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EL CÍRCULO ROJO. Hay mucho más para leer sobre el amor que Romeo y Julieta

El 14 de febrero, para celebrar el día de los enamorados, el gobierno de Cambiemos decidió decorar la Casa Rosada con una gigantografía de Romeo y Julieta. ¿Los únicos amantes de la historia?

Lunes 18 de febrero de 2019 10:23

El 14 de febrero, para celebrar el día de los enamorados, el gobierno de Cambiemos decidió decorar la Casa Rosada con una gigantografía de Romeo y Julieta. Protagonistas de la tragedia de Willian Shakespeare, la joven pareja aparece en una imagen creada por el pintor inglés Francis Dicksee en el segundo piso de la casa de gobierno.

La elección de esta historia trágica como símbolo del amor, llamó la atención y provocó, a la vez, repudio y burlas en las redes sociales. Hubo todo tipo de debates en redes sociales y medios comunicaciones sobre esta singular elección que, en palabras del sitio de la Rosada se debe a su popularidad y retrato de un “amor mutuo implacable”: “No hay investigaciones que prueben que se trata de la pareja más reconocida de la historia, pero el famoso crítico Harold Bloom definió a ’Romeo y Julieta’ como ’una obra sin par en la literatura mundial por su visión del amor mutuo implacable’".

Escuchá la columna de Celeste Murillo en El Círculo Rojo, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los domingos a las 22 en Radio Con Vos.

Hay otras historias de amor, que siempre existieron pero no siempre la literatura las contó o las cuenta, y algunas puede ser mucho más interesantes que el marketing del amor romántico que nos quiere vender Cambiemos.

Un beso de Dick, de Fernando Molano (Blatt & Ríos)

Es una especie de monólogo sobre Felipe, un pibe de 16 años, que vive en Bogotá (Colombia) con su familia, va al colegio, juega fútbol, se enamora y va a fiestas como todos los de su edad. La novedad es que su romance es medio clandestino porque se enamoró de su amigo (no se anima a decirle novio): Leonardo, un compañero del colegio.

El nombre de la novela surgió por una escena de Oliver Twist, la novela de Charles Dickens, en la que Oliver y su amigo Dick se despiden con un beso porque saben que probablemente no vuelvan a verse.

Personas como yo, de John Irving (Tusquest)

Casualmente, esta novela también toma su nombre de un clásico: una escena en Ricardo III de Shakespeare, y esto tiene que ver con la historia porque los protagonistas son un grupo de actores amateur de New England en los 50.

Cuenta la historia de Billy Abbot, un chico que está en el colegio secundario, y se enamora al mismo tiempo de un hombre y una mujer: el que va a ser su padrastro y la bibliotecaria del pueblo, la señorita Frost, que termina siendo su gran cómplice en un mundo muy hostil.

Durante los años que recorre la novela, Billy está buscando su identidad, y de ahí viene un poco el título, porque él se pregunta si existen otras personas como él, que le gusta el pibe reo de la clase y a la vez la bibliotecaria, que en sí misma es una de las grandes historias de la novela, con un pasado de boxeadora y un romance en puerta con Billy que lo va a empujar a ser escritor.

Las aventuras de la China Iron, Gabriela Cabezón Cámara (Random House)

No era la idea original de esta columna, pero en esta novela también hay un clásico, un texto canónico de la literatura argentina, en el título: Martín Fierro.

Una de las historias centrales de este libro es la de la China y Liz, la inglesa que la encuentra cuando la China se va del tolderío. La relación entre la china y Liz está marcada por el conocimiento mutuo a través de dos idiomas diferentes y dos formas de ver el mundo.

En la libertad que la China ni siquiera imaginaba, también descubre el deseo. Cuando Liz le da el primer beso, ella piensa y se dice a sí misma que no sabía si ese beso era “una costumbre inglesa o un pecado internacional”. “Me sorprendió, no entendí, no sabía que se podía y se me había revelado como una naturaleza, ¿por qué no iba a poderse? No se hacía, nomás, allá en el caserío, las mujeres no se besaban entre ellas”.

El libro no cuenta una historia necesariamente sobre el amor, quizás más sobre la libertad, y juega con la idea de relacionarse con las personas de una forma menos condicionada por lo que sucede a nuestro alrededor: la idea de que para construir un amor distinto hay que construir un mundo distinto.

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Romeo y Julieta es mucho más que una gigantografía para celebrar el amor romántico y aunque los asesores de Cambiemos hayan errado en la metáfora, es una historia que merece ser leída, pero en los estantes de la librería hay mucho más para leer sobre el amor.