La victoria de Isabel Díaz Ayuso del Partido Popular el pasado 4 de mayo es ante todo el fracaso de la izquierda reformista en el gobierno junto al PSOE. Porque cuando la supuesta izquierda aplica políticas de derecha, gana la derecha. Necesitamos fortalecer la organización y la movilización social. Para enfrentar a la derecha y la izquierda del Régimen, hace falta desarrollar la autoorganización desde abajo y construir una izquierda revolucionaria que supere la bancarrota del neorreformismo.
Viernes 7 de mayo de 2021 23:12
Reproducimos la declaración de la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) que impulsa La Izquierda Diario en el Estado español.
Cuando los “progresistas” aplican políticas de derecha, gana la derecha
La victoria de Ayuso este 4M es ante todo el fracaso de la izquierda reformista en el gobierno junto al PSOE. La derecha sube en casi medio millón de votos, mientras el bloque “progresista” desciende en 65 mil. Descontando los trasvases de voto del PSOE al PP y a la abstención, la derecha se habría llevado 4 de cada 5 votantes que en 2019 no acudieron a votar. Esto es lo que explica que el mapa se tiñera de azul, también en los barrios y localidades obreras.
La ministra Carmen Calvo (PSOE) declaraba este jueves que no podía entender este alejamiento de su tradicional base electoral. Muchos en las redes le respondimos que quizá el no derogar las reformas laborales, la Ley Mordaza, regalar 140 mil millones a los grandes capitalistas del IBEX35, aprobar un Salario Mínimo Vital que no ha llegado a nadie y otras tantas “perlas” del gobierno “más progresista de la historia” le ayudarían a entender lo que ha pasado.
Pablo Iglesias anunciaba su retirada en la misma noche electoral. Quien había hecho campaña advirtiendo del peligro del “fascismo”, se retira a una vida tranquila en Galapagar con su renta de exvicepresidente porque no logra ganar unas elecciones. Cuando estamos a punto de que se cumplan 10 años del 15M, Iglesias deja detrás el legado de haber ayudado a restaurar la pata izquierda del bipartidismo, aceptado el 155, apuntalado a la Corona en crisis y haberle dado un barniz “progre” al enésimo plan de rescate de los grandes capitalistas a nuestra costa llevado adelante por un Gobierno con el PSOE.
La grave crisis económica y social derivada del impacto de la pandemia trata de ser capitalizada por una derecha trumpista y su discurso ultra neoliberal. Vox no ha mejorado sus resultados, la versión más ultra del PP ha conseguido frenarles. Sin embargo, igual que Margaret Thatcher consideraba que su gran logro político se llamaba Toni Blair, por haber asumido el Laborismo la agenda neoliberal, el mayor logro de Monasterio y Abascal se llama Ayuso, la punta de lanza de la trumpización del PP.
Un gobierno “progresista” que acelera su rumbo derechista
La consecuencia inmediata del 4M es un giro a la derecha de todo el tablero político. No son solo las elecciones madrileñas, el gobierno “progresista” lleva meses poniendo sobre la mesa una política más “clásica” y en la línea de los gobiernos social-liberales del PSOE. El rescate europeo viene con propina para la clase trabajadora y los sectores populares. Desde la subida de impuestos indirectos que graban a las rentas más bajas, a nuevas reformas laborales –ni hablar de derogar ni siquiera la del PP-, alargar la edad de jubilación o avanzar en la privatización de las universidades. Todo acompañado de un aumento en la represión de manifestaciones, huelgas y protestas, y una intensificación de las políticas imperialistas y racistas en la frontera.
Este rumbo promete agravarse y no solo en el terreno de las políticas económicas y cada vez más antisociales. Con el avance de la derecha se fortalece también la mano dura contra el independentismo catalán o el respaldo sin fisuras a la Monarquía. El PSOE es experto en todo esto y Unidas Podemos va camino de ser un gran alumno. Como estampa, la de la ministra de Trabajo y vicepresidenta presentándole este viernes a Su Majestad el plan de ajustes para la obtención del rescate europeo.
Un marco que, por otro lado, hace aún más difícil la desactivación de la cuestión catalana, a pesar de la firme intención de la dirección procesista. La derecha marca la agenda, y en ella no caben ni mesas de negociación por vacías de contenido que estén, ni mucho menos indultos o reformas del Código Penal. Un escenario que puede llevar a que ERC y JxCat vuelvan a alguna escenificación de enfrentamiento, y en el que lamentablemente la CUP ha optado por integrarse plenamente como ala izquierda de este postprocesismo con su apoyo a Aragonés, el pacto de legislatura y sus esfuerzos por que haya cuanto antes un Govern de los partidos que vienen gestionando la Generalitat con las mismas políticas que Moncloa.
