Una mirada crítica a la relación con el poder de uno de los más reconocidos escritores latinoamericanos del siglo XX, en este nuevo natalicio del escritor que vino al mundo el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia.
Miércoles 6 de marzo de 2019
“Un buen escritor puede ganar buen dinero. Sobre todo si trabaja con el gobierno”, la sentencia de un desconocido que interrumpió una conversación con su madre, según su libro Vivir para contarla parece haberlo rozado de cerca.
Carlos Salinas de Gortari, presidente entre 1988 y 1994, fue la encarnación del poder que buscó a García Márquez. El autor de Cien años de soledad se dejó admirar y fue su amigo.
Mal sabor de boca dejó al pueblo mexicano la presidencia de Salinas, el campeón de la privatización de bancos, telefonía, minas y puertos y uno de los artífices del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hoy devenido en T-MEC.
El creador de Macondo, mal que nos pese, fue su amigo desde los tiempos en que Salinas era secretario de Presupuestos en 1987. Una pequeña elite mantenía una tertulia quincenal con él y una vez al año con el presidente. Participaban Elena Poniatowska, Margo Su, Iván Restrepo, Carlos Monsiváis, Benjamín Wong, Héctor Aguilar Camín, Miguel Ángel Granados Chapa, León García Soler y Gabriel García Márquez.
Eran relaciones ancladas en el clientelismo de los gobiernos priistas, que con un sistema de becas, premios y apoyo a “creadores” mantenía cooptada a la mayoría de la intelectualidad.
En entrevistas a distintos medios, Salinas de Gortari se ufana de su amistad con García Márquez. “Con el Gabo García Márquez había una relación muy estrecha con él y con su esposa Mercedes, desde antes de que llegara yo a la Presidencia. Siendo secretario de Programación y Presupuesto, habíamos establecido una cordial amistad” declaró en una entrevista concedida a SPD Noticias en 2017.
Relató en esa ocasión una anécdota curiosa, de una mediación del creador de Macondo y él mismo entre Bill Clinton y Fidel Castro, por la afluencia de cubanos que migraban a Estados Unidos. De acuerdo con el ex mandatario, gracias a los buenos oficios de “Gabo” se inició un diálogo entre Clinton y Castro.
Salinas de Gortari, uno de los presidentes más odiados de México, según declaró a El País, en 1994 realizó un viaje a Cartagena de Indias con García Márquez y Julio Scherer, quien fue director del Excélsior y luego de la revista Proceso.
Más allá de sus innegables aportaciones a la literatura universal, de su imaginación alucinante, lo cierto es que García Márquez, con sus mundos insondables, se dejó seducir por el poder del Estado mexicano, experto consumado en la cooptación de intelectuales y artistas a través de las instituciones y la academia.