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Red Internacional
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Economía. ¿Hacia una nueva recesión económica global?

La curva de tipos en EEUU queda invertida en bonos a dos y diez años. La deuda alemana y británica sigue el mismo camino. Al mismo tiempo, el PIB de los dos gigantes europeos ya se contrae, bajo la sombra de las tensiones comerciales crecientes entre China y EEUU, cuyas economías ya empiezan a dar síntomas de fatiga. ¿La recesión global ya está aquí?

Sábado 17 de agosto de 2019

Las peores perspectivas comienzan a materializarse. A pesar de los ingentes esfuerzos monetarios y fiscales, las grandes potencias comienzan a considerar la cada día más realista perspectiva de un escenario generalizado de recesión global.

Días atrás, China informaba estar ante el crecimiento más débil de su producción industrial desde 2002. La economía alemana, capital para sostener el crecimiento de la eurozona, se contrae por la brusca caída de las exportaciones, contribuyendo a que la producción europea disminuya a ritmos desconocidos desde hace años. Los principales mercados financieros mundiales sufren de una enorme volatilidad, movidos al compás de la escalada de tensiones comerciales entre el gigante asiático y los EEUU, los imprevisibles efectos de un Brexit duro y la propia dinámica descendente en la producción.

En un contexto de crecimiento raquítico dibujado a golpe de crédito barato, las disputas geopolíticas Pekín-Washington pueden ser el último empujón necesario para hacer caer la economía hacia el abismo de una nueva recesión severa. Incluso el anuncio de la FED de recortar tipos, ya de por sí artificialmente bajos, no ha sido tenido un gran impacto alcista en los mercados, más allá de contribuir a echar más leña al fuego de las tensiones comerciales.

"Además del debilitamiento cíclico de la economía mundial, especialmente en China, el rápido conflicto comercial mundial está frenando el crecimiento", explicaba hace unos días Alexander Krueger, economista jefe de Bankhaus Lampe, uno de los principales actores de la banca privada alemana. "Las condiciones poco claras del brexit y las crecientes tensiones geopolíticas también tienen un efecto amortiguador. Es probable que todos estos factores pesen sobre la actividad económica".

En la eurozona, estas consideraciones están teniendo ya un impacto en la dinámica material de las principales economías, donde Francia y España se están desacelerando y la situación de Italia parece cada vez más grave. Las estadísticas reveladas en días pasados aseguraban ya que la producción industrial en la Eurozona cayó un 1,6% en junio. El crecimiento económico se desaceleró al 0,2% en el segundo trimestre, esto es, la mitad del ritmo de los tres meses anteriores.

Sin embargo, ha sido este pasado miércoles cuando han saltado todas las alarmas, después de conocerse que la curva de rendimientos entre la deuda de EEUU a dos y diez años se invirtiera, disparando con ello el pánico bursátil. ¿Pero qué es la curva de rendimientos y qué tiene que ver este indicador con la propia dinámica del capitalismo mundial?

Una vez más, acerca de la curva de rendimientos

Desde hace meses en Izquierda Diario venimos debatiendo sobre el comportamiento de la curva de rendimientos, en particular la de EEUU, como predictor de la salud económica del capitalismo mundial.

La curva de rendimientos no es sino la representación gráfica que liga el tipo de interés pagado por la deuda soberana de un país, con su plazo de vencimiento. En condiciones normales, la forma que presenta es ascendente. Esto es sencillo de explicar: conforme se dilata el plazo temporal, la liquidez es menor y el riesgo de impago aumenta. O sea que, para poder colocar la deuda en el mercado, se recompensará a los acreedores con un tipo de interés más elevado. Sin embargo, algo anómalo puede ocurrir en circunstancias excepcionales.

En determinadas circunstancias, cuando la percepción de los inversores acerca del futuro se vuelve negativa y los planes empresariales de los mismos se ven modificados a la baja, muchos capitales tratarán, en ese escenario, de buscar refugio en la deuda a corto plazo. De esta manera se busca esquivar el riesgo que plantea la renta variable, opción inversora tradicionalmente más rentable, pero expuesta totalmente a la dinámica general de la economía. Por lo tanto, podemos entender la curva de rendimientos como un “proxy” de que las expectativas empresariales se están viendo truncadas.

Así, en otro artículo) donde nos ocupamos de esta cuestión, explicábamos, intentando trazar una línea de perspectiva, que, “o el sector financiero estadounidense está siendo presa de un estado de ánimo pesimista (alimentado por múltiples causas, algunas de ellas de orden superestructural, como hemos analizado en artículos anteriores); o bien el propio mercado empieza a descubrir un stock de capital que no se corresponde con sus necesidades de acumulación. De verificarse esta última hipótesis, sería equivalente a decir que estamos en la antesala de una recesión que golpearía a los Estados Unidos y reverberaría en el mundo entero, dejándose sentir especialmente en China y Europa, donde agudizaría las ya enormes contradicciones materiales que arrastran estos países.

