Es innegable que el próximo gobierno de la derecha patronal tiene como uno de sus principales objetivos un ataque en toda regla a la educación de los hijos de los trabajadores y su conquistas no solo materiales sino también pedagógicas
Domingo 8 de diciembre de 2019
(Clase abierta de Reina Reyes en 1971 en marco de la huelga educativa)
La hegemonía programática de EDUY21 en el nuevo gobierno
La derecha patronal después de más de quince años accede nuevamente al poder del estado capitalista en Uruguay, en los hombros de una coalición "multicolor" condicionada desde el comienzo por contradicciones internas y disensos en matices de las políticas públicas.
Sin lugar a dudas el gobierno de Lacalle por estas variantes y otras aún más complejas, como la ausencia de una base propia en la burocracia sindical por ejemplo, implican la configuración de un escenario político imprevisible y un gobierno relativamente débil desde el inicio.
En el plano de la Educación, el programa más reaccionario de Da Silveira y del riñón del lacallismo aunque un poco matizado por Talvi en algunas cuestiones como la gobernanza de la educación, implica un ataque no sólo a las conquistas obreras y democráticas del movimiento educativo arrancadas con más de un siglo de lucha, sino que también conlleva un plan regresivo en el ámbito pedagógico, apostando hasta el final y hasta lo que le permita la correlación de fuerzas por una educación al servicio del capital.
La concepción de fondo que sustenta la nueva orientación educativa se sustenta en una pedagogía de corte ultrautilitarista, que intenta desmontar el sesgo fuertemente humanista de la escuela uruguaya conquistado por la lucha y también por la iniciativa colectiva de la intelectualidad docente desde José Pedro Varela hasta Julio Castro y Miguel Soler Roca.
Este último señalaba en su Análisis crítico de los programas escolares, que una de las heridas más profundas inflingida por la dictadura a la enseñanza fue principalmente la ruptura con la unidad teórica-práctica del movimiento educativo uruguayo, caracterizada en toda su historia por la fusión de la intelectualidad pedagógica y la lucha de clases en el plano educativo.
En estos momentos en que Eduy21 parece erigirse como la "única" referencia y la piedra angular de la reacción, es más necesario que nunca superar la brecha entre la academia, los luchadores docentes y el movimiento de masas, solo así podremos ponerle freno a las intentonas derechistas de continuar lo que Rama dejó inconcluso.
El baúl de los sueños rotos y el programa de los marxistas
La historia de la educación uruguaya es la historia de los mejores sueños de algunos de los pedagogos más brillantes de América Latina; es desafío y tarea del campo popular en general y de la izquierda revolucionaria en particular lograr apropiarse del legado y la herencia cultural de los anhelos que la intelectualidad docente forjó a través de una elaboración teórica potente y que lamentablemente sufrieron el naufragio institucional, por los límites de la realidad de la construcción de una escuela capitalista, en un país del capitalismo dependiente, como el Uruguay del siglo XX y la actualidad.
Ante dirigentes burgueses como Julio María Sanguinetti que tergiversan la historia educativa y la historia en general, desvirtuando las reales aspiraciones de pedagogos como Varela y Figari, desde el marxismo gritamos muy fuerte: ¡Fuera las manos de los educadores del pueblo!.
Desde ya debemos hacer nuestra la defensa irrestricta de la bandera de la laicidad, plantada con firmeza hace más de ciento cincuenta años por el principismo encomiable de Varela en pugna con el conservadurismo católico, y luego resignificada por la elaboración de Reina Reyes que demostró que la laicidad lejos de ser neutralidad liberal del docente y del sistema de enseñanza, por el contrario es acción pedagógica imprescindible del maestro en aras del desarrollo de una individualidad crítica.
Por otra parte, tampoco le regalemos a la derecha el aporte de Pedro Figari a la educación uruguaya, como su mejor sueño de formar verdaderos obreros-artistas, desalienados del trabajo en el mundo capitalista, o los sueños de Agustín Ferreiro y Miguel Soler Roca sobre la creación de Escuelas-Granjas que apunten a la formación polivalente del sujeto en contacto con la naturaleza e impliquen un repoblamiento del campo y las zonas rurales, aspiración para la cual es ineludible la colectivización y la expropiación de la gran propiedad capitalista de la tierra.
Hoy en horas que parecen más aciagas que de costumbre y en que nubes reaccionarias parecen cernirse sobre las conquistas de más de un siglo, es más necesario que nunca elevar la mirada y retomar también a Jesualdo y su formulación de una pedagogía de tránsito, planteando como el maestro de Canteras del Riachuelo hace setenta años la defensa hasta con los dientes de las posibilidades del desarrollo del sujeto crítico aún en los marcos restringidos de la escuela capitalista y la democracia burguesa.
En la última dictadura cívico-militar, la reacción asesinó y desapareció a uno de nuestros maestros más dignos en la rica y extensa tradición pedagógica nacional, su nombre era Julio Castro, el pionero de las misiones sociopedagógicas, el pilar más lúcido de resistencia a la ley de educación de Sanguinetti, nuestro mártir y compañero.
En última instancia la lucha por el socialismo y la escuela socialista, no es sólo una perspectiva de futuro para las nuevas generaciones, sino también como dijese Walter Benjamin, como una forma de redimir a nuestros muertos...