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Diversidad Sexual. Frente de Liberación Homosexual: historia de la diversidad sexual para este 24 de Marzo

A 43 años del golpe cívico-militar, presentamos parte de la historia del FLH, conformado por intelectuales y activistas, cuyas luchas setentistas por la libertad sexual y contra los códigos contravencionales, entre otras, quedaron marcadas en la tradición de la diversidad sexual en Argentina.

Tomás Máscolo

Tomás Máscolo @PibeTiger

Miércoles 20 de marzo de 2019

Machismo-fascismo,
rezaba una vieja consigna del minúsculo Frente de Liberación Homosexual.
Tal vez en el gesto militar del macho está ya indicado el fascismo de las cabezas.
Y al matar a una loca se asesine a un devenir mujer del hombre.

Néstor Perlongher

Entre 1969 y 1976 en Argentina tuvo lugar un período revolucionario que puso en cuestión el dominio capitalista en el país. Es el momento de los levantamientos obreros y populares, del Cordobazo, el Rosariazo y el Tucumanazo, entre otras gestas.

El cuestionamiento hacia el orden establecido también tocaba a las personas que vivían su sexualidad fuera de la heteronorma. Claro que de una manera muy distinta a la que podemos pensar hoy en día. Las “teteras” eran los lugares escogidos tanto para los amantes furtivos como para la propaganda. Los activistas dejaban volantes y comunicados en el suelo para que sean leídos por quienes las frecuentaban: así llamaban a organizarse o informaban de sus actividades.

Este es el contexto en el que es fundado el Frente de Liberación Homosexual en 1971. El Grupo Nuestro Mundo, los anarquistas de Bandera Negra y una serie de intelectuales conformaron este grupo de acción y militancia, principalmente por la libertad sexual. Los más reconocidos son Néstor Perlongher, Blas Matamoro, Juan José Sebreli y Manuel Puig, entre otros.

El acuerdo fue escrito en un documento que sería repartido por toda la Argentina, y la lucha principal era por la eliminación de los códigos contravencionales y las leyes que criminalizaban y patologizaban la homosexualidad.

Los miembros de FLH cuestionaban por sobre todo a la institución familiar, donde la figura paterna es avalada por el patriarcado. El espacio social de la reproducción de esta lógica es para ellos la escuela. Según el escrito “Sexo y revolución”, “el sentido último de la familia es producir seres que reemplacen a sus progenitores en sus tareas, inculcándoles antes los mecanismos de la dominación para que las realicen sin protesta. De tal manera se verifica y asegura en este nivel, al igual que en las demás escalas de la vida social, la dicotomía opresores/oprimidos”.

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Pensaban que la misoginia y homofobia de la época se basaba en la ideología capitalista, que quería imponer una “moral dominante”. Esta moral, a su vez, les otorga a los capitalistas un poder sobre el “control de los cuerpos”, necesario para la alienación laboral. Por ende, el placer queda relegado a un segundo plano. Según sus propias palabras, “somos todo placer, y los cuerpos se presentan mutilados, castrados, para el trabajo capitalista”. El placer está reducido al coito heterosexual, culturalmente necesario para la reproducción biológica de los seres humanos y, además, para que se fortalezca el sistema de dominación.

En el mes de marzo del año 1972, jóvenes estudiantes ingresan al FLH, principalmente de las carreras de Filosofía, Psicología y Sociología de la UBA, algunos con militancia en diversos partidos y agrupaciones de izquierda o anarquistas, como el propio Perlongher, que lo hacía en Política Obrera cumpliendo un rol de seguridad, siendo luego separado de la organización.

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Todos tenían un mismo acuerdo, y este era la batalla cultural contra la opresión. Integraban un frente amplio, ya que también tenían un grupo de Acción Católica Homosexual. Los miembros de FLH caracterizaban que la opresión era propia del sistema “heterosexual compulsivo y exclusivo”, funcional al capitalismo. En el proceso de conformación del Frente se unen con la Unión Femenina Argentina (UFA), Safo, el Movimiento de Liberación Feminista (MLF) y la Asociación de Mujeres Socialistas, entre otros.

