El 8 de agosto Enrique Fernández Fassnacht y Enrique Graue Wiechers estuvieron en el programa México Social de Canal Once del Instituto Politécnico Nacional. El tema a discutir fue “La educación Superior en el Siglo XXI”. Aquí, una visión crítica del programa.
Jueves 10 de agosto de 2017
El programa inició con un par de mensajes de bienvenida del Director General del IPN y del Rector de la UNAM a las nuevas generaciones que el día 7 de agosto ingresaron a las aulas universitarias y de bachillerato de ambas instituciones educativas.
Mercantilización del conocimiento y elitización
Sin más, según propias palabras, al IPN ingresaron poco menos de 40 mil estudiantes a ambos niveles, mientras que a la UNAM ingresaron 33 mil al bachillerato y 47 mil a nivel superior. Lo sorprendente no son las cifras en sí mismas: la sorprendente es la alusión todo el tiempo a que el acceso es un “privilegio”.
Aceptando que el nivel de cobertura que ofrecen el IPN y la UNAM es insuficiente, lo que remarcan ambos no es la falta de presupuesto, ni tampoco la no creación de nuevos planteles de ninguna de las dos instituciones hace 40 años, sino, “el logro” que poder haber superado a los demás aspirantes que se quedaron sin acceso a la educación media y superior”.
Ambos plantearon qué papel tiene la universidad en México. En el caso del Director General del IPN menciona que han sido la base fundamental del desarrollo del país, pero no por la creación de profesionistas o los cientos de ingenieros que avanzaron en la industrialización del país, sino, (sic) en la creación de empresarios y políticos.
Graue, como es costumbre, ocupó un discurso dialogado que evitó tocar el contexto político, para hablar de la cobertura educativa desde nivel básico al superior y la imperiosa necesidad de avanzar en el porcentaje de gente que accede al nivel superior, que según las cifras que otorgó es del 37%, aunque, es fácil sospechar que esa es una cifra alegre en un país donde la gran mayoría de trabajadores precarios son jóvenes y mujeres.
Los temas siguientes hablaron del nivel de desempleo que tiene los jóvenes egresados de las universidades públicas del país, su papel en el mercado, la competitividad de las mismas, las relaciones con la educación privada y el “privilegiado” lugar del IPN y la UNAM en investigación y desarrollo científico.
Sin decirlo de manera abierta, todo el tiempo la relación fue en cómo la educación pública compite en el mercado, no sólo laboral, sino, obviamente en el mercado casi dicho como mercancía frente a una situación económica aberrante para las nuevas generaciones.
Medidas contra la "inseguridad": persecusión a quienes se organizan
Cuando parecía que se acercaba el cierre del programa, donde no se plantearon las verdaderas penurias que vive el joven estudiante, sobre todo los que estudian y trabajan, sobre la entrada de planes y programas de estudio tecnificantes con un discurso modernizador, Javier Solórzano tocó el tema de las elecciones de 2018.
Apenas en los últimos seis minutos de programa, un tema que se intentó tocar y fue evadido en diversas ocasiones, fue respondido con claridad. Tanto Fernández Fassnacht, como Graue Wiechers cambiaron el ceño, su respuesta fue ejemplificadora.
Ambos reconocieron saber que hay militancia política dentro de las universidades, como si esta fuera externa para dos conocidos militantes príistas de antaño, que siempre han seguido la línea oficialista para la educación superior.
Se dijeron respetuosos de la militancia política de sus estudiantes, trabajadores y académicos. Una mentira: por ejemplo en el IPN tiene a más de 60 activistas con demandas penales por causas y acciones en las que no participaron, tiene a decenas de expulsados políticos como los estudiantes del CECyT 5 o tiene cesados laboralmente a varios profesores y trabajadores por apoyar la lucha de los estudiantes o exigir sus derechos laborales.
Pero aún no viene lo peor, sin vergüenza y ocultando en todo momento su militancia política llamar a hacer votos para que las universidades no sean rehenes de los partidos políticos rumbo a la coyuntura electoral de 2018. Queda claro, que no se refieren ni al PRI, ni al PAN, ni al PRD, ni a ninguno de sus similares, sino, a los estudiantes organizados que en los últimos años han protagonizado importantes luchas contra las políticas educativas y los problemas nacionales.
“Haremos todo los posible”, ese es su lema de batalla, y todo lo posible ya está empezando a hacerse, criminalizar, perseguir y hostigar es la verdadera consigna.
El aberrante enrejado de los, hasta hace poco, espacios libres en CU, junto con una política de militarización paulatina de las inmediaciones, así como el escandaloso incremento de elementos de la PBI al interior de las unidades educativas del IPN son muestra de que ya están haciendo todo lo posible.
El discurso progresista que tuvieron durante 54 minutos de programa cayó en apenas algunos minutos, haciendo claro que el ataque securitarista es los planteles no es ni contra el narcotráfico, la violencia feminicida, ni los grupos porriles, es contra quienes se organizan y cuestionan los planes educativos de las rectorías sobre la educación superior.
Es necesario leer entre líneas cada una de las aseveraciones. Sin embargo, el camino que nuestras escuelas está en disputa. Es la reforma educativa, cientos de profesores (cerca del 65% de la planta docente) en condiciones precarias de trabajo, la no creación en más de 40 años de ningún nuevo plantel dela UNAM en el aérea metropolitana o los más de 30 años del IPN.
Opuesto a este proyecto, está el cambiar y subvertir el orden mandatado desde el gobierno federal, construyendo universidades de puertas abiertas al pueblo pobre y trabajador, que no piense nuestra educación como mercancía y que por el contrario nos forme de manera crítica, humanística y apostando a que la juventud se haga dueña de sus destinos.