El gobierno “progresista” sale golpeado, con sendas crisis en el PSOE y, sobre todo, en Unidas Podemos. En este último se abre un periodo de sucesión en el que la guerra de aparatos y familias puede recrudecerse ante la ausencia del hasta ahora líder carismático. Además, el rumbo cada vez más a la derecha puede someter nuevamente a tensiones el frágil bloque de la investidura del que depende su viabilidad parlamentaria, y terminar de desgastar tanto a Podemos como a IU por su participación en un gobierno que se acerca cada vez más a lo que fue el de Zapatero.
En la derecha el PP no termina de recuperar su otrora hegemonía. Se consolida en Madrid, liquida a Cs y por ahora frena a Vox, pero hay que ver si esto es generalizable a otras comunidades o a nivel estatal y qué peso tendrían las particularidades del “ayusismo”. Sea como sea, e incluso para no perder iniciativa frente a la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Casado intentará acortar al máximo la legislatura.
Fortalecer la organización y movilización social que enfrente a la derecha y la izquierda del Régimen
Ante este escenario político se reabre la discusión en la izquierda política y social ¿qué ha pasado? ¿por qué avanza la derecha? ¿qué nos deja el ciclo corto pero intenso del neorreformismo que emergió en parte como expresión y, sobre todo, como desvío del 15M? ¿cómo se puede retomar la iniciativa desde la clase trabajadora, la juventud, las mujeres y los movimientos sociales?
Si bien el tablero político por arriba parece cada vez más conservador, esto no tiene por qué tener un correlato idéntico por abajo. Las movilizaciones contra el encarcelamiento de Hasél mostraron la existencia de toda una generación que acumula una rabia con potencial explosivo. En muchas empresas y sectores comienzan a darse huelgas, movilizaciones y procesos de organización, para hacer frente a despidos, EREs o el aumento de la precariedad. Movimientos sociales como el de la vivienda se recomponen contra los desahucios y tras la amarga experiencia de la izquierda del cambio que ni siquiera ha podido frenar este drama social.
Desde diversos sectores y organizaciones de la izquierda crítica con Unidas Podemos, se plantea que la solución comienza por reforzar lo social, es decir estos procesos de lucha y organización. Anticapitalistas o grupos como Izquierda Revolucionaria, con quienes discrepamos abiertamente en la pasada campaña electoral por haberse mantenido en un apoyo al neorreformismo que nos ha llevado hasta aquí, se pronuncian en este sentido.
Desde la CRT consideramos que construir una alternativa superadora del neorreformismo no puede hacerse si no es poniendo en el centro precisamente esto, recuperar y desarrollar la capacidad de organización y movilización de la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares. Esto pasa por combatir, mediante la denuncia y exigencias concretas, a la burocracia sindical y de los movimientos sociales que actúan de lugartenientes pasivizadores del gobierno “progresista”. Promover formas de autoorganización y coordinación de las luchas obreras, que parta de rodearlas de solidaridad para que triunfen, ligándolas al resto movilizaciones sociales, es una tarea de primer orden.
Es necesario “volver a las calles” y fortalecer la movilización social con un programa que enfrente a la derecha y la extrema derecha, pero también a la izquierda del régimen y sus políticas en favor de las grandes empresas y fortunas, y en contra de los y las trabajadoras y el pueblo. Pelear por demandas urgentes como la derogación de todas las reformas laborales y el reparto de horas de trabajo sin reducción salarial, por la prohibición efectiva de todos los desahucios y la expropiación de todas las viviendas de grandes tenedores, por la liberalización de las patentes y vacunas ya para todos y todas, por impuestos a las grandes fortunas para reforzar la sanidad, la educación y los servicios públicos, por una renta garantizada equivalente a un salario mínimo de 1200 euros para todas las personas que se han quedado sin recursos, por el fin de la ley mordaza y la libertad y desprocesamiento de todos los presos políticos o la derogación de las leyes de extranjería y el cierre de los CIEs.
No es posible enfrentar el avance de la derecha y sus salidas reaccionarias, si no es combatiendo al mismo tiempo las políticas de la “izquierda” del Régimen, que están detrás también de que el PP y Vox puedan tratar de capitalizar el malestar social fruto de la crisis.
