Demian Paredes @demian_paredes
Sábado 28 de mayo de 2016
1.
El pasado 25 de mayo falleció, a los 92 años, Gyula Kosice, poeta, escultor, artista plástico, cinético y lumínico, pionero vanguardista durante décadas –impulsor de los grupos Arte concreto-Invención y Madí–, promotor de la utopía hidroespacial, fundada en la “filosofía porvenirista”. Kosice es todo un capítulo (o varios, en realidad) de la historia del arte argentino y mundial (de toda la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI). Su influencia y legado, vastos, vastísimos, quedan ahora, como le dijo en su momento el prominente crítico francés Pierre Restany –en una conversación publicada en el impresionante Entrevisiones, un libro del mismo Kosice repleto de entrevistas, intercambios y conversaciones con artistas de toda especie–, como una propuesta que va más allá del mercado y la crítica, y “que requiere para su ejecución una escala todavía no comprendida en su totalidad” para la actual sociedad: “mega-humana”. (Para Restany, la propuesta porvenirista de Kosice forma parte del “patrimonio universal”.) Es el arte buscando cambiar la vida, partiendo de nuevas obras, y de la construcción de nuevas ciudades, nuevas mentalidades, actividades y concepciones. En suma, una concepción y práctica de libertad.
2.
Pero ahora un poco de historia: Kosice, quien adoptó como nombre el de su pueblo natal (situado en la frontera checo-húngara), nació en 1924 como Ferdinand Fallik. De joven –tal como lo ha comentado en sus escritos, en la película estrenada en el Bafici 2016 Kosice hidroespacial, y en diversos reportajes– el largo viaje cruzando el océano, rumbo a la Argentina, lo dejó marcado (el agua terminaría siendo “el” elemento fundamental de su obra), y ya de joven incursionó en diversas lecturas y estudios: de Julio Verne y Emilio Salgari a los dibujos de máquinas y artefactos de Leonardo Da Vinci, que copiaba con fruición. Años después fundaría el movimiento Arte concreto-Invención, entre otros con Carmelo Arden Quin, Rhod Rothfuss y Martín Blaszko. En esa experiencia surgiría la ruptura de los marcos tradicionales para la pintura –buscando una renovación de las formas–, y los intentos de lograr una creación “pura”, alejada de toda representación y “referente” (una “pura invención”); prácticas que modificaron profundamente los conceptos y obras, especialmente en pintura y escultura (de aquí provienen también las esculturas articuladas y móviles de Kosice –las primeras en el mundo–, como Röyi, buscando el movimiento, el cinetismo que era parte de la misma realidad que los rodeaba y de la que formaban parte). Poco después de esa experiencia, que dio además el manifiesto publicado en el único número de la revista Arturo (1944), surgiría Madí, un arte de proyección internacional y que tuvo su revista, Arte Madí, durante ocho números. (Se puede acceder ahora tanto a Arturo como a Arte Madí, en edición faccisimlar, en la colección “Reediciones” de la Biblioteca Nacional.) Estas dos experiencias de la década de 1940 fueron completamente revolucionarias –incluían la agitación y la publicidad callejera–, absolutamente innovadoras respecto a las concepciones teóricas, estéticas y políticas de su tiempo, y a su relación con la sociedad: no sólo se aprovechaban (incorporaban) los materiales provenientes del desarrollo económico y la industria, sino que se le abría al arte un camino: uno donde la poesía y la estética, la utopía, la ciencia y la técnica confluían.
Kosice, como auténtico polígrafo, dejó, además de la escritura de manifiestos y proclamas, artículos y declaraciones, una veintena de libros –incluyendo una Autobiografía, publicada en 2010– y una buena cantidad de escritos firmados por heterónimos. Sus invenciones llamaron la atención desde el primer momento (Kosice y el arte madí fueron representantes de Argentina en 1948, en Salon des Realites Nouvelles de París), y ganaron, con el correr de las décadas, cada vez más reconocimiento: en 2013 el Centro Pompidou lo homenajeó con una importante muestra, con una quincena de trabajos suyos, expuesta durante seis meses.
3.
Otra cuestión: fue el mismo Kosice quien explicó que fue “pre Arte concreto-Invención” cuando escribía sus poesías a comienzos de la década de 1940; y “pre Madí” cuando lanzó Arte concreto-Invención. ¿Pero de dónde surgió Madí; qué fue? Aún hoy se sigue pensando que podría haber sido el acrónimo de “materialismo dialéctico”, la doctrina del estalinismo para transformar al marxismo de teoría y prácticas vivas en letra muerta, en pesados volúmenes doctrinales (la similitud del nombre con los otrora tristemente célebres HisMat y DiaMat –materialismo histórico y dialéctico– ha generado, evidentemente, esta confusión). Pero no: Madí surgió del canto “Madrid, Madrid: ¡No pasarán!” proveniente de la guerra civil española. (Otra versión que dio el mismo Kosice, sin desmentir ni negar esto último necesariamente, dice más sencillamente que Madí es una de las tantas palabras que se vio obligado a inventar para poder expresarse y crear –algo que puede apreciarse no sólo en la poesía kosiceana sino también en el “Diccionario portátil madí”–.)
