La editorial del domingo de Página/12, vuelve a criticar el accionar de Gendarmería Nacional, más específicamente a sus actuales jefes. Pero nada dice de la política del ministro Tomada y del gobierno.
Martes 16 de septiembre de 2014
Fotografía: Angelines Lago
Nadie puede negar que la difusión que hizo Horacio Verbistsky de las denuncias contra la represión de la Gendarmería, hechas por los abogados del PTS y los delgados de Lear, fueron de gran utilidad para los trabajadores. Así como su aporte periodístico sobre la identidad y cargo del llamado "canoso de barba" que se infiltraba en las marchas. Con ellas se desprestigió a una de las instituciones con las que se pretende derrotar este conflicto histórico.
Sin embargo, sus denuncias son contra la Gendarmería y la represión que no respeta una serie de garantías mínimas, pero dejan a salvo al gobierno que en todo el conflicto viene jugando un papel indispensable para sostener la política empresaria, y en gran parte al propio SMATA. La denuncia de Verbitsky se limita a enfrentar a quienes les dan un excesivo poder a los miembros de las Fuerzas de Seguridad y los que comenten excesos en las represiones. A partir de allí, pese a hacer buenas denuncias, tiene que dejar fuera de sus ataques a muchos protagonistas de este conflicto, sin los cuales la empresa no podría haber llegado hasta donde lo hizo. Esto derivó en una nueva nota de su autoría en Página 12 del domingo pasado, donde mantiene sus ataques a los gendarmes pero ahora agrega elementos para atacar a los obreros y a quienes los apoyan.
¿Obsesión?
Verbitsky afirma simplemente que la izquierda, a la que llama despectivamente "paleoizquierda" (el PTS en este caso), junto con los despedidos tiene "obsesión por cortar la Panamericana”. Veamos.
La lucha comenzó con las suspensiones y luego vinieron los despidos. La empresa nunca alegó desmanes ni violencia como afirma incorrectamente Verbitsky, sino que acusó a los trabajadores despedidos de ser "improductivos" y en base a eso los echó "con causa". Al día siguiente de los despidos, los delegados hicieron una asamblea libre dentro de la fábrica y a mano alzada se votó parar. La fábrica paró. A la mañana siguiente los delegados fueron impedidos de entrar de forma totalmente ilegal.
Estuvieron durante largas semanas afuera de la fábrica y volvieron recién luego de 12 fallos y un lock out de 15 días que ningún funcionario cuestionó, pese a las denuncias realizadas.
Durante todo ese tiempo, el Ministerio de Trabajo, del que Verbitsky sorprendentemente nunca habla, hizo varias audiencias donde los delegados tenían prohibido el ingreso. Se "discutía" en una mesa donde estaba la patronal y el sindicato SMATA. Es decir, que era una "mesa de negociación" donde ambas partes estaban del mismo lado del mostrador. Cerrada la fábrica para los delegados, con el activismo afuera, clausurado el Ministerio para ser parte de una negociación, no hay muchas opciones más que subirse a la Panamericana y denunciar lo que pasa. Se hicieron bloqueos también pero fueron reprimidos por la Bonaerense. A nadie le gusta subir a una ruta atestada de gendarmes para recibir algún palazo, gases o balas de goma. Es una necesidad impuesta porque el propio gobierno permitió que Lear y el SMATA hicieran y deshicieran a su antojo. Pero Verbitsky se limita a criticar a la Gendarmería cuando se pasa, pero nunca al Ministerio de Trabajo y al gobierno que sostuvo esta situación. Prefiere limitarse a denunciar una "obsesión". Como si hubiera un menú de elección variado de alternativas para hacerse oír y uno anda insistiendo de puro caprichoso. Se queja de que esto “molesta más al gobierno que a la empresa”, como si no fuera cierto que la empresa pudo mantenerse en la ilegalidad más burda gracias a la acción e inacción del propio gobierno que -entre otras cosas- le permitió la importación de miles de mazos de cables para que pudiera bancar un conflicto largo aunque esto fuese en desmedro de las propias arcas del estado.
