Israel ha anunciado una inminente intervención militar terrestre en Gaza, aunque aún no está claro cuándo tendrá lugar. Detrás de las declaraciones marciales de las fuerzas especiales israelíes, conocidas como la Tzhal, una intervención de este tipo conlleva muchos riesgos, tanto militares como políticos.
Martes 17 de octubre de 2023 15:21
Tras los bombardeos masivos de los últimos días, la situación en Gaza podría cambiar radicalmente en los próximos días ante la amenaza inminente de una intervención terrestre del ejército israelí. A pesar de que el 14 de octubre expiró el ultimátum enviado a los gazatíes que viven en el norte de la Franja para que huyeran al sur, esto aún no ha sucedido.
Tras el ultimátum de Tzahal, la situación en Gaza se deteriora aún más
Desde la ofensiva del 7 de octubre, los bombardeos han sido incesantes en toda la Franja de Gaza, incluidas las carreteras que conducen al sur. Esta terrible situación está agravando la catástrofe humanitaria en curso, en la que ya han muerto al menos 2.750 gazatíes, casi un tercio de ellos niños. Mientras miles de civiles huyen hacia Egipto por el sur y Rafah, el único paso fronterizo de Gaza no controlado por Israel, sigue cerrado.
El domingo, al término del ultimátum, la ausencia de invasión terrestre dio lugar a rumores de alto el fuego, desmentidos por los beligerantes. Un portavoz de la Tzhahal se limitó a declarar el lunes que el ejército israelí "se abstendrá de atacar ejes demarcados desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche" hora local, admitiendo así que hasta ahora Israel ha atacado deliberadamente infraestructuras por las que circulan civiles. Al término de este breve período, se reanudaron los bombardeos sobre Gaza.
Las próximas horas prometen ser terribles para la población de Gaza. Según Ahmed Al-Mandhari, Director Regional de la OMS para el Mediterráneo Oriental, "quedan 24 horas sin agua, electricidad ni combustible". La situación podría empeorar aún más si el ejército realiza una incursión, preparando el terreno para meses de combates mortales en Gaza. A pesar de las declaraciones marciales de los responsables israelíes y de la brutalidad de su respuesta, una ofensiva terrestre de este tipo plantea al Estado de Israel numerosas dificultades y contradicciones.
Los riesgos de una intervención armada para Israel
En el pasado reciente, Tzahal ha entrado en la Franja de Gaza en tres ocasiones, en 2006, 2008-2009 y 2014, siendo este último conflicto el más significativo, con un saldo de 66 muertos israelíes y 2.200 palestinos muertos en 2014 tras 19 días de combates. En opinión de varios especialistas militares, los objetivos de Israel y los medios desplegados en este caso serían desproporcionados, como demuestran el número de tanques estacionados en la frontera, que asciende a 300 según el profesor John Spencer de la Academia Militar de West Point, y el número de víctimas palestinas, ya superior al de la operación Borde Protector de 2014.
Sin embargo, esta asimetría no reduce las dificultades que plantea el combate urbano. Como explica el coronel del ejército francés Michel Goya: "Desde hace más de veinte años, la estrategia de Israel consiste en hacer la guerra a distancia, utilizando esencialmente las operaciones aéreas para minimizar el riesgo de sus soldados. Pero esto no siempre es muy eficaz en un entorno urbano complejo. Se puede causar algún daño, pero nunca es decisivo, porque siempre es posible que los atacados se refugien en los numerosos túneles subterráneos de Gaza, lo que provoca sobre todo víctimas civiles". Citado en Mediapart, John Spencer considera también que el control del terreno será un apoyo considerable para Hamás, y señala la presencia de túneles fortificados, que permiten permanecer ocultos durante los ataques y desplazarse más fácilmente para contraatacar.
La intervención terrestre supondría, por tanto, un cambio con respecto a las anteriores guerras en las que Tzahal ha participado en los últimos años. Mientras que las fuerzas de defensa israelíes pueden contar con una fuerza aérea ultraequipada y numerosos tanques, así como con 173.000 soldados en activo y 465.000 reservistas según GlobalFirePower, 360.000 de los cuales ya han sido llamados a filas, el ejército sólo dispone de 26.000 "efectivos en unidades de combate" y Michel Goya estima que no debería enviar más de 30.000 soldados al campo de batalla.
Las fuerzas palestinas son más difíciles de estimar. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Hamás es capaz de movilizar a 20.000 combatientes, una cifra que el historiador Dominique Vidal considera aún subestimada. Por su parte, The Economist informa de que el grupo probablemente perdió a 1.500 de sus soldados más experimentados durante su incursión contra Israel y los territorios colonizados. Aunque el equipamiento militar del grupo islamista y de otras fuerzas palestinas es incomparable con el del Tzahal, Hamás dispone de un gran número de cohetes, que podrían utilizarse contra tanques y soldados israelíes en caso de incursión en Gaza. En 2021, los servicios de inteligencia israelíes estimaron que había 8.000 municiones de este tipo, cifra que debe haber aumentado desde entonces.
