Luego de semanas de reflexión, durante estos días el gobierno se abrió a evaluar un posible escenario de rechazo el 4 de septiembre. En el comité político de ayer los dirigentes de los partidos de Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático delinearon algunas estrategias de cara al inicio de la campaña. De conjunto el gobierno y el oficialismo terminaron pisando el palito y se sentaron en la cancha de la derecha y la DC. ¿cuál será el próximo paso? ¿La reforma que rebaja los quórum de reforma constitucional o algo peor?
Miércoles 29 de junio de 2022
Faltando solo unos pocos días para que la Convención Constitucional termine su trabajo, el gobierno y los sectores oficialistas vienen discutiendo los diversos escenarios post plebiscito del 4 de septiembre. El primero y que fue abierto por el propio secretario general de presidencia, el ministro Jackson, es que la suerte del gobierno se juega a partir de una victoria del apruebo ya que el rechazo “dificultará llevar adelante el programa de gobierno” o que en cualquier caso, el 5 de septiembre trabajaran por " hacer viable la mayor cantidad del programa de gobierno" señaló en el Tolerancia cero del domingo recién pasado. Este escenario, rápidamente fue cuestionado por el resto de los ministros/as y los partidos oficalistas ya que “gobierno” y “constitución” son dos cosas distintas.
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El ánimo más derrotero en el gobierno viene instalándose con las constantes encuestas que salen semana a semana donde el rechazo sigue arriba del apruebo por varios puntos, que además se suma a otra una ofensiva mediática por instalar de que puede haber un “plan B” como el “rechazar para reformar” de la derecha, la misma derecha que por décadas se aferró a los elementos más conservadores y antidemocráticos de la constitución. Además es la misma derecha que durante todo el proceso constituyente se dedicó a bloquear cualquier iniciativa por muy elemental que ésta pudiera parecer. Ahora la derecha se viste de oveja, para decir que quiere construir una “casa de todos” cuando lo único que quieren es que no se mueva un solo centímetro de los privilegios de su clase, de sus amigos empresarios y políticos a su servicio.
Pero además el desencanto con el proceso constituyente no provino sólo de las “fake news”, los disfraces, machitunes y cuanta cosa salió durante estos 12 meses, sino sobre todo porque la Convención se volvió un espació más de los “mismos de siempre”, no en término de las personas que la componían, sino de cómo se discutió y decidió finalmente.
Todo el entramado de la “sala de máquinas”, de los consensos con la derecha, de las reformas en la medida de lo posible y el alejamiento de las urgencias de la población, hicieron de la convención un nuevo “parlamento” solo que con menos ternos y más “pintoresco”.
Esto fue en gran parte el porqué las clase trabajadora y los sectores populares, que habían puesto sus esperanzas en el proceso, se decepcionaron tan rápido del mismo. Un proceso similar están viviendo los votantes de Boric que ven nuevamente a la Concertación en los ministerios y medidas represivas no tan distintas a las de los gobiernos de los últimos 30 años.
Por eso el “rechazo” en la opinión pública no cayó del cielo y ahora, con la estrategia del “plan B” lo que se hace es reforzar esta idea de que incluso en caso de aprobar, esta constitución que ya es “moderada” deberá ser más moderada aun, porque eso es lo que buscan sectores de la DC y “socialismo democrático” como lo señala la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, de que ya no se puede renunciar al “apruebo con apellidos” o Patricio Morales, presidente del PL quien señaló que es “ingenuo” erigirse como “defensores del texto” sin el espacio para reconocer que hay aspectos que deberán ser reformados.
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El gobierno y sus partidarios se preparan para un escenario convulso de crisis económica y alta inflación, que suma la incertidumbre de la guerra y la pandemia. Boric y el oficialismo miran con preocupación la situación en Ecuador no por solidarizarse con el gobierno, sino porque puede abrirse una nueva oleada de protestas en el subcontinente producto de los padecimientos que comienzan a sufrir cada vez más amplias franjas de la población. En un escenario de movilización, sirve tener una sociedad polarizada por un debate constituyente o comienzan desde ya a poner paños fríos, abrir espacios para amplios acuerdos o se la juegan por la fractura política con los sectores conservadores. Hasta ahora la opción pareciera ser la primera.