El autoproclamado libertario eligió como último contrincante de campaña a la banda de rock. Un sainete ridículo que no logró el resultado político esperado.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Viernes 10 de septiembre de 2021 00:00
Chizzo Nápoli y Tete Iglesias, en pleno show de La Renga en FaSinPat, ex Cerámica Zanón. Foto: Oscar Kacho Livera.
En un contexto de crisis pandémica, y con numerosos frentes por abordar, Javier Milei eligió como último contrincante de su primera campaña política a una banda de rock. Jamás había ocurrido algo así en una elección argentina.
Habiendo tantos enemigos para enfrentar, el precandidato a diputado decidió medir fuerzas con La Renga, el grupo más convocante de Argentina. Y lo hizo a título de nada, atravesando todo el límite, como acostumbra. Incluso, al costo de dejar en segundo plano su concurrido acto de cierre en Parque Lezama. Milei venía esperando una respuesta de la banda desde hace rato. Y la consiguió a días de las PASO. Esa fue la última noticia que dejó antes de ir a las urnas.
Cabe resaltar que el autoproclamado libertario fue tenaz en su estrategia: decidió utilizar la canción “Panic show”, de La Renga, todas las veces que fuera necesario hasta lograr el objetivo. Con ella abrió su primer acto, en Palermo, y hasta llegó a vociferar el estribillo en un programa televisivo (la performance fue celebrada con sonrisas en el canal que mejor lo convida).
Está claro que el ideario de la banda se ubica en las antípodas de lo que proclama Milei. Y Milei, naturalmente, lo sabe. Por eso es que elige el tema que elige: uno en el que el Chizzo Nápoli personifica la voz de un ente aborrecible, pero para criticarlo. En la letra, el cantante asume la primera persona de quien cuestiona, metaforizada en la figura de un león. Entonces Milei la retoma, pero en el sentido exactamente inverso que le imprimó la banda: reconociéndose en el rol de esa figura opresora y violenta. “¡No te escapes! ven a mí. Desnúdate y enfrenta mis dientes. Yo soy el rey, el león. Ven a saber lo que se siente”, azuza la canción.
En su última oportunidad de levantar polvo, Milei tiró todas las fichas juntas que venía jugando: durante su acto de cierre hizo “Panic show” cuando entró, después la cantó al final, y hasta le cambió partes de la letra original. A todo o nada, el precandidato apostó fuerte y logró su cometido: el asunto lo ayudó a instalarse en el cosmos público. Y la banda no tuvo más recurso que salir a despegarse. Un Milei puro y oscuro: provocador hasta la neurosis. Dando peleas inentendibles que lo ridiculizan.
La decisión sobre la respuesta se analizó durante varias horas del lunes, hasta resolverlo con un breve pero determinante comunicado. “Quien quiera es libre de escuchar, cantar, bailar y poguear canciones de La Renga. Lo que está mal, legal y moralmente, es tomarse la libertad de usar esas canciones para una campaña política y beneficio propio. Un seguidor de nuestra banda jamás haría eso. Entre nosotros existen lazos y sentimientos”, reza. Y concluye citando el título de otras dos canciones propias: “No queremos tener un disfrazado de amigo hablando de la libertad”.
La situación ameritaba una reacción, pero el propósito fue ser lo suficientemente conciso como para no volver sobre el tema, tal como el grupo terminó haciendo. Incluso, a pesar de que Milei contragolpeó tras el centro que le tiraron al día siguiente en un importante programa periodístico de cable. Primero le sacaron el tema, entonces los acusó de haber tocado “en los actos de Cristina”. “Si yo lo estoy usando para un fin político, ¿cómo lo usaron ellos?”, intentó arremeter, aunque de una manera muy confusa. Fanático de señalar “falacias” en todo programa al que concurre, Milei termina cayendo en el abismo de una propia: ¿Qué tiene que ver la intención original que un artista le imprime a su creación, con la reutilización que un tercero decide hacer de ella? La Renga no hizo otra cosa que señalar el sentido falaz que Milei intentó reimprimirle a “Panic show”.
Luego, uno de los dos entrevistadores acotó que los músicos de La Renga “cobraron por ese acto”. El periodista acababa de restringir el universo a un solo hecho. Que no fue un acto de la entonces presidenta, sino un festival gratuito en Plaza de Mayo por el Día Internacional de los Derechos, que a la vez coincidía con el aniversario 30 del retorno democrático en Argentina. La banda niega haber cobrado por esa participación, algo de que igualmente no perjudicó la economía de La Renga: hasta la pandemia, el grupo realizaba masivos shows en numerosos lugares del país (y analizan la posibilidad de retomarlos a principios del año próximo). Su capacidad de recaudación es tal, que le permite pagarle un salario mensual a su staff, incluso cuando pasan largo tiempo sin tocar. ¿Cómo actuaría Milei en una situación similar?
De hecho, ninguno de los artistas que participaron en aquel evento cobraron por hacerlo. Pero para La Renga no era nuevo: se prestaron innumerables veces para acompañar con su música a causas ajenas y de todo tipo. Su apoyo en vivo y en directo a FaSinPat, la ex cerámica Zanón de Neuquén que está bajo control obrero desde 2002, es uno de los ejemplos más notables. Pero también lo hicieron, por ejemplo, en solidaridad con el guardaparques Alfredo Chaves, a quien el genocida Alfredo Astiz denunció por la paliza que le dio la vez que se lo cruzó en Bariloche. Chaves entonces tenía 36 años y durante la Dictadura había estado casi un año secuestado en el Vesubio, centro clandestino de detención de Aldo Bonzi.
Para desgracia de Milei, La Renga nunca fue un “parásito del Estado”, tal como el libertario le imputa a aquel que cobra dinero de éste. La acusación no estuvo acompañada por ningún documento, algo que no es difícil de conseguir si se lo procura. Días antes, en cambio, se supo que el autodefinido libertario había cobrado como asesor de Antonio Domingo Bussi cuando este fue diputado nacional. El genocida lejos estaba de ser un paladín de las libertades que dice defender el candidato de una lista titulada —encima— “La libertad avanza”. En 1995, mismo año que Bussi dejaba su banca en el congreso para asumir como gobernador de Tucumán, La Renga grababa una canción que quizás defina a Milei mucho mejor que “Panic show”: “Palomitas de maíz para esa boca abierta. Y un espejo retrovisor para que recuerde… que metió la pata...”.