Los medios oficialistas lloran porque el Vaticano no parece comprometido en bancar al gobierno. Macri y Peña buscaron disimular la frialdad papal. Desde el kirchnerismo y los movimientos sociales se persignan y pintan a Francisco casi como si fuera el Che. Todos monaguillos.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Miércoles 17 de enero de 2018 00:00
La polémica desatada días antes por las declaraciones de Juan Grabois, referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) –que dijo que el Papa no viene porque no lo invitan- se encendió nuevamente estos días en el que el avión vaticano sobrevoló el suelo argentino pero no lo pisó: el destino de la sexta visita del Pontífice a América Latina vuelve a evitar su país de origen. Las especulaciones e intentos de explicación son muchas, y algunas se parecen al llanto.
Llorando por una bendición
¿Quién tiene la culpa de que el Papa no venga? titulaba Ricardo Roa su editorial del martes en el diario Clarín, lamentándose de que la máxima autoridad argentina en el mundo no destine parte de su gira a venir a “cerrar la grieta”. En su afán por sostener al gobierno, Roa se lamenta que “a Francisco se lo nota de un lado de la grieta: cuiden a Cristina (esta fue una famosa frase del Papa) no tiene contrapartida con Macri, al que envió ayer un mensaje protocolar y frío”.
La misma preocupación atravesó las páginas de La Nación, que se tomó el trabajo de comparar milimétricamente el telegrama que Francisco envió a Cristina Fernández de Kirchner en 2015, cuando también sobrevoló la Argentina, con el que ahora recibió Mauricio Macri. Allí, el diario mitrista se encargó de constatar con algo de alivio que el hecho de que el telegrama a Macri estuviera escrito en inglés, mientras que el destinado a Cristina estaba en castellano, no fue una decisión directa de Francisco. Se ve que no había muchas noticias para cubrir.
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El presidente y el jefe de Gabinete Marcos Peña intentaron poner paños fríos a las especulaciones.
Macri respondió el telegrama del Papa desde su cuenta de Twitter y, luego, en una reunión de Gabinete, quiso mostrarse como buen alumno de su Sumo Pontífice y, al tiempo que reconocía que debían postergar la votación de la reforma laboral, dijo: "Como pide el Papa, hay que insistir con la cultura del trabajo"
En nombre de todo el pueblo argentino agradezco el saludo y la bendición de @Pontifex_es al sobrevolar nuestro país. Deseo que su visita a los hermanos de Chile y Perú sea fuente de paz, esperanza e inspiración. La Argentina lo acompaña con el cariño y el respeto de siempre
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 15 de enero de 2018
Simultáneamente, el Presidente quiso dar por tierra con las especulaciones sobre los supuestos gestos fríos de su Santidad con respecto al gobierno: “Hacen el mismo análisis de las fotos que hacen de mi foto con Horacio (Rodríguez Larreta)". El ejemplo, quizá, no sea el más oportuno considerando que efectivamente hubo momentos de tensión entre el jefe de Gobierno porteño y el titular de la Casa Rosada, que solo se despejaron hace unos días luego de una reunión en Cumelén.
Por su lado, Peña afirmó que "nosotros no consideramos que haya ninguna cuestión política en la no visita a la Argentina. La Argentina es su casa, es su tierra. Él no necesita invitación. Él considerará cuál es el mejor momento". Y agregó que hay que entender “que no es nuestro Papa, sino el Papa de todos, y tenemos que tratar de evitar llevarlo al terreno político".
Rezando al otro lado de la grieta
El intento de Peña de “despolitizar” las acciones de un Bergoglio que, aún antes de ser Papa, se caracterizó por su fuerte inclinación a intervenir en los más variados asuntos de la política nacional y ahora lo hace hacendosamente en el terreno internacional no parece muy creíble. El director del diario oficial de la Santa Sede dijo, en contra de Peña, que “si Francisco esta hoy en esta discusión de la grieta a mi me parece que lo hemos metido en la grieta y que ahí le cabe responsabilidad tanto al oficialismo como a la oposición ".
Si bien del lado del kirchnerismo, el peronismo y los movimientos sociales no hubo este martes declaraciones destacadas con respecto a la no-visita del Papa a la Argentina, no faltaron muestras de fervor vaticano que se desarrollan desde los días previos.
Además de las ya mencionadas declaraciones de Grabois, del lado de Barrios de Pie, Daniel Menéndez reivindicó a Francisco y su discurso “crítico del orden social”, mientras que el kirchnerismo en La Matanza organizó hace pocos días una misa “por la paz” en homenaje al titular de la Santa Sede.
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Otro progresista que no se privó de elevar loas cristianas fue Pino (de Navidad) Solanas, que desde su cuenta de Twitter se encargó de confundir los gestos de conciliación del Papa para con los pueblos mapuches como una supuesta cruzada a favor de los “descartados de todos los sistemas”.
Lo que les duele a quienes atacan a @Pontifex_es es la fuerza y la justeza de un mensaje cuya opción son los descartados de todos los sistemas.
El viejo conflicto de la tenencia y la propiedad de la tierra con los indígenas, entre ellos.#FranciscoEnChile— Pino Solanas (@fernandosolanas) 16 de enero de 2018
Las mismas declaraciones de Francisco sobre el pueblo mapuche aparecen destacadas en la prensa relacionada con el kirchnerismo. Así, con un pase de magia, la Iglesia que conquistó a sangre y fuego América Latina, que sigue siendo propietaria de grandes extensiones de tierra y financiada por los Estados que persiguen a los pueblos originarios, estaría a favor de “distribuir las tierras”. No se notó mucho cuando, ante la desaparición de Santiago Maldonado, la Iglesia argentina formada bajo la tutela de Bergoglio hizo poco y nada. E, incluso, en las mesas de “diálogo” luego del asesinato de Rafael Nahuel en Villa Mascardi, los representantes eclesiásticos exigieron que los mapuches liberaran las tierras para poder “dialogar”, pero no exigieron que los prefectos que dispararon fueran identificados y encarcelados.
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El Papa y la grieta
Mientras Grabois, Pino, Menéndez y la “misa de La Matanza” son emergentes de unos movimientos sociales y un kirchnerismo que pasó de denunciar a Bergoglio por su rol cómplice en la dictadura a reconciliarse con él y asumir una militancia casi eclesiástica; del lado de la prensa oficialista –que otrora levantaba al Bergoglio opositor a CFK- florecen los llantos y sollozos por el trato no muy cálido que su Santidad dispensa a Macri y a Cambiemos.
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Así, de un lado al otro de la grieta se disputan la bendición de una institución que, como muestra la misma visita a Chile, cambió su discurso para preservar lo fundamental: mientras el Papa pedía perdón por los abusos a menores cometidos por miembros de la Iglesia, un obispo acusado de encubrir curas abusadores participaba destacadamente en la masiva misa que protagonizó Francisco. Horas antes, manifestantes contra la curia abusadora eran reprimidos por el gobierno chileno. Es que los gestos de Francisco, que es Bergoglio, no llegan a tapar el bosque.
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Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)