Dos hermanos de familia libanesa, detenidos por tener, presuntamente, vínculos con Hezbollah. El Gobierno a la caza de enemigos inventados, pero musulmanes. "Tu enemigo es mi enemigo” parece decirle el empresario Macri al empresario Trump.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Sábado 17 de noviembre de 2018 01:31
EFE / Juan Ignacio Roncoroni
Estamos a pocos días del comienzo del G20 (para lo cual la ministra Bullrich sitió la Ciudad de Buenos Aires), y a pocos días de que se votara un Presupuesto digitado por el FMI. Presupuesto que, más que la “Ley de leyes”, es una ley de coloniaje por consumar un saqueo monumental a favor del pago de la deuda externa y en detrimento de las grandes mayorías populares.
Con ese marco de fondo (y con una imagen de la gestión presidencial que no para de caer) el macrismo quiere hacer bien los deberes, sobre todo ante su principal invitado, el presidente norteamericano Donald Trump, que vendrá para esa reunión donde se encontrará con las principales potencias imperialistas de todo el mundo.
Para eso, la principal tarea en la que se embarcó Patricia Bullrich es la demonización interna de diversas comunidades. Cualquier semejanza, en ese terreno, con la política interna de Trump no es simple coincidencia. Ahora el turno le tocó a ciudadanos de origen libanés y de religión musulmana.
La subordinación al coloniaje norteamericano no solo se ve en el Presupuesto recientemente aprobado (con la colaboración-complicidad de un sector del Partido Justicialista y la invaluable ayuda de centrales sindicales peronistas y kirchneristas que con su inmovilismo están permitiendo este saqueo).
Operaciones políticas donde se demoniza a comunidades que en el orden internacional también son estigmatizadas por el derechista Trump, que en los últimos meses llenó la arena internacional de gestos y de acciones provocativas tanto hacia árabes (donde los musulmanes son mayoría), como hacia Irán (país persa, también mayoritariamente musulmán). Veamos.
Algo que tuvo poca trascendencia en las noticias internacionales, fue tal vez su primer gesto interno hacia la propia comunidad musulmana norteamericana: por primera vez en más de 20 años, un presidente norteamericano deja de asistir a una cena del fin del Ramadán –mes de ayuno musulmán-. La prensa norteamericana, continuó hablando (como a raíz de sus dichos en la campaña electoral) de islamofobia.
En la misma campaña Trump amenazó (y luego firmó una orden ejecutiva) –otra de sus bravuconadas- en cerrar la frontera a 7 países de origen árabe, cuya población también mayoritariamente es musulmana. “Mantener fuera de EE.UU. a los terroristas islamistas radicales”, era su consigna.
Otra provocación del derechista Trump al mundo árabe, esta vez a los palestinos (un pueblo también mayoritariamente musulmán), fue el traslado de la embajada norteamericana de Tel A Viv a Jerusalén, ciudad arrebatada al pueblo palestino por el socio menor de Estados Unidos en Medio Oriente, el Estado Nacional Judío de Israel. Hay Estados teocráticos buenos y malos, para la vara la principal potencia militar, hoy gobernada por los republicanos.
Para la potencia imperialista, que es el principal Estado terrorista mundial, la organización libanesa Hezbollah, volvía a ser declarada enemigo público número uno.
En nuestro país, el Gobierno de Macri usa esa orientación política de Estados Unidos para, por un lado, conformar a la Casa Blanca. Por el otro (y sobre todo), para desviar la atención sobre el monumental atentado contra las condiciones de vida del pueblo trabajador que está llevando adelante Cambiemos.
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Así es como, valiéndose de una denuncia de la DAIA (que a su vez se basaba en una supuesta llamada anónima describiendo a personas “con ciertas características”), realizada en enero, detuvo a dos jóvenes: los hermanos Abraham Salomon. Se los acusa de tener relación con el Hezbollah, las pruebas serían unos visados de los países árabes en sus pasaportes y unas armas (que toda la familia declara que pertenecían a su abuelo). De esta manera el Gobierno encara una clara persecución a musulmanes.
Pero al parecer, a Macri y a su ministra se Seguridad, la adalid del gatillo fácil y de la mano dura, no les alcanzó con esas dos detenciones. El show continuó en la mañana del viernes cuando allanaron la casa de un primo de los hermanos Salomón.
Todo esto por orden del juez federal Sebastián Ramos, quien dicho sea de paso, tiene una denuncia por violación de los deberes de funcionario público, denegación y retardo de justicia y abuso de autoridad. En criollo: se lo acusa de proteger a empresarios y funcionarios macristas, cajoneando causas. Hacete amigo del juez, es el consejo de Macri a sus amigos y subordinados.
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Pero volvamos a Hezbollah, que es una organización política del Líbano con representación parlamentaria. Más allá de no compartir ni su estrategia política ni sus métodos, rechazamos este ataque político contra esa fuerza.
Esta organización también tiene base en Irán, país acusado, sin ninguna prueba, tanto por la CIA, el Mossad (servicio de inteligencia israelí), como por el gobierno argentino de ser el autor del atentado a la AMIA.
Si en su momento, el gobierno de Cristina Kirchner, en su política exterior, seguía los lineamientos del gobierno de Obama, ahora Macri inventa enemigos allí donde Trump dice que están. El resultado, en este caso, es una persecución política y religiosa a la comunidad musulmana.
Así se prepara Cambiemos para la cumbre del G20, “feriado Trump”mediante y con una ciudad militarizada, cual película distópica.
Buscando desviar el foco del saqueo que implica millones de dólares para el pago de una deuda ilegal e ilegítima, a costa de la denigración de las condiciones de vida de los trabajadores y creando una paranoia persecutoria a comunidades de Argentina.
El blanco predilecto: jóvenes, inmigrantes y ahora personas pertenecientes a la religión musulmana.