La candidatura del Front Republicà, impulsada por Poble Lliure, Som Alternativa i Pirates para el 28A, se plantea como alternativa a la vuelta al autonomismo del “procesisme”, aunque sigue renunciando a golpear al Régimen del 78 desde una perspectiva anticapitalista y de clase.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Miércoles 27 de marzo de 2019
Foto: Dante Fachín en la presentación de la candidatura
La semana pasada se presentaba públicamente la candidatura Front Republicà que concurrirá a las elecciones del próximo 28A al Congreso de los Diputados. La nueva lista tendrá a Albano Dante Fachín, ex de Podem, como cabeza de lista por Barcelona. Le seguirán Maria Besora, por Girona; Joel Jové, por Lleida; i Ferran Reyes, por Tarragona.
La candidatura se propone ser “rupturista y de izquierdas”, una opción política desde Catalunya que busca alejarse de los “chantajes del PSOE de Pedro Sánchez” y que pelea por el derecho de autodeterminación y la libertad de los presos políticos, dos puntos elementales que compartimos. Se define a sí misma como una fuerza que tiene como objetivo generar un bloqueo en el Congreso de los Diputados, es decir que no brindará apoyo a ninguno de los candidatos con opciones a ser presidenciables por comaprtir todos ellos la negación a las mencionadas demandas democráticas fundamentales.
Hay coordenadas acertadas al inicio del camino de esta candidatura, especialmente el desenmascaramiento de la política del “mal menor” a la que el PSOE y la izquierda neoreformista de Podemos, llama incansablemente.
Como señaló el propio Fachín en el acto de presentación, “se nos pide que nos traguemos esta situación y renunciemos a los objetivos políticos porque si no vendrán VOX y el PP”. No hay que olvidar que para los promotores del “malmenorismo” y el abanico “progresista” de sus aliados, la pelea por el derecho a decidir del pueblo catalán ha sido y es el alimento para el surgimiento de la extrema derecha. Además, en el caso del PSOE, se ha tratado de una ofensa al régimen que defienden.
Es por ello que taparse la nariz y apoyar la candidatura del PSOE, del 155, del 15% de paro masivo, de la precariedad laboral, de los CIEs o de las políticas imperialistas con sus aliados en Arabia Saudí o contra Venezuela, no es la solución ni para avanzar en el derecho democrático catalán a decidir su relación política con el resto del Estado. Ni tampoco lo es para conquistar demandas que mejoren la vida de la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y los inmigrantes, tras más de una década de crisis.
Además de esta negativa a ser parte del respaldo parlamentario a un nuevo gobierno Sánchez, la nueva candidatura se plantea como alternativa al curso de regreso a la obediencia institucional y el diálogo de sordos con el Estado central que vienen praticando ERC y el PDECat desde la aplicación del 155. Volver al modelo del otoño de 2017 -desobediencia e unilateralidad- se propone de nuevo como el camino para poder ejercer el derecho a decidir.
No obstante, estos elementos no son suficiente para erigir una verdadera alternativa desde la izquierda anticapitalista para pelear por la autodeterminación de Catalunya, ni tampoco para imponer el resto de medidas económicas y políticas necesarias para revertir la situación de pobreza y precariedad de amplias capas de la población.
Ausencias que debilitan
En una reciente declaración (poco antes del anuncio de la candidatura del Front Republicà) desde la CRT instábamos a la CUP y Anticapitalistas impulsaran una candidatura anticapitalista y de clase en todo el Estado. Una alternativa política que representará a todos aquellos que pelean por el derecho a decidir y han hecho una amarga experiencia con el procesisme, los que salen a la calle contra los despidos, contra las reformas laborales, de la juventud antimonárquica, que fuera voz de las demandas del movimiento de mujeres y de los inmigrantes que sufren día a día las políticas de este Estado racista e imperialista.
Lamentablemente la candidatura de Fachín y sus compañeros deja muchas de estas cuestiones sin una respuesta. Detrás de los tres ejes que mencionábamos al inicio, no hay un llamamiento a otras fuerzas políticas del resto del Estado para sumarse, ni tampoco existe una mano extendida al movimiento de mujeres, el más dinámico en la actualidad, o a los miles de jóvenes estudiantes que han votado contra la monarquía en todo el Estado.
