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Red Internacional
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INTEGRACIÓN MEXICO-EE. UU.. Histórica arrastrada de AMLO ante Trump en la Casa Blanca

López Obrador, a Trump: “En vez de agravios hemos recibido de usted comprensión y respeto”. Alarde de zalamerías del presidente mexicano a Trump y cinismo sin límite del mandatario estadounidense. Los migrantes mexicanos, convidados de piedra.

Bárbara Funes

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3

Miércoles 8 de julio de 2020

¿Síndrome de Estocolmo? No, se quedaría muy corto. ¿Una versión política de la relación asimétrica entre dos Estados como entre un amo y un esclavo? Todas las imágenes que se cruzan son dantescas. Apenas hace dos días Trump tildó de criminales a la población migrante en Chicago y Nueva York, mientras que López Obrador no recibió a los migrantes que le habían solicitado entrevista. Los despreció para no ofender al patrón.

Fue raudo y veloz a encontrarse con Trump en la Casa Blanca. Invocando a Benito Juárez y a Abraham Lincoln, López Obrador volvió a cerrar los ojos ante las terribles consecuencias de las políticas migratorias que despliega el presidente estadounidense al norte y al sur del Río Bravo, de las cuales él mismo es uno de sus brazos ejecutores. Una política que cuesta vidas humanas de las personas que con pandemia y crisis económica están tan hundidas en la miseria y la violencia de sus países de origen y que de todas maneras deciden emprender una travesía cada vez más peligrosa.

El intercambio de halagos entre el hombre que gobierna el imperialismo estadounidense -y que ostenta uno de los peores manejos de la pandemia mientras el hartazgo ante el racismo tomó las calles tras el asesinato de George Floyd- y el hombre que gobierna una nación históricamente sojuzgada por EE. UU., desde el robo de la mitad de su territorio en 1848 hasta la actual implementación del T-MEC, fue meramente repulsivo.

AMLO y la "gloria" de la humillación y sometimiento

“En vez de distanciarnos hemos optado por viajar juntos, hacer a un lado las diferencias con diálogo y respeto mutuo. Hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos y explícitos de cooperación”

subrayó López Obrador. Y siguió con su letanía de alabanzas al hombre que desde su primera campaña electoral hasta ahora ha ofendido a México una y otra vez: “En vez de agravios hemos recibido de usted comprensión y respeto” insistía en su discurso falsario.

“Nunca ha buscado nada que vulnere o viole la soberanía de México… y que no nos ha tratado como una colonia, sino como una nación independiente y democrática con gentileza y respeto” fue otra desafortunada frase del rastrero discurso de López Obrador, quien busca ocultar el sol con un dedo.

Trump y el cinismo imperialista

“La relación entre Estados Unidos y México nunca ha sido más estrecha que ahora, la gente apostaba a que no sería así”, presumió Trump, el presidente estadounidense que en su mandato ha exacerbado la persecución y el hostigamiento contra los migrantes al norte del Río Bravo, una política que llevó a mayor incertidumbre y degradación de las condiciones de vida y de trabajo de las y los trabajadores migrantes en el corazón del imperialismo.

“El potencial futuro de Estados Unidos y México es ilimitado”, se vanaglorió Trump, quien hizo de gala de cinismo y descaro al “agradecer” a los más de 30 millones de mexicano-americanos que viven en su país. “Son increíbles, gente trabajadora”, señaló. Y vaya si lo sabe: él mismo en sus hoteles y emprendimientos inmobiliarios se ha beneficiado largamente de la explotación ilegal de las y los trabajadores migrantes a los que tanto persiguió desde el inicio de su administración. Pero no omitió hacer referencia a la continuidad de su política antimigrante: “Estamos trabajando para combatir el narcotráfico y en crear nuevas leyes migratorias. Hemos tenido resultados significativos en la zona sur”.

Con o sin pandemia, unidos por los negocios capitalistas

Esta nueva humillación, llevada adelante por López Obrador, busca que gane puntos para la campaña de Trump por su reelección. La celebración del T-MEC, con condiciones aún más leoninas que el TLCAN para México, los halagos del mandatario mexicano a Trump son pequeñas luces para tratar de disimular las crisis del imperialismo estadounidense, como la crisis pandémica que ya lleva 3 millones de personas infectadas, el profundo descontento social ante el racismo estructural que persiste en EE. UU., las huelgas de trabajadores hartos de ser forzados a exponerse a la covid-19 mientras ven hundirse sus condiciones de trabajo cada vez más.

Además de cumplir los papeles de amo y siervo, algo más une a Trump y López Obrador. Su persistente búsqueda de minimizar la gravedad de la pandemia, expresada por ejemplo en su negativa a usar cubrebocas y en no cumplir con la “sana distancia” requerida para evitar contagios, aunque evitaron estrecharse las manos.

La ausencia de Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, brilló por su negativa a acudir a la Casa Blanca. Su gesto se explica por la amenaza de nuevos aranceles contra la producción de su país.

La reactivación del comercio internacional y la búsqueda de garantizar los negocios capitalistas a costa de exponer a la clase trabajadora a la pandemia y someterla a cada vez peores condiciones de trabajo son las motivaciones de López Obrador, cada vez más distante de su discurso “primero los pobres”.

La comitiva que lo acompañó a su visita para rendir pleitesía al amo del norte da cuenta de eso: empresarios entre los que destacan especialmente Ricardo Salinas Pliego -dueño de Grupo Salinas y enemigo declarado de cualquier tipo de cuarentena que le impida seguir incrementando su cuantiosa fortuna- y Carlos Slim, uno de los magnates más ricos del mundo.

Sin embargo, según analistas la apuesta por el T-MEC tiene patas cortas en el marco de la recesión internacional. Se avecinan nuevas presiones del imperialismo para obtener garantías para las inversiones de trasnacionales de la bandera de la Unión Americana en el sector energético.

El único camino para que la crisis en curso no implique un salto en el saqueo de recursos en México y en la superexplotación de la clase trabajadora es la alianza con la comunidad afroamericana que lucha contra el racismo, con la comunidad migrante y la clase obrera multiétnica estadounidense, la ruptura con el imperialismo estadounidense y el desconocimiento de la fraudulenta deuda externa, cuestiones que no existen en el horizonte del presidente López Obrador.

Hoy más que nunca es necesario levantar una perspectiva claramente anticapitalista y antiimperialista, que apunte a la planificación de la economía regional en beneficio de las mayorías, y en la integración política, social, económica y cultural de la población de la región, una Federación de Estados Unidos Socialistas de América del Norte.