Es muy pronto aún para hablar de una inversión plena de la curva para EE.UU. y asegurar el desarrollo de un escenario recesivo como el arriba citado; pero basándonos en el análisis económico y la evidencia empírica reciente, tal posibilidad podría hoy estar más cerca que ayer, con las profundísimas implicaciones políticas y geoestratégicas que eso tendría.”

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Pues bien, desde entonces, la curva de tipos americana lleva meses invertida. Pero fue al inicio de esta semana cuando se puede hablar realmente de un salto cualitativo, a saber: el bono americano a dos años ha ofrecido una rentabilidad del 1,634%, elevándose frente al 1,623% a diez años. Este tramo de la curva es el más seguido por el mercado para anticipar la caída en recesión en el corto/medio plazo. Siempre ha venido sucediendo así en EEUU en los últimos sesenta años, siendo un indicador fiable a la hora de predecir siete, de las nueve recesiones sufridas por los EEUU desde la II Guerra Mundial. De hecho, la última inversión de este tramo de la curva fue a finales de 2005, dos años antes del estallido de la Gran Recesión.

Pero no es el único país donde ha saltado esta alarma anticipatoria de una dinámica recesiva. Con la deuda de Reino Unido también acaba de ocurrir lo mismo durante esta misma semana, sumándose a lo que desde hace tiempo también sucede en Alemania, con todos sus plazos en terreno negativo. Recordemos que la última vez que coincidió que la curva se invirtiese en RU y los EEUU fue en el fatídico 2008.

Como explicamos en su momento, la inversión de la curva y la entrada en recesión técnica alude tan sólo a una correlación de variables, pero creemos que, sustentada con fundamentos causales de tipo teórico muy fuertes, como hemos intentado exponer más arriba. La pregunta ahora es, entonces, ¿qué clase de “recesión” se aproxima?

¿Japonización o recesión brusca?

En un escenario tan complejo, donde la interrelación entre la base material y los elementos de orden superestructural que pueden influir decisivamente sobre la primera es tan estrecha, hacer predicciones cerradas es sencillamente imposible.

En otro artículo publicado en Izquierda Diario hace unos meses sosteníamos la posibilidad de la “japonización” de las principales economías mundiales, en particular de los diversos actores del imperialismo europeo. Los principales rasgos de tal comportamiento serían elementos tales como unas tasas de crecimiento raquíticas, baja inflación, productividad descendente, altísimos niveles de deuda -sin parangón en tiempos de paz- fruto de déficits presupuestarios sistemáticos, e intentos por mantener un gasto asistencial cada día menguante.

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Sin embargo, las propias contradicciones entre los diferentes Estados, particularmente la disputa comercial chino-estadounidense, puede influir decisivamente en la situación y hacer rodar a la economía mundial hacia un escenario de recesión realmente duro y de consecuencias materiales y sociales difíciles de prever.

El grado de interconexión de los dos gigantes imperialistas con el resto de actores del capitalismo mundial es tan estrecho, que cada decisión de los primeros tendrá reverberaciones en el plano material por todo el globo. Algo parecido a esto ya ha comenzado y es, en última instancia, la explicación de la dinámica económica negativa en la que se está embarcando el capitalismo mundial.

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De una manera u otra, se preparan nuevos ataques al nivel de vida de la inmensa mayoría de la clase trabajadora y los sectores populares y que, nuevamente, los explotados y oprimidos del mundo sean la carne de cañón de todas las intrigas interimperialistas y de la mecánica económica que la propia anarquía del capital impone. Lo que sí tenemos claro, es que un aumento sistemático y generalizado de los niveles de vida de la inmensa mayoría, tanto en el mundo imperialista como semicolonial, está descartado en el período que se avecina.

Comprender las tendencias básicas para la base material del capitalismo y extraer conclusiones revolucionarias, es clave. La perspectiva de una nueva recesión global, sea cual sea la forma que adopte, inevitablemente volverá a situar la hipótesis de un enfrentamiento abierto entre las clases en el centro, agudizando y profundizando la situación de crisis orgánica que vive el capitalismo continental.

Como escribíamos recientemente, “armarse con las lecciones estratégicas y programáticas del último período es una tarea vital para los revolucionarios, en aras de superar a las actuales direcciones burocráticas del movimiento de masas, unificar a las filas de oprimidos y explotados para repeler la ofensiva del capital y poder abrir la senda de un desenlace revolucionario en el Viejo Continente.”