En este sentido, desde la CRT hacemos un llamamiento a los grupos de la izquierda que se reivindica anticapitalista y rupturista, así como a todos aquellos sectores de la izquierda sindical, el movimiento juvenil y los movimientos sociales que comparten esta necesidad, a ponernos manos a la obra y coordinar nuestros esfuerzos. ¿Cómo hacerlo? No hay recetas, pero como una manera de avanzar sería convocar asambleas abiertas en todas las ciudades posibles para debatir y definir un plan de reactivación y refuerzo de lo social, que sea capaz no sólo de resistir la desmoralización que ha generado la bancarrota del neorreformismo, sino sobre todo retomar la iniciativa y generar nuevas esperanzas para comenzar a recuperar lo perdido.
Construir una izquierda revolucionaria que supere la bancarrota del neorreformismo
Al mismo tiempo que es fundamental unir esfuerzos para reactivar lo social, es clave empezar a construir una alternativa al neorreformismo en lo político. Por más que Unidas Podemos esté en crisis e incluso pueda terminar en una próxima debacle electoral, nuevos proyectos de este tipo querrán ocupar su lugar. El mejor posicionado es Más Madrid / Más País, sobre todo después de su sorpaso al PSOE y UP el 4M. Su ubicación por fuera de Moncloa, aunque sea parte de los socios más leales al gobierno, le puede permitir a Errejón preservarse del desgaste y tratar de capitalizar algo de la crisis por izquierda del proyecto del que fue miembro fundador.
En este sentido las conversaciones entre Anticapitalistas y Más País en Andalucía, en vistas a un posible adelanto electoral, son un verdadero “día de la Marmota”. Tras la salida de la formación de Teresa Rodríguez de Podemos el balance se ha limitado a cuestionar los métodos burocráticos de Iglesias, la excesiva moderación programática y, por último, su integración en el gobierno. La alternativa planteada por Anticapitalistas era apoyar a Pedro Sánchez desde el Parlamento, muy parecida a la opción que hoy se propone la CUP en Catalunya respecto al posible Govern de Pere Aragonés.
Refundar un Podemos de los “orígenes” o una nueva versión de un proyecto electoral con un programa reformista no puede conducir más que al mismo callejón sin salida al que nos llevó la impotente gestión humanizada del Estado capitalista. El reciente fracaso de UP en esta tarea, visto desde el punto de vista de la defensa de los intereses de la clase trabajadora, no es una excepcionalidad. Antes lo vimos en su mentor, Tsipras, con la aplicación del memorándum de la Troika por parte de Syriza. Hoy en Alemania, Die Linke, se propone seguir la estela aspirando a cogobernar nada menos que con el SPD y los Verdes.
La crisis capitalista condena a los proyectos neorreformistas no solo a ser un reformismo de manos vacías, sino a pasar en tiempo récord a ser los administradores de los futuros ataques. Sin cuestionar los intereses, privilegios y títulos de propiedad de la banca, las grandes empresas y fortunas, no hay solución posible al paro de masas, la ultraprecariedad, la bancarrota provocada de los sistemas de pensiones públicas o poder poner a disposición de la sociedad todos los recursos disponibles para combatir catástrofes como la pandemia todavía en curso, y ni hablar de atajar la grave crisis ecológica generada por el capitalismo.
Desde la CRT hemos debatido abiertamente con estas tesis de reeditar algún tipo de reagrupamiento neorreformista. Al mismo tiempo hemos planteado en diversas ocasiones a las compañeras y compañeros de Anticapitalistas, Izquierda Revolucionaria, Corriente Roja o Lucha Internacionalista, abrir la discusión sobre qué proyecto político y con qué programa poner en pie para construir una izquierda revolucionaria, desde el anticapitalismo y la independencia de clase. Esta tarea, que planteamos hacerla junto a los sectores de la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares que comienzan a hacer una experiencia con Unidas Podemos o en Catalunya la CUP, sigue teniendo plena vigencia.
La actual crisis económica, social y política, el auge de una derecha trumpista a la ofensiva, un régimen que sigue sin cerrar las grietas que abrió hace una década el 15M y una izquierda del mismo que no augura más que nuevas y peores decepciones, no va a quedar sin nuevas y mayores contestaciones desde abajo. Los próximos años se volverán a plantear oportunidades para que la clase trabajadora irrumpa y pelee por imponer su propia salida a la crisis y la barbarie capitalista. Los recientes acontecimientos en Colombia o Chile, así como los procesos en Francia, diversos países árabes antes de la pandemia o el movimiento Black Lives Matter en EEUU, lo demuestran. Que la izquierda revolucionaria lleguemos preparados, habiendo avanzado en poner en pie una organización revolucionaria capaz de pelear por una alternativa a los desvíos que surjan de parte del reformismo y las burocracias, es una tarea que tenemos que preparar desde ahora mismo.