Una de las lecciones que a nuestro entender dejó claramente planteado el otoño de 2017, es que sin la lucha común de todos los sectores populares de todo el Estado contra el Régimen del 78 no será posible conquistar el derecho de autodeterminación del pueblo catalán. Pero además, que sin el concurso en esta lucha de la mayor parte de la clase trabajadora, tanto en Catalunya como en el resto del Estado, no podremos poner en marcha la movilización social necesaria para ello, la misma que la dirección procesista trató de contener y desactivar en todo momento. Por ello no vincular las demandas democráticas con un programa anticapitalista deja tocado de entrada todo proyecto de lucha por el derecho a decidir.
Además desde el Front Republicà advierten que buscarán un “bloqueo” en el Congreso, algo que sumado a la ausencia de una agenda de movilizaciones, es en realidad volver a volcar toda la atención política al propio Congreso. La propuesta presentada pues, no rompe con la lógica de que el derecho a decidir en Catalunya o la conquista de los derechos económicos y sociales se conseguirán fundamentalmente con la actividad política parlamentaria.
Se olvidan así de otras de las lecciones más importantes del último periodo, y es que cuando más avanzó el movimiento democrático catalán fue con las movilizaciones del 1-O, del 3-O y del 8-N. Desde el Parlament, tal y como se han encargado de remarcar todos los acusados, solo se hizo teatro, y desde la Moncloa con los “progresistas” al frente, solo han llegado gestos vacíos, eso sí, acompañados de amenazas de un nuevo 155.
En este sentido, no denunciar el callejón sin salida actual al cual ha sido llevado el movimiento por la dirección del procés en estos años, PDCat y ERC, hace imposible que la candidatura del Front Republicà surja como una verdadera ruptura a esta situación de parálisis impuesta por la Generalitat.
Pelear por el derecho de autodeterminación y por medidas de emergencia estructurales para acabar con el paro y la precariedad a través del reparto de horas de trabajo sin bajada salarial, la pobreza energética a través de la nacionalización sin pago de las principales eléctricas o la violencia hacia las mujeres, requiere una política de clase, independiente de una burguesía que en todos los aspectos citados anteriormente tan solo juega un papel reaccionario.
Sin todas estas premisas, la alternativa que lidera electoralmente Fachín está condenada a jugar con las cartas ya marcadas por la dirección del Procés y el Régimen del 78, alejadas de ser una “buena mano” para la clase trabajadora y los sectores populares.
Las elecciones europeas, un escenario posible
Si bien para las elecciones del 28A los tiempos legalmente establecidos para la participación en los comicios ya hacen imposible pensar en esa candidatura anticapitalista y de clase, no es así para las elecciones europeas.
En un momento donde los Salvini y Orban están preparándose para dar un zarpazo en el parlamento europeo, la izquierda no puede permanecer impasible y mostrarse políticamente miope.
Nuevamente Anticapitalistas, que hasta el momento se mantiene en la decisión de concurrir con Podemos e IU, y la CUP tienen la oportunidad, y la responsabilidad, de levantar una alternativa política anticapitalista y de clase, que exprese lo más avanzado de la reacción contra la extrema derecha, como el movimiento de mujeres, el movimiento de los inmigrantes o los jóvenes antimonárquicos o el mismo movimiento catalán. Que tenga presente los procesos de lucha más avanzados en Europa como son los chalecos amarillos en Francia.
Esta alternativa política, que interpele a todos aquellos sectores desafectados con el neorreformiso, ya no solo de Podemos o IU dentro del Estado español, sino también con experiencias como la de Syriza en Grecia, es un paso importante para empezar a enfrentar a la derecha también en el terreno electoral.
No obstante un programa que busque avanzar en todas estas demandas democráticas, económicas y políticas, no se hará exclusivamente conquistando una relación de fuerzas favorable en los parlamentos. Un programa de este tipo no se podrá imponer jamás si no es por medio del desarrollo de una gran movilización social, con la clase trabajadora y sus métodos de lucha en el centro.