La represión mínima, el engaño y un poco de patota, van...
En su editorial Verbitsky afirma: "Kirchner sostenía que el conflicto social debía enfrentarse con política y militancia, incluso áspera, pero no con fuerzas de seguridad. Así me lo dijo comentando un audio que difundí por televisión en 2002, en el que instaba a sus partidarios a “correr” a los caceroleros que rodeaban la Legislatura de Santa Cruz. Una semana antes de su muerte, en octubre de 2010, una patota ferroviaria protegida por la Policía Federal asesinó al militante del PO Mariano Ferreyra, cuando se retiraba de un corte de vías contra la tercerización laboral. En diciembre, policías federales y metropolitanos asesinaron a tiros a Bernando Salgueiro y Rosemarie Chura Puña durante la ocupación del Parque Indoamericano. Berni, que era viceministro de Desarrollo Social, fue convocado para enfrentar la emergencia y consiguió pacificar los ánimos sin nuevas víctimas, aunque ninguna de las promesas realizadas entonces se cumplió. Aquella orientación de Kirchner recién se convirtió en una normativa institucional en marzo de 2011, cuando la titular del flamante Ministerio de Seguridad, Nilda Garré, presentó a sus colegas de todo el país los ´Criterios Mínimos´ a los que deberían ajustarse las fuerzas de seguridad en manifestaciones públicas”.
La idea de que sea "la política y la militancia" la que "solucione" el conflicto no deja de generar un poco de escalofríos en boca de un dirigente de un organismo de DDHH. Más aún, cuando a renglón seguido tiene que recodar el asesinato de Mariano Ferreyra, donde la clave no fue el accionar de la policía o las fuerzas de seguridad, sino de la patota de la Unión Ferroviaria, es decir, de "la política y la militancia". "Correr a los caceroleros", "sacar a los zurdos de las vías". ¿Cuál es la diferencia? ¿El arma de Favale que no debería haber estado para que la patota de la UF, aliada de los K respetara también a los "criterios mínimos" como banda paraestatal como seguro hacían los K en Santa Cruz?
No deja de llamar la atención la reivindicación del Berni “negociador”, aunque sea en base a engaños, a promesas incumplidas, como hizo en el Parque Indoamericano. Cuando lo único que se atacan son los excesos de las Fuerzas de Seguridad, se termina viendo con buenos ojos cosas tan detestables como el engaño de un ex - carapintada devenido en funcionario que promete falsamente a gente sin vivienda en Villa Lugano para poder sacarlos de su lucha. Como se fueron sin usar la violencia institucional… ¡Bravo! ¿Y si siguen sin casa? ¡Ese es otro problema! Algo que solo puede importarle a la “paleoizquierda”...
Las asambleas del SMATA
Horacio Verbitsky, describe a su manera a las "asambleas" del SMATA. Dice que Pignanelli "convocó a una asamblea en la sede porteña del sindicato, en la que se revocaron los mandatos de los delegados, sin debate y bajo la amenaza patronal de despidos si no lo hacían. La Justicia la declaró ilegal y el Ministerio de Trabajo repuso a los delegados, pero la empresa no les permitió el contacto con los trabajadores. Después de dos días recluidos en un corralito, los delegados fueron llevados a una segunda asamblea esta vez dentro de la planta, que a mano alzada y por mayoría arrasadora confirmó la revocatoria"
Los hechos descriptos no son exactos. La “jaula” o corralito fue puesto luego de la asamblea y después de días donde "la militancia" (oficialista del SMATA) agredió a los delegados. Pero llama la atención la liviandad con que se describe la segunda "asamblea". No existió diferencia con la primera. La falta de debate y la amenaza de la patronal de los despidos si no se votaba contra los delegados, siguió actuando. En la segunda a esto hay que sumarle la presencia de unos 500 policías alrededor de la fábrica y un número similar de gendarmes (es decir “militancia” oficialista a lo Pedraza mas policías). Los primeros rodeaban la carpa de los despedidos. De conjunto unos mil uniformados daban el marco para un debate libre y una votación transparente. Adentro los patoteros de la