En 2007, tras el asesinato del maestro patagónico, se abrió un importante debate en el gremio docente. La discusión sobre estrategia, tácticas y el rol de los sindicatos, vigente como hace diez años.
Martes 4 de abril de 2017
La huelga docente de 2007 y la crisis provincial desatada a partir del fusilamiento público de Carlos Fuentealba despertaron en ese momento un debate al interior de las organizaciones sindicales y políticas, sobre los alcances de la lucha y la estrategia a seguir frente al gobierno de Sobisch.
El 9 de abril de 2007 fue la jornada de mayor movilización de la sociedad neuquina en la última década. Más de 30 mil personas ganaron las calles de la ciudad de Neuquén, acompañando la lucha de ATEN y en repudio a la muerte de Carlos Fuentealba, ocurrida días antes.
Entre el 9 y el 12 de abril, día en que el gobernador Jorge Sobisch presentó un nuevo gabinete intentando recomponer su gobierno en crisis, se dio un debate sobre si el sindicato debía plantear la salida del gobernardor (exigiendo su renuncia o planteando “Fuera Sobisch”) o continuar buscando una mesa de negociación.
Junto con eso, la conducción de Marcelo Guagliardo (ATEN provincia) y Gustavo Aguirre (ATEN Neuquén capital) mocionaba levantar el corte de los puentes y trasladar la protesta a la Casa de Gobierno. Ambas mociones (la de seguir negociando y la de levantar el corte) se impusieron en las asambleas.
Posteriormente, el 14 de abril, la convención del Movimiento Popular Neuquino (MPN), el partido gobernante, selló el pacto de impunidad con Sobisch, que Jorge Sapag honraría durante sus dos mandatos posteriores (2008-2015). El sindicato petrolero, siguiendo estos movimientos del partido provincial, se retiró de la Intersindical convocada por ATEN.
La izquierda planteó entonces que la crisis provincial había abierto un escenario de lucha política para imponer que se fuera Sobisch. Desde las posiciones afines a la conducción de ATEN se respondía que los gremios están para conseguir mejoras salariales y laborales y no podía cargarse al sindicato de trabajadores de la educación la tarea de echar a Sobisch.
La tarea no era sencilla, por varios motivos. Sobisch estaba golpeado por la movilización popular, pero conservaba obviamente una cuota de poder. Sus adversarios internos en el MPN dejaron correr la crisis hasta negociar mejores condiciones, pero luego cerraron filas. Faltaban también mayores fuerzas sociales, como las de los trabajadores petroleros y los habitantes de las barriadas populares.
Sin embargo, si había un momento para pelear por que se fuera Sobisch fue en ese lapso de cinco o seis días en que el conjunto del pueblo de Neuquén estaba conmocionado por el fusilamiento de Carlos Fuentealba y Sobisch duramente cuestionado. La forma concreta de plantear esta política hubiera sido la exigencia desde ATEN a todos los sindicatos de llamar a un paro general provincial hasta que se fuera Sobisch. Plantear esta orientación no era sinónimo de lograrlo fácilmente, pero la conducción Azul y Blanca y Naranja (actual TEP) renunció de antemano a dar esta pelea.
Otra posición que se planteaba contra reclamar la salida de Sobisch era que, si éste se iba, igualmente iba a subir otro político del MPN. Cierto. Pero aunque la caída de Sobisch hubiera dado lugar a un sucesor de su mismo partido, una cosa es un recambio “pacífico” por vía institucional (como finalmente se dio una vez “normalizada” la situación de la provincia) y otra que el gobernador cayera por la movilización popular. Mientras en el primer caso el nuevo gobernador contó con la legitimación de los votos, en el segundo, cualquiera que hubiera asumido en reemplazo de Sobisch, lo hubiera hecho condicionado por la relación de fuerzas impuesta por la movilización, de modo tal que tanto los docentes como toda la clase trabajadora de la provincia hubiera estado en mejores condiciones para imponer sus demandas.
¿No fue el 19 y 20 de diciembre de 2001 un acontencimiento que, al imponer la caída de De la Rúa mediante la movilización, impuso también una relación de fuerzas que los posteriores gobiernos (incluidos los kirchneristas) no pudieron cambiar y que Macri mismo no ha logrado revertir hasta ahora?
La estrategia desplegada por las conducciones de ATEN fue la contraria. Dividieron la lucha en un capítulo sindical que terminó con la firma del acta acuerdo que se aceptó el 27 de abril, en la cual se consiguieron algunas mejoras importantes como el pase a planta de los auxiliares de servicio y una posterior etapa de “lucha política” alrededor del reclamo por juicio y castigo para los responsables del fusilamiento público de Carlos Fuentealba. En esta etapa de “lucha política” se incluyó, paradójicamente, hasta el llamado de Guagliardo a votar por Sapag en la interna del MPN en el año 2011.
La separación artificial entre lucha sindical y lucha política tuvo como consecuencia la falta de una orientación clasista e independiente del sindicato frente a las distintas alas del MPN y demás partidos patronales.
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Yazmín Muñoz Sad
Secretaria Adjunta de ATEN capital - integrante de la Agrupación Negra