Gary Lee Clark Jr. es un músico estadounidense nacido en Austin, Texas, el 15 de febrero de 1984. Se lo conoce por combinar blues, rock y soul music con elementos del hip hop en su guitarra fuertemente influenciada por Jimi Hendrix y Stevie Ray Vaughan. Ahora pasa a ser conocido también como el autor de “This Land”, presente en su nuevo álbum.
[Desde Belo Horizonte] Gary Lee Clark Jr. es un músico estadounidense nacido en Austin, Texas, el 15 de febrero de 1984. Se lo conoce por combinar blues, rock y soul music con elementos del hip hop en su guitarra fuertemente influenciada por Jimi Hendrix y Stevie Ray Vaughan. Ahora pasa a ser conocido también como el autor de “This Land”, presente en su nuevo álbum.
Clark Jr. toca la guitarra desde los 12 años y, entre muchos trabajos en colaboración con músicos como Eric Clapton, B. B. King y Childish Gambino, lanzó tres álbumes: The Bright Lights (2001), Blak and Blu (2012) y The Story of Sonny Boy Slim (2015). Ganó también un Grammy en 2014 en la categoría de Mejor performance tradicional de R&B con la canción “Please Come Home”.
“Mi idea era que cada nota y letra significaran algo. Hubo muchos intentos y errores, mucha experimentación”, dice Gary Clark Jr. sobre su nuevo álbum, lanzado el 1.º de marzo y que lleva el nombre del track “This Land” . El álbum contiene 15 tracks que incluyen desde canciones estilo Prince hasta una rítmica más cercana al dub-reggae y al llamado country-blues.
“Esta tierra es mía”: una canción contra el racismo y contra la era Trump
“This Land”, el primer track, abre el álbum como si quisiera mostrar que el mensaje ya no puede quedar en un segundo plano. Profusa en solos de guitarra y atravesada por la voz quebrada del cantante, la canción constituye una crítica frontal al racismo en EE. UU. y a la era Trump, incluyendo hasta referencias explícitas al presidente.
El gobierno de Donald Trump y sus políticas reaccionarias, además de la profundización de la crisis capitalista, provocaron un cambio de aire en el pilar del imperialismo internacional. Después de muchos años, aparecen formas de resistencia a los retrocesos de su gobierno. Movilizaciones masivas de “mujeres contra Trump”, movimientos de lucha y huelgas de docentes, por ejemplo, muestran que efectivamente hay condiciones y motivos claros para que los estadounidenses se levanten. Gary Clark Jr. también se posiciona contra el gobierno reaccionario de Donald Trump, uniéndose a los maestros en huelga, a las mujeres y al movimiento Black Lives Matter.
Para el cantante, la letra tiene una impronta personal: deja claro que está “hinchado las bolas”. Retrata situaciones de racismo que vivió y recuerda lo que solía oír de joven en Texas: “Corre, nigga [1], corre! / Vuelve al lugar de donde viniste/ No queremos a la gente como tú/ para nosotros eres un perro” [2]. Aun habiendo nacido y crecido en tierra norteamericana.
Y vuelve a referirse a situaciones vividas, algunas muy recientes, como el racismo que sufrió delante de su hijo, de 3 años, y la necesidad de explicarle al chico lo que pasaba. Según Clark Jr., eso fue lo que lo enfureció más y lo motivó más aún a componer esa canción. Canta sobre una historia real, sobre vivir en “50 acres con un Modelo A, justo en el medio del país de Trump”, cerca de un barrio que “casi no espera para llamar a la policía por él”, un barrio que quiere que él “vuelva al lugar de donde vino”.
Te veo mirando por la ventana
casi no esperas para llamar a la policía por mí
Bien, yo sé que tú piensas que estoy tramando algo
Yo sólo estoy comiendo, ahora seguimos con hambre
Y esto ahora es mío, legítimo
Yo no me voy y tú no puedes quitarme esto.
