La historia del frigorífico de Máximo Paz gestionado por los propios trabajadores. Desde la fundación, pasando por la toma, hasta la puesta en producción. El trabajo sin patrón y la lucha en las calles para librarse de las cadenas.
Esteban Chacho @estebchacho
Miércoles 31 de agosto de 2016
En Cañuelas hay historias que no se cuentan. Historias que están, pero no se difunden. Historias de trabajadores, que se animaron a ir más allá. Que se atrevieron. Que tomaron el destino en sus manos.
Frigocarne Sin Patrón es una de ellas. Recuperar su historia es un aporte a los trabajadores de Cañuelas que, en época de ajuste y tarifazo, muestra otra perspectiva ante la problemática de despidos y cierre de fábricas. La perspectiva de la toma y puesta en producción, bajo control obrero.
Un poco de historia...
En 1968 la familia Piczman fundó el Frigorífico Máximo Paz S.A. Este frigorífico, junto al peladero de aves, la sebería y la fábrica de productos químicos eran la fuente laboral clásica de los vecinos de Máximo Paz. Sin embargo, muy lejos de mantener la estabilidad laboral, la precarización y la inestabilidad siempre fueron la norma del frigorífico, y el sometimiento a condiciones de super explotación laboral era la condición básica para trabajar.
De esta manera la familia Piczman amasó jugosas ganancias a lo largo de tres décadas. Claro está que para esto la patronal realizó maniobras de todo tipo. Faena en negro, evasión, atropellos, allanamientos, clausuras, despidos y cambios de directorio con presidencias de trabajadores engañados. Llegando al punto en febrero de 1993 de alquilar la planta, marcando un punto imborrable en la conciencia de los trabajadores.
Lo que no se haría esperar fueron las quiebras fraudulentas. La patronal realizó una serie de quiebras para seguir sumando fortuna, destrozando la economía de las familias trabajadoras. La primera duró de febrero a septiembre de 1998, en pleno menemismo. Le siguió una segunda quiebra desde diciembre del 2000 a mediados del 2001, y la última el 3 diciembre de 2003, ya durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Pero mientras la patronal hacía sus maniobras, entre los trabajadores una chispa se encendía y un fantasma recorría las calles de Máximo Paz: el fantasma de la toma y puesta en producción por parte de los trabajadores.
De la calle a la toma
Durante las sucesivas quiebras, los trabajadores fueron discutiendo diferentes alternativas y acumulando experiencia en el accionar de la patronal. En diálogo con La Izquierda Diario Raúl “Vasco” Huidobro, uno de los referentes de la cooperativa Frigocarne, nos cuenta de su experiencia a lo largo de esos años.
“Acá el patrón era amigo de los trabajadores. No había conciencia. Yo estuve acá desde el ’92 y fue muy difícil, muchos años de experiencia con la patronal y todas sus maniobras. En la primer maniobra del ’93 perdimos por afano la idea de tomar la fábrica”.
Pero a medida que los años pasaban y la familia Piczman hacía de la suyas, por abajo entre los trabajadores las discusiones iban y venían. Así, en la primera y segunda quiebra, la resistencia duró muy poco y el grupo empresario volvió a abrir la planta. Ya en la tercera quiebra, mediante discusiones en asamblea, los trabajadores determinan ocupar el frigorífico.
“Cuando tomamos la planta, el juzgado con las fuerzas represivas nos desalojó. Fue un desalojo sin resistencia, no había tanta convicción de resistir. Pero inmediatamente la patronal empezó a desguazar la planta. Se llevaban computadoras, sierras de trozar, las desolladoras, la caldera. Entonces los compañeros la vieron. Ya no había alternativa. O la tomabámos o no se iba a abrir más".
No pudieron organizar la defensa de la planta ante el desguace de la patronal. Ya no tenían las máquinas fundamentales, pero el inmueble y las instalaciones eran suyos.
De la toma a la puesta en producción
Una vez dentro del frigorífico, se abría otra etapa en la historia de Frigocarne Sin Patrón. Es que equipar el frigorífico y lograr entrar en el circuito productivo comercial de la industria cárnica no sería tarea sencilla. En esto se fueron cuatro años hasta la primera faena.
En primer lugar, mediante movilizaciones lograron ayuda económica estatal no reembolsable para maquinaria, pintura, etc. Pero lo más difícil sería lograr los permisos de producción y comercialización. Claramente las instituciones que regulan estos aspectos están colonizadas por los sectores patronales que dominan la industria cárnica, muchos nucleados en la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Federación Agraria. A la burguesía agroganadera no le hacía mucha gracia darle permisos a quienes habían echado a los patrones.
