En la "tierra sin mal", los periodistas y comunicadores, muchos que durante las campañas electorales son sobre explotados para que ganen los que ganan desde hace dos décadas, pagan para trabajar. Reproducimos la carta abierta de una trabajadora de prensa de Misiones.
Jueves 23 de mayo de 2024 11:22
Camarógrafos de móviles, editores, fotógrafos y asistentes del popular noticias de la calle, ganan 160 mil pesos. Un salario de hambre.
Los derechos laborales, en los medios de comunicación de Misiones, no existen. Los viáticos son escasos y poco suficientes -se ofrecen como herramienta de manipulación-. Los francos y los feriados no cuentan en las redacciones. La ley bases y la flexibilización laboral que busca aprobar Milei, parece haber tomado a Misiones como el ejemplo a seguir.
En el canal oficial la situación no es muy disímil y hasta puede ser peor. Las condiciones de contratación son múltiples, en la gran mayoría de un nivel de precarización, que mantiene en silencio y desorganizados a los trabajadores, y solo algunos logran acuerdos particulares para sobrevivir.
Están quienes tienen contrato con la Policía y son adscriptos al doce. En la lógica propia del multimedios y avalado por el ejecutivo provincial, significa que la policía de Misiones paga ese salario. Por dar solo uno de tantos ejemplos, esto lleva a que actualmente un policía que cubre policiales y juicios, cobre muy por encima del salario de un periodista monotributista o contratado por la empresa Marandú Comunicaciones, que cumple funciones en Canal12.
Para algunos trabajadores de Multimedios SAPEM u otros medios privados, resulta humillante y hasta vergonzoso decir cuánto ganan. Sobre todo porque el oficialista Canal 12 y los que reciben sumas millonarias de pauta oficial y renovadora son los medios de comunicación que contratan de las formas más irregulares y precarizadas a trabajadores con sueldos de entre 160 y 200 mil pesos.
Esos que ganan desde hace 20 años las elecciones provinciales y actualmente gobiernan, mantienen un séquito de trabajadores muy bien amansados. A costa de maltrato, denigración, persecución, hostigamiento y censura. El miedo a perder un trabajo es tal que un salario de 180 mil pesos no está tan mal. Las amenazas son parte de la diaria, de diferentes tenores, más todas preocupantes. También hay quienes supieron o no pudieron más que acomodarse de bufones y buchones. De esta manera, una cúpula de 3 personas malversa la caja del canal provincial a costa de empujar a sus trabajadores a la pobreza.
Ningún trabajador de medios en la tierra colorada alcanza un salario que cubra la canasta básica, que en abril fue de 828 mil pesos. Hablo de los trabajadores que tiran cables y operan transmisiones, de los que posponen su vida por desgrabar un audio del gobernador, de los que fuera de horario buscan la primicia o le dan una vuelta al contenido para que una noticia se publique. Hablo de los trabajadores que sabemos que en Misiones no todo es el mundo rosa que intenta imponer el canal oficial, pero no podemos decirlo, ni siquiera en nuestros ámbitos más personales o cercanos. A más de uno le pasó, que su jefe de forma simpática y cínica a la vez le sugiriera que borre determinado contenido de sus redes sociales, hoy con solo imaginar ese apriete, da escalofríos.
Ser periodista, comunicador o trabajador de prensa en Misiones es una película de miedo. Miedo, porque no sabes cuándo te quedas sin trabajo. Por lo general quienes están contratados, lo están por seis meses. El mismo día en que te hacen firmar el contrato, te imponen refrendar tu renuncia sin fecha. Se preguntarán si existe prueba de esto. Lamento decirles que la secretaria que oficia el “trámite” no permite tomar fotografías. Pero no se atrevan a culparla, ella también está en la cuerda floja y mucha opción no tiene. Con decirles que en sus ratos libres, donde deja el puesto de carnera, se dedica a pasear al perro pedigree del jefe, que descansa y ladra en cuantiosos metros cuadrados tasados en dólares y con vista al río. En los días de suerte, la secretaria deja de juntar la mierda del can y solo debe encargar, pagar y retirar la vianda saludable de algún superior, de la que recibirá tal vez alguna sobra del packaging biodegradable.
Los obreros de la comunicación cubren con ojos vidriados de esperanza lo que algunos ya llaman el misionerazo.
La provincia vive una de las crisis más agudas de los últimos 20 años. El descontento social consecuencia de una larga asfixia económica a todos los trabajadores de la administración pública y a una gran parte del sector privado, ganó la calle en la última semana.
Movilizaciones, acampes, cortes de ruta y acciones de protesta de docentes, personal de salud y fuerzas provinciales de seguridad, son noticia en la primera plana de los medios nacionales. Al estallido se sumaron empleados de ecología provincial, municipales, guardaparques, taxistas, judiciales y de energía, entre otros. En la tarde del miércoles 22 de mayo, estudiantes y trabajadores de la universidad llevaron la marcha de las antorchas hasta la Av. Uruguay y Trincheras, donde se sitúa desde hace casi diez días el picante escenario de crisis que vive Misiones. Sumaron así la voz y el reclamo universitario a la larga lista de peticiones y urgencias que el Gobierno del Frente Renovador de la Concordia Social aún no respondió.
Al panorama incierto que viven los misioneros, se suma la marcada ausencia del Ministro de Hacienda, el apostoleño Adolfo Zafrán quien debería dar explicaciones acerca del destino de la plata de los misioneros.
El blindaje mediático provincial es perverso. Esconde y silencia la realidad que vive la tierra colorada, más aún en este contexto en el que se levantan y masifican, a nivel nacional e internacional, voces misioneras que cuestionan el relato oficial del Frente Renovador que conduce el driver.
El incondicional aparato de comunicación con el que cuenta el Gobierno Provincial, que spmea en radios, portales, canales y prensa gráfica relatos que llegan al absurdo de tan alejados de la realidad, se sostiene con el trabajo de miles de trabajadores periodistas y comunicadores, históricamente condenados a la pobreza y a la inestabilidad psíquica consecuencia de la persecución, los aprietes y la precarización.
El trabajo periodístico en Misiones, la tierra sin mal, roza la esclavitud. ¿Por qué los trabajadores del sector aceptamos estas condiciones de trabajo? ¿Por qué no mandamos todo a la mierda y renunciamos? como nos han sugerido tantas veces, incluso los mismos jefes cuando se vieron cuestionados.
Porque el panorama es desolador y todavía más asfixiante. No hay trabajo o los pocos puestos laborales en los medios -ofrecen condiciones aún peores a las que ya vivimos-. Entonces, la nula oportunidad de cambio laboral hace que prácticamente paguemos para ir a trabajar, mientras los empresarios disfrazados de gobierno misionerista continúan abultando sus arcas, a costa del hambre de todo un pueblo trabajador.