Al hablar de los 50 acres y el auto “Modelo A”, el cantante se refiere al lugar en el que vive, en Texas, y a su auto vintage –el Modelo A, producido por Ford en la década del 20– muy caro actualmente. Les canta a sus vecinos racistas que él tiene tanto derecho como ellos a estar en Estados Unidos como ciudadano libre.
Cuando hace referencia al “país de Trump”, está aludiendo al sur de Estados Unidos, región con una gran base de votantes republicanos, del partido de Trump, reconocida por innumerables manifestaciones de intolerancia, desde la época de la esclavitud, hasta las leyes Jim Crow de segregación racial, y los asesinatos de jóvenes negros, como Mike Brown, en Ferguson.
Gary Clark Jr. dijo en una entrevista que está cansado de vivir el racismo hace 34 años (su edad) y que, al ser víctima de racismo nuevamente, y ahora frente a su hijo, en un país libre en el cual el prejuicio racial ya no debería existir, se acordó de su madre, su abuela y su bisabuela, y expresó con franqueza: “Estamos aquí, no nos vamos a ir, ¡no se puede volver atrás!”.
Es este el mensaje que él quiere dejar, tanto en el nombre de la canción, como en los versos “Fuck you, soy hijo de América/ De aquí es de donde vine”, y cuando repite insistentemente: “Esta tierra es mía”.
El video, una obra de arte aparte: seis minutos de referencias profundas
Dirigido por Savanah Leaf, entró en el mismo grupo que “This Is America”, de Childish Gambino, y “Formation”, de Beyoncé. Filmado en el ámbito de la casa del cantante y compositor, en la zona rural de Texas, retrata con éxito las referencias que Clark Jr. vuelca en la letra, filmando a un chico que lucha contra fantasmas de los símbolos del racismo norteamericano, como la bandera de los Confederados, los campos en los que los negros eran esclavizados, en un paisaje y clima característicos del sur de Estados Unidos. “Básicamente le dije [a la directora Savanah Leaf] solo de dónde vine y ella hizo un lindo cortometraje con eso”, dijo Clark.
Al comienzo del video, vemos a un chico negro en un auto mirando las banderas de los Confederados en los balcones y buzones de las casas estadounidenses, mientras golpetea sus piernas al son del blues. Y la canción empieza en una casa antigua, típica de las estancias latifundiarias de monocultivos, desde donde los señores observaban y explotaban a los esclavos en los campos.
El mismo chico está, entonces, andando por un campo inundado y Clark tocando la guitarra en un pasillo ambientado en un período anterior a la guerra civil norteamericana, en el sur de Estados Unidos, que recuerda el lugar en el que Beyoncé baila en “Formation”.
Las escenas del chico en el agua recuerdan la película ganadora del Oscar, Moonlight, que retrata la vida de Chiron, un joven negro LGBT.
Son imágenes que hacen referencia a otras obras artísticas que también se centran en la problemática negra.
La presencia de los niños es una característica notoria en todo el video. Niños negros que encuentran espacio en un país que no les ofrece seguridad, dando otro significado a los símbolos de racismo en el país –como las cuerdas en las que ahorcaban a los negros, colgados de los árboles, usadas como columpio; los campos en donde esclavizaban a los negros, convertidos en lugares de juego; las banderas confederadas bajo sus pies, mientras encuentran, en la tierra que también les pertenece, una punta de lanza– armamento vinculado a las tribus africanas de las cuales provenían quienes fueron llevados como esclavos al suelo norteamericano.
Mientras los niños juegan en el campo, aparece una serpiente, como una referencia a la bandera de Gadsden, adoptada por el Ku Klux Klan, después por el extremista Tea Party y finalmente por supremacistas blancos. Otro símbolo del racismo histórico en Estados Unidos.
En una escena típica de una película de terror, aparece el mismo chico llorando, enmarcado, en un lugar lleno de balas y cuerdas –mezclándose las armas de asesinato de la población negra de ayer (por linchamiento y ahorcamiento en los árboles) y de hoy (por armas de fuego), con unas manos tratando de alcanzarlo a través del vidrio.
