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Red Internacional
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DERECHOS LABORALES CERO. Hipódromo de Palermo: un horror cercano a la esclavitud

Los peones de caballos realizaron una protesta porque las autoridades del Hipódromo no les permiten salir del establecimiento desde comienzos de la cuarentena. Denuncian que están viviendo en malas condiciones y hace 90 días que no ven a sus familias, y si salen, pierden el trabajo. “Estamos hace tres meses presos”. Lisa y llanamente esclavitud en el siglo 21.

Jueves 18 de junio de 2020 20:30

Hoy en la puerta del Hipódromo los trabajadores hípicos realizaron una protesta por la grave situación que están viviendo. Son los peones que se encargan del mantenimiento y cuidado de los caballos en el hipódromo de la Ciudad, lugar histórico y emblemático de la gran élite porteña, donde se mueven y se amasan gigantes cantidades de dinero.

“Estamos reclamando la libertad de poder salir e ingresar al otro día a trabajar igual que todos. Todos tenemos familia, todos tenemos derechos. Acá hay muchos privilegios, gente que puede ir y venir todos los días, y nosotros como peones de los caballos no gozamos de ese privilegio”.

Los peones denuncian que hace 90 días que las autoridades del establecimiento no les permiten salir ni entrar, es decir que se encuentran encerrados, casi en condiciones de esclavitud, desde el comienzo del aislamiento obligatorio.

El 13 de marzo, una semana antes, el Hipódromo estableció la suspensión de las competencias tras la última carrera, y decidió armar un protocolo específico para los trabajadores encargados del cuidado de los caballos, considerado esencial. Este protocolo estableció que los peones cumplirían el aislamiento en la Villa Hípica, donde además viven los serenos de cada establo.

Los trabajadores denuncian que los protocolos son diferenciados según la tarea que se cumpla. Los entrenadores, por ejemplo, pueden entrar y salir todos los días, mientras los jockeys pueden ir los martes a trabajar con los caballos, y los veterinarios pueden ir en cualquier momento.

Los peones reclaman que se los trato igual que al resto de los empleados y el equipo de profesionales, y se les respete el derecho de salir a ver a sus familias.

"El tema es que se les aclara que aquellos que vayan a sus casas no van a poder ingresar de nuevo porque romperían la cuarentena para ir a zonas vulnerables, de alta circulación del virus”, declaró una autoridad del Hipódromo, dejando en evidencia la brutal diferenciación “de clase” de la que están haciendo gala. A los trabajadores que viven en zonas más pobres, ya sea de la Ciudad o de la provincia, los obligan a quedar encerrados y trabajar casi de forma esclava. Porque, obviamente, “el que sale, no puede volver a entrar”, es decir, se queda sin trabajo. Sin embargo, a los profesionales y otro sector más acomodado como los jockeys, no se les aplica la misma ley.

Esta situación es brutal. El Hipódromo crea su propio protocolo, sin respetar el mínimo derecho de los trabajadores a circular, a ir y venir con los permisos y cuidados necesarios, como lo hace todo el resto de los sectores considerados esenciales. No respetan el mínimo derecho humano de que vean a sus familias. Los tienen encerrados trabajando como esclavos, bajo candado y los extorsionan con perder su trabajo.