El próximo sábado 2 de abril se celebrará en Madrid el segundo encuentro de esta iniciativa. Un paso más hacia la constitución de un frente anticapitalista y de clase, en el mismo momento en que el nuevo reformismo se acerca al pacto con el PSOE.
Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN
Sábado 2 de abril de 2016
Foto: No Hay Tiempo Que Perder
El encuentro comenzará a las 10 de la mañana y tendrá lugar en el salón de actos del albergue San Fermín, en el barrio madrileño de Orcasur. Está prevista la participación de delegaciones de Andalucía, Aragón, Cataluña, Castilla y León, Galicia, Asturias y otros territorios del Estado, así como de la propia capital.
Durante toda la jornada se debatirá el documento político-programático que ya ha sido presentado en diversas ciudades, así como las distintas resoluciones.
Esta joven pero importante iniciativa, de la cual quienes hacemos Izquierda Diario y militamos en Clase contra Clase somos parte promotora junto a otras organizaciones de la izquierda y sectores de activistas sociales independientes, tendrá lugar justo en el momento en que la deriva de Podemos acaba de dar una vuelta de tuerca.
El día siguiente de que se conociera la aceptación de Iglesias a renunciar a su participación en el “gobierno del cambio” que presida Pedro Sánchez y a negociar con Ciudadanos, salían a la luz las concesiones ofrecidas por el líder de Podemos al dirigente socialista en las negociaciones a puerta cerrada. Entre ellas estaba el renunciar a la derogación de la reforma laboral de Zapatero, reducir el grado de redistribución de la futura reforma fiscal, rebajar en 30.000 millones el gasto público previsto y asumir un calendario de reducción del déficit público más próximo al del PSOE, es decir al exigido por Bruselas.
Cada día que ha pasado desde el 20D, las formaciones emergentes del nuevo reformismo han ido dejando más claro que su hoja de ruta no sobrepasa la intención de permitir un nuevo turno del viejo bipartidismo del 78, eso sí, esta vez con su participación y las promesas de algunas reformas que, como vemos, cada vez quedan más y más desdibujadas. Tanto los dirigentes de Podemos como los de IU-UP están de acuerdo en ella.
Ahora bien, más allá de los pactos por arriba a los que lleguen, la crisis social sigue y seguirá avanzando y las demandas democráticas y sociales que estuvieron detrás de los más de 6 millones de votos que obtuvieron ambas formaciones no van a parar. Es algo que ya estamos viendo en pequeña escala con los otros gobiernos "del cambio”, los ayuntamientos. En ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Cádiz, el fracaso del nuevo reformismo para dar solución a estos problemas desde el pacto con el PSOE y el respeto a la legalidad capitalista, ya está generando que sectores de trabajadores hagan su propia experiencia y salgan a movilizarse.
Son todavía sectores pequeños, en comparación con las ilusiones generales que persisten. Pero el desencanto que puede provocar un gobierno estatal que, como el de Tsipras en Grecia, replique las mismas políticas que los gobiernos del “extremo-centro”, permite apostar a que se pueda empezar a realizar esta misma experiencia por con sectores mucho más amplios.
Consideramos que ese es el escenario para el que debe prepararse el Encuentro del próximo sábado. Y en este sentido hay dos elementos centrales del propio debate que son piezas claves para que esta iniciativa pueda comenzar a ser un polo de atracción para aquellos jóvenes, trabajadores, mujeres e inmigrantes que empiecen a romper con la “ilusión” en una estrategia “gradualista” y de reformas parciales que no va a dar respuesta a las grandes aspiraciones democráticas y sociales que vienen expresándose desde el 15M en adelante.
La primera es la necesidad de dar pasos en firme hacia la constitución de un frente político. Es necesario que esta primera fase, centrada en la discusión y clarificación del programa, de lugar a un nuevo paso organizativo. Que se constituyan comités en todos los territorios y que éstos sean la base de un frente anticapitalista y de clase dispuesto a intervenir en el movimiento obrero, la lucha estudiantil o los movimientos democráticos, como el catalán o el de apoyo a los refugiados, y lo haga levantando una alternativa política. Se trata de prepararse, no sólo para reactivar la movilización social, adormecida por la labor de la burocracia sindical y las propias ilusiones en lo institucional alentadas por el nuevo reformismo, sino también trabajar para que ésta se haga sobre una base programática superior, que se plantee la ruptura con este régimen y con el sistema capitalista.
En segundo lugar, hay también que encontrar un diálogo con aquellos que mantienen aún una confianza en la democracia representativa como vía para lograr grandes transformaciones sociales y políticas. La mayoría de los que impulsamos esta iniciativa no tenemos esa confianza y nuestra perspectiva es la conquista de un gobierno de los trabajadores, que se dispongan a expropiar a los grandes capitalistas. Sin embargo no podemos pretender convencer de esta estrategia simplemente por la vía de la propaganda. La experiencia con la democracia representativa está por hacerse para millones de trabajadores y miembros de las clases populares, y tenemos que pensar qué función pueden tener en este proceso la lucha por demandas democráticas radicales de imposible encaje por el Régimen del 78.
Creemos que desde "No Hay Tiempo Que Perder" es clave que nos dirijamos a este sector. Conseguir acabar con esta democracia para ricos, con la Monarquía, conquistar el derecho de autodeterminación o resolver los grandes problemas de paro, vivienda o pobreza, es realmente imposible hacerlo en los márgenes del Régimen del 78. Nada menos que el régimen heredero de la Dictadura franquista, completamente al servicio de los intereses de los capitalistas y sus representantes políticos. En ese sentido, los diferentes proyectos de una “segunda transición” nacida de un nuevo pacto por arriba, no pueden hacer otra cosa que volver a encajonar estas medidas.
Ante esta realidad debemos plantear a los sectores que todavía conservan ilusiones en conquistar una “democracia más generosa” por la vía de las elecciones, que para lograrlo habrá que pelear por imponer auténticas asambleas constituyentes libres y soberanas en todas las nacionalidades históricas y en todo el Estado. Unas asambleas que sean electas por sufragio universal, en circunscripciones únicas, entre todas las personas mayores de 16 años y cuyos representantes electos sean revocables de sus funciones en base a los deseos y criterios del pueblo trabajador.
La lucha por esta demanda, que estuvo presente del 15M en adelante y sigue muy viva en movimientos democráticos como el catalán o el vasco, la debemos plantear con toda su radicalidad, desnudando los sucedáneos que con el mismo nombre quieren encubrir la regeneración del régimen político. Y dejar claro que conquistarla sólo será posible mediante los métodos de la lucha de clases, y no por medio de una autoreforma pactada del Régimen o en alianza con las burguesías periféricas.
En este camino de combate, lo más importante para nosotros es que a la vez que se puede hacer una experiencia con los reformistas -que se llenan la boca de “cambio democrático” pero abandonan la pelea por la instancia más democrática que puede dar la democracia burguesa- los trabajadores y sectores populares pueden fortalecer su organización y capacidad de lucha. Una condición sine qua non para poder tumbar el régimen político y abrir el camino a pelear por su propio gobierno.
Santiago Lupe
Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.