, Arnaud Rousseau, debemos construir un programa que luche contra los verdaderos responsables de un sistema agrícola que favorece a los grandes capitalistas de la industria, los de la distribución masiva y a los bancos. En este sentido, es fundamental que los agricultores cuestionen el programa y la dirección de la FNSEA, buscando forjar alianzas del lado del movimiento sindical en lugar de los grandes empleadores. Si bien la CGT llamó este jueves a unirse al movimiento, el movimiento obrero debe dotarse de un programa de acción que vincule las preocupaciones de la clase obrera con las de los pequeños agricultores.
*Esta nota fue realizada en base a publicaciones de Révolution Permanente, integrante de la Red Internacional La Izquierda Diario.
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