Ni siquiera la provocación del veto a la ley antidespidos convenció a las cúpulas sindicales de convocar una medida de fuerza contra el brutal ajuste. ¿Hasta cuándo?
Jueves 26 de mayo de 2016 01:23
La primera reacción frente al veto de Macri a la Ley “antidespidos” fue de bronca. Bronca por los trabajadores que fueron despedidos antes de que se trate la ley, por los que fueron despedidos mientras se discutía, por los que despidieron el mismo día que Macri hacía el anuncio en Cresta Roja. Lo de ese día también dio bronca. Presentó a esa fábrica como el emblema de una recuperación y de un modelo de las inversiones que este gobierno busca. Pero todavía hay más de 1000 trabajadores en la calle y los que están trabajando lo hacen con contratos por tres meses, peores condiciones y más ganancias empresaria. Nosotros tenemos claro los límites de la ley y que la clave pasa por la movilización de los trabajadores, pero la pasividad de las cúpulas sindicales ante la provocación presidencial es un escándalo. El ajuste que estamos sufriendo merece una respuesta unificada, un plan de lucha y un paro nacional convocado desde las 5 centrales sindicales, debatido y votado en los lugares de trabajo. Incluso donde aún no ha habido despidos, porque sería una cuestión de solidaridad de clase y de preservación de las condiciones de trabajo. Porque lo que se busca con los despidos es generar un ejército de desocupados que sea una presión para empeorar las condiciones de trabajo y salariales de todos.
Mucho ruido, pocas nueces
En estos días escuchamos declaraciones de los dirigentes de las dos CTA, Yasky y Micheli, que tras meses de espera y medidas sin contundencia, plantean estar de acuerdo con llamar a un paro. Pero como los “otros” no convocan, ellos tampoco. Las tres CGT sacaron una solicitada titulada “Camino a la unidad”, hicieron declaraciones “picantes” pero se niegan a convocar una medida de fuerza. Sólo hablan de una nueva movilización, que ni el gobierno ni los patrones sentirán como una amenaza. Hay que decirlo claro: Moyano, Caló y Barrionuevo tienen un pacto con Macri y los empresarios. Los periodistas que siguen temas sindicales difundieron los motivos de esa pasividad: el gobierno prometió liberar millonarios fondos de las obras sociales, que los burócratas administran mal y sin control, además de otros privilegios. Atada por esos intereses, la burocracia es hoy el obstáculo más grande para que los trabajadores podamos mostrar todas nuestras fuerzas y paralizar el país para que el ajuste lo paguen los capitalistas.
¿Qué hacer?
A pesar de esa tregua, todos los días estallan conflictos en distintos lugares del país. Marchas, paros, movilizaciones, reclamos de todo tipo y color. Incluso con represiones y persecuciones como en Tierra del Fuego y Jujuy. Desde la izquierda y el sindicalismo combativo decimos que hay que tomar medidas contundentes. En apoyo a esas luchas y como respuesta al brutal ataque que sufrimos. En esta etapa vamos a participar de todas las reuniones y convocatorias que sirvan para organizar la resistencia. Frente a la alianza ajustadora, tenemos que avanzar en el frente único de todos los que quieren luchar e impulsar toda forma de coordinación de los sectores combativos y antiburocráticos. Mientras tanto, seguiremos peleando por construir una alternativa a estas cúpulas traidoras. Tenemos que seguir organizando agrupaciones clasistas y oposiciones combativas en cada sindicato, para recuperarlos de manos de la burocracia y para imponer nuestras demandas. Es la pelea que estamos dando desde el PTS en muchos gremios, junto a cientos de compañeros