lista Verde (Pignanelli) actuaban de “camarógrafos” que dejaban constancia de como votaba cada obrero (luego en versiones editadas para C5N, el Canal de Berni y sus amigos del gobierno). Así y todo muchos no votaron y otros se las ingeniaron para no ir a la asamblea. La "votación" es concluyente: ni un obrero vota por la continuidad de los delegados. De atrás se escucha: "¡levanten la mano!", con tono amenazante. Es un "militante político" de la lista Verde oficialista que se ofusca porque nadie vota por los delegados dejando al desnudo que todo se basa en la coacción. Se votó por "unanimidad" dice Pignanelli, sin darse cuenta que en este rubro estaría superando las votaciones históricas de Sadam Hussein o similares, que siempre tenía la delicadeza de decir que habían sacado el 98,7% o cosas por el estilo ¿Quién puede creer que en una situación así puede haber democracia como para decir que "por mayoría arrasadora (se) confirmó la revocatoria"? En una cárcel, las "votaciones" las gana el carcelero como bien debe saber Verbitsky. Y el territorio dominado por la norteamericana Lear es, en este momento, una cárcel donde el castigo por no votar lo que quiere el patrón y sus guardianes no es la tortura o el encierro sino el despido y la desocupación.
A HV le entró en parte el mundo pintado por la verde donde los trabajadores que hace menos de un año reeligieron a sus delegados, ahora los repudian de la mano de Pignanelli. Todos los repudian. No hay uno que los apoye. Nadie.¿ El motivo? Haber peleado contra los despidos. Y poner en riesgo el trabajo de todos! Delegados irresponsables que por tanto denunciar que el 80% de los trabajadores de Lear está enfermo por las condiciones de trabajo hicieron que esta pobre empresa que factura 16.000 millones de dólares piense en irse de este suelo y dejar sin trabajo a todos los que quieren trabajar en paz.
Por suerte los obreros salen de la planta todas las tardes, a las 15, luego de pasar 9 horas haciendo trabajo manual. El lugar está rodeado de bonaerenses y gendarmes, pero uno puede llegar hasta la zona y ver qué pasa. Un grupo de verdes que actúa como valiente patota adentro se va en autos protegidos por la policía. La gran mayoría de los trabajadores se va a pie. Recibe en el camino, luego de pasar por un pasillo de vallas y uniformes, a sus compañeros despedidos que les entregan un boletín de lucha que sale a diario para informarles a los de adentro todo lo que pasa. Casi todos lo agarran, la mayoría saluda, muchísimos se paran y abrazan a sus compañeros despedidos. La policía puso arriba de un cartel, a unos 25 mts de altura una cámara para seguir todos movimientos y pese a todo, decenas y decenas de obreros que por unanimidad votaron contra los delegados, abrazan a sus compañeros. Algo anda mal en la novela verde. No cierra como no cierran nunca estas historias. HV o cualquier periodista que lo desee puede acercarse a la puerta. 15 o 15:10 a lo sumo y podrá ver con sus ojos la caída de su propio relato.
Es verdad que esta lucha no es el Villazo como bien dice HV, discutiendo con nadie porque nadie insinuó comparación semejante. Menos aún nadie dijo que esta sea una situación revolucionaria ni nada por el estilo como nos quiere hacer decir HV que debería, como buen periodista, citar algún texto o material donde las organizaciones de izquierda y en especial el PTS hayan hecho una caracterización semejante. Más allá de esto, no queda otra que decir que hoy también el gobierno peronista se apoya en la patota (que hoy no es Triple A), esta vez del SMATA que es parte de su coalición de gobierno, del que forma parte tambien HV como ala crítica enfrentada a los excesos de la represión y al poder desmesurado de las fuerzas de seguridad.
La lucha de los obreros de Lear continúa. Se votaron nuevas medidas para este jueves. Tienen que seguir adelante pese a la represión de la Gendarmería pero también enfrentando al Ministerio de Trabajo y a todos los funcionarios progres que sostuvieron todos estos meses al SMATA y a Lear en su ataque contra los trabajadores.