Pasó otro mes de junio y conmemoramos un año más, el número 81, de la partida de este fenómeno, pieza fundamental de nuestra música.
Sábado 9 de julio de 2016
¡Al morocho no se lo discute! A nadie que tenga dos dedos de frente, y algunos más también, se le ocurriría plantearse si Carlitos sí o Carlitos no…y al que lo haga, ya lo dijo el Polaco, peor para él…
Pasó otro mes de junio y conmemoramos un año más, el número 81, de la partida de este fenómeno. Pero en esta oportunidad no quiero referirme a él en particular, al valor que sin lugar a dudas tiene su nombre como parte esencial de nuestra música, atravesando todas las épocas, siempre como pieza fundamental; tampoco entrar en ninguna controversia sobre su origen que mucho ocupó a tantos porque, para mi, GARDEL es de otro planeta…
Sabemos que el tango nació en los arrabales y se nutrió en los burdeles, boliches y conventillos donde empezaban a mezclarse esa despareja y complementaria yunta de inmigrantes y gauchos que se iban arrimando a esta aldea que empezaba a expandirse.
Los primeros tangos tenían letras alegres, zarpadas y hasta en algunos casos pornográficas. Fueron el folletín que relato las vivencias parias. Conmovieron al reo, al laburante, al compadrito y a la nami por igual. Fue prohibido y rechazado por la Iglesia, la oligarquía y las “gentes de buenas costumbres”.
Luego, con el tiempo, se irá puliendo musicalmente y sus letras se irán haciendo más humanistas, existencialistas, y hasta en algunos casos moralistas.
Carlitos vivió estos tiempos, su primer repertorio fue el de un cantor nacional o criollo. Convivió con grandes cantores como lo fueron Corsini y Magaldi. Pero fue su forma de cantarlo y decirlo, su estampa y esa sonrisa que todo lo podía la que le dieron forma a nuestra música.
Este genio por una burla cruel del destino nos dejaría el 24 de junio de 1935, con muchas cosas para aprender, disfrutar y extrañar de lo que él supo ser…
Más tarde vendrían años prósperos de la mano de grandes orquestas, de diversos estilos, que llevarían al tango a vivir sus mejores años. La década del 40 hasta mediados de los 50 es considerada su época de oro.
Luego por el avasallamiento del progreso impuesto por potencias extranjeras, siempre asociadas a las oligarquías y poderes de turno, que no pretendieron desde el comienzo sólo la colonización política y económica, además también pretendían la colonización cultural atacando con todas sus formas y todos sus medios al campo ideológico y artístico.
Hay cosas que sería necio negar. Los que llegamos al mundo después de esto además de vivir ya en una realidad totalmente globalizada y capitalista nacimos escuchando muchas otras músicas que realmente por la evolución que han tenido también dentro de nuestra cultura sería imposible negarlas, lo que además tampoco es necesario porque son otra parte nuestra; pero el tango es raíz.
Aunque hoy en día dejó de ser popular para volverse elitista, su difusión se da con cuentagotas y se lo encuentra medio perdido pateando por las calles de Puerto Madero y San Telmo para mostrarle a algún gringo visitante un poquito de lo que supimos ser ya lejos del barrio y mucho más del barro.
Hoy el compromiso es producir dentro del tango un cambio que acompañe y exprese de una manera más cercana nuestro sentir actual, sin olvidar nunca que las ideas y las expresiones que calan hondo en las personas son las que se embarran y las que se mueven dentro de las realidades en las que todos nos movemos, y sabiendo que si el tango no vuelve al barrio le va a faltar una parte tan esencial como al barrio si el tango no vuelve a él.
*Luis Avila es integrante de Gurda Arrabalera
FB/Gurda Arrabalera