Todos estos factores ponen de manifiesto que la ofensiva terrestre no será fácil para el ejército sionista, a lo que hay que añadir el gran número de rehenes israelíes retenidos en Gaza, estimado en 199, entre los que se encuentran tanto civiles como soldados e incluso altos oficiales del Tzahal, lo que complica la tarea al Estado de Israel. Debilitado desde hace varios meses y puesto en dificultades por la humillación del 7 de octubre, Netanhyaou podría pagar un alto precio político si los rehenes son ejecutados en respuesta a su ofensiva terrestre. La debilidad del gobierno israelí, incluso desde la formación de un gabinete de guerra que incluye a Benny Gantz, uno de sus principales opositores, también podría debilitar los planes militares del bando sionista. Habrá que estar atentos a las consecuencias políticas de la muerte de los soldados.
Por último, una contradicción central para Tzahal y su posible intervención sobre el terreno es política. Como explica la historiadora Stéphanie Latte Abdallah, los últimos años también han visto la aparición de grupos armados autónomos, sobre todo en el norte de Cisjordania, así como tendencias a enfrentamientos entre palestinos y colonos que a veces alcanzan una intensidad equivalente a la de la última "intifada". La aparición de estos grupos puede explicarse por diversos factores, pero también expresa un espíritu de lucha que sigue presente en la resistencia palestina y que podría expresarse también en Gaza en caso de intervención militar israelí. Puede que el ejército israelí no tenga como único adversario a organizaciones como Hamás, pero también podría enfrentarse sobre el terreno a la resistencia civil de los gazatíes y quedar empantanado.
Es más, la reacción de los palestinos en Cisjordania también es motivo de preocupación para Israel, que ha tenido que hacer frente a intensos fenómenos de resistencia, como en Sheikh Jarrah o con la huelga general que recorrió Palestina en 2021. Al embarcarse en una intervención militar totalmente asimétrica, Israel podría enfrentarse a una importante resistencia.
Por no mencionar el hecho de que las protestas internacionales, que empiezan a cuestionar el apoyo incondicional de los gobiernos occidentales y la complicidad de muchos gobiernos árabes de la región, podrían intensificarse a medida que se intensifique la intervención de Tzahal en Gaza, y con ella las masacres de civiles. Por último, las movilizaciones que han barrido Israel este año y las contradicciones de la actual coalición gobernante son signos de fragilidad del régimen israelí, y podrían volver a expresarse fuera del contexto de unidad nacional al que asistimos actualmente.
El riesgo de recrudecimiento del conflicto preocupa a Estados Unidos
El éxito militar y político de la operación de contrainsurgencia en territorio hostil al ejército israelí no está en absoluto garantizado. En estas condiciones, Tzahal necesitará el apoyo de su aliado estadounidense para llevar a cabo esta ofensiva. La guerra en Ucrania ya mantiene muy ocupados a los militares estadounidenses, que, por ejemplo, han tenido que sacar 300.000 cartuchos de las reservas dedicadas a apoyar a Israel, para respaldar al ejército de Zelensky. Al mismo tiempo, la administración estadounidense ha enviado señales que indican su reticencia ante esta operación, y el propio Joe Biden ha declarado: "Creo que sería un error que Israel volviera a ocupar Gaza".
Mientras tanto, los últimos años han estado marcados por un "pivote" estratégico hacia la región Indo-Pacífica para asegurar la oposición a China, a la vez que la guerra en Ucrania ocupa gran parte de sus fuerzas de inteligencia y de sus principales inversiones, la superpotencia imperialista podría temer el estallido de un conflicto regional en Oriente Medio. Una perspectiva que, aunque no es la más probable, no puede descartarse, dado que los bombardeos se están produciendo en dirección a Gaza y al sur del Líbano, dos territorios gobernados por aliados de Irán.
Con esta perspectiva, Estados Unidos ha movilizado en los últimos días dos portaaviones en el Mar del Este para "disuadir" cualquier recrudecimiento del conflicto. Pero la presencia del secretario de Estado estadounidense Blinken en Tel Aviv el lunes, y el hecho de que Biden tenga previsto visitar Israel, podrían indicar un deseo de suavizar la ofensiva de Netanyahu, al tiempo que se tranquiliza al gobierno israelí sobre el apoyo estadounidense.
Aunque la incursión de Tzahal en Gaza podría, no obstante, producirse muy pronto, estos factores ponen de relieve las contradicciones de la ofensiva israelí. A pesar del triunfalismo del campo imperialista, podría abrir un sinfín de dificultades en una situación internacional ya de por sí tensa.
Este artículo fue originalmente publicado en Révolution Permanente, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.