Rusia extiende cada vez más su influencia en el tradicional recinto africano del imperialismo francés. ¿Buenas noticias para el pueblo africano?
Miércoles 9 de junio de 2021 22:16
El lunes 7 de junio, París anunció que "congeló" la ayuda presupuestaria francesa (alrededor de 10 millones de euros) y "suspendió" su cooperación militar con la República Centroafricana. ¿La razón? Se dice que las autoridades centroafricanas son "cómplices" de una campaña anti-francesa liderada principalmente por Rusia en el país. Este anuncio se suma a la retirada a finales de abril de los 5 cooperantes militares del país. Francia, sin embargo, mantiene su ayuda humanitaria, que beneficia directamente a la población, así como su participación en misiones militares supervisadas por la Unión Europea y la ONU en la República Centroafricana.
Esta decisión de Francia sigue la misma dirección que se tomó la semana pasada contra Mali. De hecho, el viernes 4 de junio París anunció la suspensión de las operaciones militares conjuntas con el ejército de Malí para significar la oposición de Francia al golpe de Estado del 24 de mayo.
El denominador común entre los sucesos de Mali y de la República Centroafricana es la alarma del imperialismo francés ante los avances de Rusia en su tradicional recinto poscolonial en África. De hecho, en 2017 Rusia aterrizó en la República Centroafricana para ayudar al gobierno centroafricano a enfrentar una rebelión armada liderada por el ex presidente François Bozizé. Fue la propia diplomacia francesa la que sugirió a las autoridades de Bangui apelar a Rusia. Pero Rusia ha comenzado gradualmente a desarrollar diferentes políticas para excluir a Francia, en particular a través de campañas en las redes sociales para alimentar la hostilidad de las poblaciones locales contra Francia y su tradición colonialista en el continente. El ejército francés intentó responder a esta campaña rusa empleando a su vez sus propios "trolls" pro-franceses. Un intento con lamentables resultados que fue descubierto y desmantelado por Facebook.
En Malí, hay cada vez más afirmaciones de que el ejército golpista está cerca de Rusia. De hecho, uno de los dos soldados expulsados del gobierno de transición (que fue el detonante del golpe del 24 de mayo), el coronel Sadio Camara, fue entrenado en Rusia y estuvo en ese país durante el primer golpe de agosto de 2020. Algunos analistas también afirman que estos soldados estaban a punto de firmar un contrato militar con Moscú.
Malí y la República Centroafricana no son casos aislados en África, están relacionados con el aumento de la influencia rusa. Desde 2014, 19 países africanos han celebrado acuerdos militares con Rusia; en 2019 el presidente ruso Vladimir Putin organizó una cumbre africana en la que participaron casi todos los estados del continente; Rusia también busca establecer una base militar en el continente, sin mencionar que ha llegado a un acuerdo con Sudán para el establecimiento de una base naval en la costa del Mar Rojo. A todo esto hay que añadir que en 20 años Rusia se ha convertido en el principal exportador de armas a África: el 49% del total según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, muy por delante de Francia, Estados Unidos y China.
Moscú se ha aprovechado de la tradición de la diplomacia soviética para restablecer sus lazos económicos, militares y geopolíticos con los estados africanos. Aunque Rusia está intentando abrir el acceso a la explotación de materias primas en África, su principal interés sigue siendo la exportación de armas al continente. Es una industria fundamental para una economía rusa muy dependiente de la exportación de gas y petróleo.
Desde este punto de vista, Rusia no tiene la intención de reemplazar a Francia en todas las áreas de África. Francia tiene relaciones militares, pero también comerciales y económicas con sus antiguas colonias que Rusia no está en condiciones de reemplazar. Sin embargo, el continente africano es cada vez más objeto de una competencia cada vez mayor entre las potencias mundiales y regionales, de las cuales China es una de las principales. En este sentido, el declive de la influencia de Francia en determinados estados africanos estratégicos en el ámbito militar y político podría abrir la puerta a que otras potencias intenten desplazarla y ganar nuevos mercados.
A esto hay que añadir el hecho de que la política del imperialismo francés en África es cada vez más impugnada por la población local, los trabajadores y la juventud. En este contexto, China y Rusia (pero también otras potencias como Turquía) aparecen como “alternativas” a nivel económico, militar y político. Es en este sentido que debemos entender las campañas hipócritas de Rusia contra el imperialismo francés en las redes sociales.
Sin embargo, no se debe exagerar la importancia de estas campañas rusas (pero no solo) en las redes sociales. La política del imperialismo francés en África sigue siendo la principal fuerza impulsora detrás de la disputa de Françafrique entre las poblaciones locales. El hecho de que las facciones de la clase dominante en África se estén volviendo hacia Rusia y China también está ayudando a aumentar su popularidad en los países africanos. “Conocemos las realidades de las relaciones entre estados, los intereses son lo primero. Sin embargo, con Rusia será una asociación en la que todos salgan ganando (…) Ya no queremos un socio semidiós que, incluso en caso de error, no toma en cuenta”, declaró un miembro de una plataforma prorrusa en Mali.
¿Pero eso significa que los pueblos africanos estarían en una mejor situación si Rusia reemplazara al imperialismo francés? Para nada. La Rusia de Putin no tiene ningún proyecto de emancipación para la clase trabajadora, la juventud y las clases populares africanas. Por el contrario, Putin defiende los intereses geopolíticos, militares y económicos del capitalismo ruso. En este sentido, Moscú no duda en defender regímenes reaccionarios que garantizan la protección de sus intereses. Además, es esta política "pragmática" la que empuja a los dictadores africanos a buscar el apoyo de Putin o de China. Pero el imperialismo francés y las demás potencias imperialistas aplican exactamente la misma lógica, como hemos visto en el caso de Chad, donde Emmanuel Macron apodó a Mahamat Déby, el hijo del dictador chadiano Idriss Déby tras su muerte.
Mientras que el continente africano se convierte cada vez más en un objeto de disputa entre varias potencias mundiales y regionales, más que nunca el futuro de los explotados y oprimidos de África descansa en su propia acción y organización en total independencia de las potencias imperialistas y sus aliados locales pero también de los diversos estados y regímenes capitalistas que se presentan falsamente como "amigos" de los pueblos africanos.