En un número imperdible, de antología, de la revista ramona, doble (43-44), de homenaje a Kosice (y donde la mitad de los textos son de él), en una “charla anotada” de Rafael Cippolini, realizada en julio de 2004, el artista explicita, relaciona, sus concepciones de lenguaje, ideología, utopía y política: “El estilete mío va a la vanguardia pero en una vanguardia siempre porvenirista. Una vanguardia lanzada hacia otra cosa. Y esa otra cosa es una humanidad sin fronteras. Lo que nos va a salvar a nosotros es lo que estamos hablando en esta conversación, que es el lenguaje. Van a existir, en un futuro no lejano, zonas planetarias de lenguajes nuevamente definidos, que van a tener su personalidad determinada pero hoy aún desconocida. Porque a veces hablamos de las Naciones Unidas y ¿cómo están las Naciones? Desunidas. ¿Para qué sirve el nacionalismo? ¿Ser nacional de qué? Si la tierra y el planeta pueden estar enriquecidos con el producto de miles de experiencias. Seguramente tengo un pie en el socialismo, que no es un socialismo activo sino un socialismo ideal. Un socialismo porvenirista. Pero ese ideal porvenirista es como todas las utopías: al final existen. Vos lanzás la utopía y finalmente esta se cumple: es su destino”.
La Ciudad Hidroespacial
4.
Con el correr de las décadas, y ya sin colectivo ni agrupamiento, Kosice siguió desarrollando sus innovadoras obras, donde el espacio y el movimiento son fundamentales: obras donde el cinetismo, la luz, el agua, y materiales como el plexiglas, el aluminio, el gas de neón, son los que van perfilando su proyecto de una nueva ciudad, donde el ser humano será un “habitante hidroespacial”. Un arte multidimensional, abierto y receptivo a los problemas “modernos”, de urbanización y vida cotidiana. Donde la poesía anuncia su utopía: el futuro, lo por-venir. Así lo decía en un reportaje, en 2010, al preguntársele por la Ciudad hidroespacial: “Está vigente. Mi ambición mayor es vivir en el espacio, a 1500 metros de altura. Le doy una primicia total: mi próximo libro se llamará Quinientos lugares para vivir. Todos referidos a la ciudad, que tiene un lugar para tener ganas, otro para no trabajar, otro para escuchar el latido del universo...”. ¿Sería/será esto posible? Se conoce que cuando Kosice viajó a la NASA en la década de 1970, para llevar sus proyectos, le respondieron que estos eran factibles... pero que no había dinero, y el artista les pidió que dejasen de financiar al menos por un día la producción de armamentos, para poder concretarlo (y, por supuesto, no le hicieron ningún caso.)
En otra entrevista, realizada en 2009, Kosice afirmó que no había alternativa mejor que la Ciudad hidroespacial: “No hay otra forma, tenemos 6.500 millones de habitantes en el mundo y si se incrementa un 30 por ciento más, ¿se imagina dónde vamos a ir? Ante esa tendencia terrible, me pregunté dónde iba a vivir esa gente. Y hay que ocupar el espacio. Una utopía es tal hasta que deja de serlo. Después vendrán otras utopías, pero, mientras tanto, hay que cubrir nuestras necesidades inmediatas. Aunque, en realidad, la ciudad hidroespacial no es una utopía, sino una propuesta científica. En Marte, en la Luna o en el Sol no hay agua, así que tenemos que arreglarnos nosotros mismos con lo que tenemos”. La Ciudad hidroespacial, dice Kosice, tendrá “lugares para vivir”: “lugares concretamente inventados, en los que se desarrollan la vida y las relaciones humanas. Son lugares diferentes a los tradicionales; y la distinción radica en que ya no está más la cocina, el baño, el dormitorio, lo que nosotros tenemos como lugares prefijados de antemano. Propongo un lugar ‘para tener ganas’, otro ‘para olvidar el olvido, con un anexo para memorias libres’; un ‘lugar de lo inimaginable a través del júbilo personal y colectivo’, y un ‘puente para transitar del azar a la administración del azar’”.
5.
Kosice teorizaba muy tempranamente sobre las posibilidades del agua como “emisión estética” (Art Actual International, París, 1959, reproducido en Madigrafías y otros textos, Bs. As., Grupo Editor Latinoamericano, 2001); ya en 1949 realizó la primera “escultura hidráulica”, y postuló este elemento como generador de energía (inagotable) para sustentar estas ciudades flotantes, por medio de procedimientos químicos y científicos. Así, en toda su obra, confluyen poesía y utopía, ciencia y creación del espacio (urbano), maquetas, pinturas y esculturas para la concepción porvenirista de Kosice: el “locus kosiceano”, la Ciudad hidroespacial: sitios emplazados a 1.500 o 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde el ser humano viviría (experimentaría) una existencia completa y radicalmente distinta. Una vida donde el arte y la vida son uno solo. Arte y arquitectura. Poesía y filosofía. Escultura y manifiesto(s). Una aspiración positiva, propositiva y necesaria sobre las posibilidades y urgencias más profundas que tuvo y tiene el género humano, ayer y hoy. En una polémica publicada en el diario La Nación en 1973 –y reproducida en el mencionado número de ramona–, con un hoy olvidado Eduardo González Lanuza, explicaba Kosice su diagnóstico y proyecto: “el ser humano, no dominando los elementos de nuestro planeta, sabiendo que hay hambre, miseria y enfermedades, tiene una necesidad de ir hacia lo desconocido, hacia lo inédito, que lo impulsa, a pesar suyo, a conquistar su tiempo, a tratar de no morirse, a buscar su eternidad. (...) El arte, para mí, más que una fulguración de la gracia tiene que ser útil; liberar al hombre de cualquier atadura, crear una condición de vida multiopcional”.
6.
Entre los aforismos que, como buen polígrafo (y/o grafómano), supo cultivar, Kosice escribió: “La perseverancia no sirve de nada, si no dura”. Él perseveró en su arte y utopías por décadas, toda su vida; “duró”, “sirvió”: indicó vías, abrió caminos (hídricos, lumínicos), sobre lo que necesitamos que venga: un porvenir distinto, una ciudad, una sociedad, donde el ser humano conquiste su propio espacio, su propio tiempo. Espacios y tiempos para el desarrollo y la libertad.