El pasado viernes 7/10, en Plaza Constitución, Ludmila sufrió una fuerte golpiza por parte de la policía. Después de pasar tres días internada, nos brinda su testimonio.
Jueves 13 de octubre de 2016 00:00
Fotografía: Gala Abramovich
Ludmila es una joven trans, estudiante de arte. El pasado viernes por la noche, en Plaza Constitución, cuando se dirigía a su casa, fue interceptada por la policía de la ciudad. “Me pidieron el DNI, y sé por experiencia que sólo lo hacen por mi condición y apariencia. Siempre sufro el acoso de la policía a donde quiera que voy”, contó Ludmila.
Esta práctica ilegal de pedir DNI a los jóvenes en la calle es uno de los acosos más naturalizados. “No los llevaba encima. Les dije que estaba volviendo a mi casa, que venía de estudiar. Quisieron esposarme y subirme a un patrullero. Yo me resistí porque sabía que si subía a ese auto no aparecía más. Fue entonces cuando empezaron a golpearme brutalmente, con patadas y piñas. Me agarraron la cabeza y la golpearon contra la vereda, estoy toda lastimada”, relata Ludmila mientras nos muestra sus contusiones. "Me dejaron tirada toda ensangrentada mientras la gente seguía pasando. Después ellos mismos mandaron gente a robarme todo mientras yo me retorcía de dolor en el piso”, agrega.
Lo que vino después fue llegar con dificultad a su barrio de Burzaco. En el complejo de edificios Barrio Orione, donde vive Ludmila, no hay sala de primeros auxilios. "Mi madre me llevó al hospital Meléndez de Adrogué. En la guardia conté lo que me había pasado y me ingresaron pero no había neurólogo hasta el martes por el fin de semana largo. Estuve dos días con la cabeza lastimada aguantando el dolor, hasta que me pudieron verme y me atendieron. Fueron muy amables pero el hospital está vaciado y con pocos médicos”.
El tan mentado problema de la “inseguridad”, fogoneado por los medios y los políticos de los principales partidos políticos, sólo es la máscara para seguir reforzando a las fuerzas represivas y amedrentar a la juventud, persiguiéndola y reprimiéndola. “Sé que al resistirme me exponía a la golpiza y a quedar como quedé. Pero también sabía que subir a ese patrullero era mi sentencia de muerte”, aclara Ludmila.
Ella y su madre están ahora recorriendo los pasillos de las fiscalías con los informes médicos, tratando de que el hecho no quede impune. “No hay nada más peligroso para mí que la policía: sé que no están para cuidarnos y también sé que si queremos andar seguros, lo primero que hay que hacer es no tener más policías, ni patrulleros ni comisarías, y que se destine toda esa a plata a cosas más útiles”, concluye.
Basta de transfobia
El hostigamiento a la comunidad trans por parte de las fuerzas represivas no distingue Gobiernos. Estas denuncias tienen que ser el motor de lucha para la organización contra estos atropellos. Levantar una bandera para terminar con la cruda realidad que viven miles de personas.
Tomás Máscolo, militante trans de la Juventud del PTS sostuvo: "Los casos de atropellos como estos son moneda corriente. La transfobia es sostenida por una cultura que estigmatiza a todas las personas que elijan vivir su identidad y sexualidad fuera de la norma impuesta por la Iglesia. Para acabar con la opresión y la realidad de miles de personas trans, desde el PTS planteado el desafío inmediato de hacer un gran Acto del Frente de Izquierda en la cancha de Atlanta el 19 de noviembre".
Fueron miles de mujeres las que marcharon en Rosario por #NiUnaMenos y contra todo tipo de violencia, la lucha en las calles continúa.