Ante esta situación desde Frigocarne tuvieron idas y venidas, y solo con la movilización en las calles y cortes periódicos pudieron abrirse camino. Tuvieron que resolver contradicciones con ADA (Autoridad del Agua) y SENASA para la habilitación fitosanitaria, y con la ONCCA (Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario) para la inscripción como matarife abastecedor y poder comercializar. En este último caso, tuvieron que constituirse como sociedad anónima, ya que su figura de cooperativa no los habilitaba legalmente para acceder al permiso. Así se inscribieron como FRICARNESPAT S.A., que Huidobro asegura que no es más que Frigorífico de Carnes Sin Patrón.
Finalmente, a fines del 2007 estaban en condiciones para salir al mercado. Huidobro cuenta que desde el 2013 faenan como Cooperativa Frigocarne Sin Patrón con habilitación para exportar a terceros países como Hong Kong, Angola y Brasil, demostrando a la sociedad otro tipo de gestión para la producción. La gestión llevada a delante por sus propios trabajadores.
Ahí están, ellos son, los obreros sin patrón
Actualmente según Huidobro son alrededor de 140 trabajadores quienes día a día llevan adelante Frigorcarne Sin Patrón. De la vieja camada que trabajó bajo la gestión de la familia Piczman y pelearon por la cooperativa quedan muy pocos. Sin embargo, los métodos de la gestión obrera dan sus frutos.
Raúl cuenta que con una asamblea mensual obligatoria y asambleas extraordinarias periódicas ante cualquier necesidad van resolviendo el día a día. Así han pasado por varias experiencias. Desde que todos los trabajadores cobren lo mismo, a diferenciar según tareas. Desde cursos de formación sobre economía, hasta huertas comunitarias en las instalaciones. Equipos de fútbol y hockey. Y eventos culturales, donde tocaron bandas como Arbolito y músicos como Raly Barrionuevo. Así, la comunidad de Máximo Paz tiene una relación muy fluida con Frigocarne, donde funciona también el plan Fines con 150 jóvenes.
La gestión obrera repercute también en el medio ambiente. Huidobro dice que en los tiempos del patrón las piletas anaeróbicas se encontraban completamente abandonadas; el estiércol de los animales se había acumulado en grandes cantidades generando un alto grado de contaminación e impidiendo el desarrollo de cualquier tipo de vida en el agua. A la patronal poco le importa el ambiente. Pero para los trabajadores que viven en los alrededores es de suma importancia. Por eso limpiaron las piletas con retroexcavadoras para destruir la capa sólida de rumen, sebo, sangre y pasto sobre la laguna. Realizaron extracciones de barro con camiones atmosféricos, dragaron las piletas y sembraron plantas y bacterias en ellas para que trabajen naturalmente la descontaminación. Hoy son espejos de agua donde habitan patos, ranas y tortugas, y adonde cada primavera arriban gansos y cisnes de cuello negro.
Es que cuando los trabajadores se hacen sujetos de su propio destino, el trabajo tiene otras perspectivas.
La lucha continúa...
Hoy, frente a los tarifazos, los compañeros de Frigocarne atraviesan una dura situación. Pasaron de pagar $ 40.000 de luz a $ 253.000, y de gas $ 173.000. Este 16 de septiembre se realizarán las audiencias públicas, donde se abre la pelea por la anulación definitiva del tarifazo de gas. Confluir y coordinar en las calles es fundamental para derrotar el tarifazo.
Más allá del brutal ajuste, dentro de los marcos del capitalismo la cooperativa debe competir en desventaja contra los grandes frigoríficos y la burguesía ganadera. Por eso, la experiencia de los compañeros de Frigocarne es importante retomarla, siendo conscientes de que la plena liberación de los trabajadores se dará en los marcos de una economía planificada, que no esté sometida a la salvaje competencia del libre mercado y asegure el abastecimiento material a toda la población. Para esto, la lucha por la expropiación de los medios de producción para la planificación es una tarea clave. Desde el Partido de los Trabajadores Socialistas luchamos día a día desde nuestros lugares de estudio y trabajo, organizando la fuerza de los trabajadores para esta tarea. Y en las fábricas recuperadas como Zanon o MadyGraf, la lucha de fondo es por la estatización bajo control obrero.
Es con esta perspectiva que la historia de Frigocarne Sin Patrón incentiva a todos los trabajadores a tomarla en sus manos y a hacerla propia. La de organizarse y luchar por la defensa de los puestos de trabajo.