“No somos putos, no somos faloperos…”

Durante aquella época la izquierda no era sensible a la problemática. Se escuchaba a Fidel Castro decir que “la Revolución cubana no necesitaba de peluqueros”, y la sexualidad disidente (de la heteronorma) se expresaba de forma clandestina. Dentro del marco de una izquierda que relegaba la política de la mujer o acerca de la sexualidad y del género, hubo un guiño por parte del PST, que les prestaba su local regional a los activistas del FLH para que hicieran sus reuniones. Gesto que, dado el contexto de pacatería y hostilidad, fue de gran ayuda para el FLH.

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Durante la primavera del 73 asume Cámpora, a partir del Pacto Social se congelaron precios y salarios, se sancionaron leyes antiobreras, se intervinieron los sindicatos y hubo gran persecución y detención de dirigentes sindicales combativos.

El FLH promovió un acercamiento a la izquierda peronista y fue echado de sus columnas en la asunción de Héctor Cámpora con una consigna de los Montoneros: “No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y Montoneros”. En junio de ese mismo año, con una bandera que decía “Para que reine en el pueblo el amor y la igualad” lo esperaron a Perón en Ezeiza, quien los terminó por defraudar. Juan Domingo gobernó con López Rega y la derecha peronista que prometía limpiar al país de “zurdos y putos”, e incluso las agrupaciones de izquierda peronistas ni siquiera tuvieron la intención de tomar las demandas del Frente.

Para el año 1975 la revista Caudillo de la Triple A publicó una nota titulada “Acabemos con los homosexuales”. De esa forma el FLH tuvo que pasar a la clandestinidad. Y lo que pasó después ya es historia conocida.


24M en las calles con la Juventud combativa del PTS

Hoy no puede decirse que hay que esconderse como en aquella época. La realidad es que hoy en las novelas hay protagonistas homosexuales, contamos con la Ley de Matrimonio Igualitario y también con la Ley de Identidad de Género (LIG), que permite a las personas trans el reconocimnieto de su identidad autopercibida. Teteras quedan pocas, fueron reemplazadas por saunas u hoteles “gay-friendly”.

Pero,como dice un viejo refrán, los Gobiernos pasan y la Policía queda. Los códigos contravencionales todavía siguen vigentes en algunas provincias, no se implementa la parte sanitaria (art. 11) de la LIG, la inserción laboral es escasa y, por si eso fuera poco, se esparce la homolesbotransfobia que pregona el papa argentino Jorge Bergoglio,comparando a las personas trans con armas nucleares o a las teorías de género con teorías fascistas.

El FLH fue la vanguardia en lo que respecta a la política de sexualidad y género contra la moral dominante en los setenta. Hoy, en otro contexto y con algunas demandas mínimas obtenidas gracias a la lucha, esa misma moral sigue teniendo al Estado y a la Iglesia como sus fieles representantes.

Para enfrentar estas instituciones sostenidas por una minoría que explota a una mayoría es necesario construir un movimiento por la libertad sexual independiente de los Gobiernos de turno y que pelee por nuestras demandas en una perspectiva emancipadora, porque la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida. Nuestra lucha por la libertad sexual y contra el patriarcado debe ir de la mano del movimiento obrero, de las mujeres, de los inmigrantes y demás sectores oprimidos de la sociedad. Esas banderas son las que levantamos con orgullo cada día.

Con ese objetivo te invitamos a marchar el 24 de Marzo junto con la Juventud del PTS y las compañeras de Pan y Rosas. De manera independiente, seamos miles en las calles para enfrentar el espionaje, la represión y el acoso de las fuerzas represivas Estado que sufrimos tanto las organizaciones obreras y de izquierda como las personas que disentimos de la heteronorma. Exijamos la separación de la Iglesia del Estado y denunciemos las leyes de la dictadura que aun proponen su financiamiento.


Tomás Máscolo

Militante del PTS y activista de la diversidad sexual. Editor de la sección Géneros y Sexualidades de La Izquierda Diario.

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