Hacia el final del video, en medio de un solo de guitarra que parece expresar en acordes las demandas de Clark Jr., los niños, una nueva generación, se unen a él cantando, una vez más, que aquella tierra les pertenece, mientras miran hacia la fogata en la que queman símbolos del racismo. Y la música se detiene con un estruendoso disparo, revelando entonces la serpiente muerta de un tiro en la cabeza, y, a continuación, la casa bajo una nueva atmósfera y un revólver –que simboliza el derecho a la defensa armada, por el cual tanto lucharon los Panteras Negras.
Y entonces aparece Clark Jr. en un porche, tocando “The Governor” –otra canción que integra el nuevo álbum– en guitarra acústica, para el mismo chico que protagonizó todo el video. Una sensación de calma después de una explosión exhaustiva de furia. La sensación ansiada por toda la población negra después de vivir un siglo de explotación y racismo, de diferentes formas, en diferentes épocas, pero siempre presentes ya que, como dijo Malcolm X, no existe capitalismo sin racismo, o sea, la explotación está íntima e indisolublemente ligada a la opresión de raza.
El aire de otro tiempo, algo más antiguo, que se expresa en el vestuario y en todo el clima del clip, es también una forma que encuentra Gary Clark Jr. de afirmarse no solo como un bluesman moderno, sino de mostrar de dónde vienen sus raíces e influencias. El tipo de música que toca tiene raíces tan profundas como las banderas de los Confederados.
Hacer lo correcto
Para Gary Clark Jr., el racismo siempre formó parte de su día a día, al haber crecido en Texas. Sin embargo, desde que se convirtió en uno de los más grandes guitarristas vivos del mundo, este fue un tema del que habló en raras ocasiones. Sin dudas, las elecciones de 2016, la agitación del movimiento negro en el país, bajo el grito Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan), y las últimas políticas de Donald Trump terminaron con ese silencio. En una entrevista, el cantante dejó más claro aun su posicionamiento: “Creo que es hacer lo correcto en este momento: si tenés un micrófono más alto que los otros, tenés que hablar de esta furia”.
Esa manifestación de Gary Clark Jr. y tantos otros artistas norteamericanos, como Childish Gambino, Mackelmore y Beyoncé, sumadas al movimiento Black Lives Matter, que se impuso en las calles en 2014, es solo un ejemplo de que el racismo en Estados Unidos no terminó después de las políticas de ampliación de los derechos civiles, posteriores a la época de segregación racial.
El surgimiento del Black Lives Matter, que tuvo como disparador el asesinato de Mike Brown, adolescente negro de Ferguson, a manos de la policía, puede verse como una expresion masiva de que los derechos civiles no fueron verdaderamente conquistados e el racismo y la desigualdad persisten y se expresan en la violencia policial recurrente contra la población afroamericana y con el desprecio en relación con la vida de los negros en Estados Unidos, como cuando el huracán Katrina inundó Nueva Orleans, en 2015.
Una nueva generación se levantó en incontables protestas, gritando que las vidas negras son importantes y contra el racismo estructural, proponiendo una nueva forma de combatir el racismo. Una forma moldeada por la crisis capitalista, iniciada en 2008, en tierra norteamericana, que deja a una generación sin una perspectiva de futuro por un boom económico –como sucedió con la generación del movimiento de derechos civiles en la posguerra. Para la generación actual no existe la paciencia para esperar mejorías graduales.
Los artistas en todo el país se expresan en sus canciones y películas, mostrando al mundo todo lo que Estados Unidos es en realidad, llamando a los afroamericanos, principalmente a las mujeres negras, a formarse y luchar contra el racismo, etc. A esas múltiples expresiones de los cambios en las relaciones raciales en los Estados Unidos de los últimos años, se suma ahora la obra de Gary Clark Jr.
La canción y el video, en toda su dimensión, constituyen un tipo de furia y grito justos y necesarios que Clark expresa con su voz, su guitarra y su rostro.
Traducción: Mariana Jodara
COMENTARIOS